Un informe demoledor de la Auditoría General de la Nación (AGN) reveló una eleva opacidad financiera durante el gobierno de Cambiemos, lo que se refleja en la falta de transparencia en el destino de los fondos de "caja" obtenidos con endeudamiento realizó la administración central entre 2016 y 2018. De acuerdo con el informe, sólo dos de cada diez pesos o dólares emitidos durante esos años pasó por canales formales a la cuenta del Tesoro, lejos de los criterios mínimos internacionales.
Entre las inconsistencias encontradas se destacan: creciente utilización de letras, aumento del financiamiento de corto plazo en moneda extranjera y de las tasas de interés en pesos y en dólares e incremento del riesgo de liquidez y crediticio en relación con los ingresos primarios; lo que se reflejó en un salto de 58 por ciento del riesgo país en 2018, momento en que se acordó un préstamo récord con el Fondo Monetario.
La Comisión de Supervisión de Control de la Deuda Pública de la AGN realizó una auditoria especializada sobre las actividades de gestión del flujo de caja y su impacto en los riesgos financieros generados en la estructura de endeudamiento de corto plazo por el macrismo.
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"A lo largo del período 2016-2018, el Tesoro efectuó una gestión de caja que no alcanzó los estándares de eficiencia en la mayoría de los criterios utilizados por las buenas prácticas recomendadas por Foro de Tesorerías gubernamentales de América latina (FOTEGAL)", destaca el informe de la AGN. El documento concluyó que "la gestión no fue eficiente al transformar deuda de corto plazo, en deuda estructural".
Cómo fue el endeudamiento
En el caso de la gestión de caja de la administración nacional, un aspecto central para el correcto uso de los recursos públicos, el relevamiento evidenció riesgos de liquidez, de mercado, de renovación y crediticio. "No fue posible estimar el costo financiero implícito de esta forma de financiarse, lo cual impacta en la transparencia de los mercados", aseguró el informe que lleva la firma del titular de AGN, Jesús Rodríguez, y los auditores generales Francisco Javier Fernández, María Graciela de la Rosa, Juan Ignacio Forlón, Gabriel Mihura Estrada, Miguel Ángel Pichetto y Alejandro Nieva.
El informe detectó que el resultado primario en el período analizado fue siempre deficitario, lo que se compensó con "importantes instrumentos de deuda de corto plazo para el cierre financiero de las cuentas fiscales". En 2016 el déficit ascendía a 5,5 puntos del PIB y pasó a 4,1 puntos en 2017 y 2,9 en 2018. "El costo financiero de esas emisiones de letras sobre el total de los ingresos públicos fue creciendo", explica.
La emisión de letras de corto plazo pasó de representar el 2,1 por ciento del total de la deuda en 2015 a 3,5 por ceinto en 2016. En 2017, ese porcentaje se disparó a 7,6 por ciento y en 2018 se ubicó en 7,7 por ciento. Luego se cerró el mercado para el macrismo. Esta creciente emisión tuvo como consecuencia un incremento en los intereses pagados como porcentaje del PIB. En 2015 era de 3,8 puntos y en 2016 fue de 3,8 puntos. En 2017 se duplicó al 7,9 por ciento y al año siguiente aumentó a 8,9 puntos del Productos.
De ese festival de emisión, "un alto porcentaje de la administración no pasaron por la cuenta única del Tesoro. Todo esto por la gran cantidad de excepciones en la reglamentación", señala el informe de la AGN. "En el balance de caja no se detectó lo mismo. Un gran porcentaje se ejecutó por esta cuenta (haciéndola cada vez más deficitaria)", explica la AGN. También se registró "un bajo uso de sistemas electrónicos de pago; solo el 21 por ciento en 2018 se hizo así"; lejos de las buenas prácticas de administración financiera internacional.
Resultados a la vista
Esta opacidad se reflejó en la pésima administración del riesgo financiero, por la evolución del stock de deuda de corto plazo, que representó un salto de 174 por ciento por sobre los ingresos primarios. También impactó en mayores compromisos por el pago de intereses, que se elevó hasta el 8 por ciento de los ingresos anuales. Siempre haciendo referencia a la deuda de corto plazo.
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Cuando se sumaron los pagos de capital, el peso de esos compromisos pasó a representar el 180 por ciento de los gastos del período. "Esto también explica por la variación de moneda", subraya el informe. La variación del stock de deuda de corto plazo en moneda extranjera aumentó en el período 2016-2019 en un 190 por ciento. El costo ponderado de las emisiones en pesos también se disparó: pasó de 9,5 por ciento en 2016 a 27,6 por ciento en 2018. En el caso de las colocaciones de deuda en dólares, pasó de 3,2 por ciento en 2016 a 4,6 por ciento en 2018 por sobre los ingresos.
"Analizando acreencias se detecta un creciente predominio del acreedor privado respecto del público. Pasó del 18 por ciento en 2016 a 53 por ciento en 2018. La evolución del riesgo país ya alertaba sobre esta situación: especialmente en 2018 cuando se acude al FMI, donde el indicador saltó 58 por ciento.