Deuda y dictadura: el plan para desmantelar el modelo de país industrial

La deuda externa creció más de 400% en la dictadura militar. La  herencia vigente en la economía nacional y el rol del endeudamiento a cuarenta años de democracia ininterrumpida.

24 de marzo, 2023 | 00.05

Este 24 de marzo se cumplen 47 años del golpe cívico-militar de 1976. El modelo económico que puso en marcha la dictadura militar transformó una matriz de desarrollo industrial por otra basada en la especulación, el endeudamiento y el debilitando del Estado, frente a los grupos económicos y los organismos de crédito. La deuda externa creció más de 400% en ese período e inició un ciclo de predomino del capital financiero en detrimento del país industrial, cuyas consecuencias aún se mantienen vigentes. 

El modelo económico de la dictadura se llevó a cabo secuestrando, torturando, desapareciendo y asesinando a miles de personas para poder implementar un sistema de apertura sin ningún tipo de regulaciones de la economía, facilitar el ingreso de capitales financieros, promover un aumento de las importaciones en detrimento de la producción nacional, desregular el accionar de las empresas de capital extranjero, devaluar e intentar disciplinar a la clase trabajadora, golpeada además por la abrupta caída en la distribución de los ingresos.

La herencia económica del gobierno militar y su vigencia a 40 años de democracia ininterrumpida dan cuenta de la incidencia en la continuidad de la política económica nacional y las dificultades para revertir una “estructura económica extranjerizada y una estructura productiva cada vez más primarizada”.

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La deuda y una nueva estructura de poder

“La deuda externa contribuyó a implementar el proceso de redefinición del funcionamiento económico, fue clave para la desindustrialización ya que los recursos que se trajeron al país de la mano de la deuda tuvieron que ver con financiar importaciones que desembocaron en gran medida por el desmantelamiento de la estructura productiva argentina”, señala en diálogo con este medio, Martín Shorr, doctor en Ciencias Sociales por FLACSO. 

El investigador plantea que la raíz del modelo económico de la dictadura militar tuvo que ver con “el dramático desmantelamiento de la estructura productiva y el ingreso fuerte del capital financiero a la dinámica del poder económico, que hasta entonces era un actor que todavía no estaba tan presente”. De esa manera se produjo una redefinición del modelo de acumulación con “una multiplicidad de instrumentos especulativos que finalmente terminaron generando una ganancia muy fuerte que se remitía al exterior. La deuda sector público va a ser el combustible que hace viable esa salida de divisas”. 

Luci Cavallero, doctora en Ciencias Sociales -UBA, subraya por su parte que “el terrorismo de Estado cambió la matriz económica de nuestro país pasando de un modelo productivo a uno basado en la especulación. Para hacer eso se aplicó la violencia, la persecución y el terror sobre la población, principalmente sobre los sectores organizados, esto tiene una relación directa con la aplicación del modelo de valorización financiera, que asegura la ganancia de unos pocos”. 

En su libro Historia de la deuda externa argentina, la economista Noemí Brenta destaca que “entre 1976 y 1983, la deuda externa argentina se multiplicó por seis, pasó de 7,8 mil millones de dólares a 46,5 mil millones, sumando los atrasos de intereses y la deuda militar, según cálculos del Banco Mundial”, un cálculo que a su vez es aproximado ya que “nunca se supo bien la cifra exacta, ni de la deuda pública ni de la privada”. 

Par el año 1977 tiene lugar una Reforma Financiera que juega un rol central en la dinámica de endeudamiento ya que “le quitó al Estado la injerencia en la canalización sectorial del excedente que estaba en el sector financiero, y sostuvo la liberalización financiera que contribuyó a que por un lado se generen las bases para tasas de interés reales que premian el negocio financiero por sobre cualquier otra actividad económica y por otro, promuevan la libre movilidad de capitales ya que así como entraban capitales para financiar la especulación también una vez que hacían sus ganancias, se iban rápido”, describe Shorr, autor del libro El viejo y el nuevo poder económico en la Argentina.

Brenta considera que existen dos etapas claras en la historia de la deuda durante la última dictadura militar en el país: “la primera, de 1976 a 1980, corresponde al endeudamiento del Estado nacional y de las empresas y entes estatales. En la segunda, de 1981 a 1983, el Estado, además de seguir tomando deuda, se hizo cargo de la del sector privado a través de distintos mecanismos”. Las políticas económicas de esta etapa condicionaron el devenir de las décadas siguientes a partir de redefinir la estructura de poder que, tras la etapa previa de industrialización nacional, entrará de lleno en la lógica del capital financiero. 

“El ciclo de endeudamiento y fuga se repitió también en de los ´90, la periferia cumple un rol fundamental para la acumulación de los capitales del resto del mundo. Los capitales tienden a valorizarse en los mercados periféricos y después dichos países quedan expuestos a crisis sistemáticas”, comenta a este medio Ignacio Barranquero, especialista en Historia Económica (CEHEL-FCE UBA). 

En la misma línea Shorr agrega que a lo largo del tiempo “el capital financiero y sus organismos representativos como el Fondo Monetario Internacional van a seguir estando, y cada vez más, en la injerencia de la política economía nacional, al igual que un conjunto de grupos empresarios, la pata civil de la dictadura, que se vieron muy favorecidos por la desindustrialización y la reprimarización”.

Menos trabajo y más pobreza

El endeudamiento fue parte de un modelo económico que atacó a la clase trabajadora, víctima directa de las desapariciones forzadas, torturas y violaciones de derechos humanos, y que sufrió el embate de las políticas neoliberales que implicaron destrucción de aparato productivo, incremento inflacionario y pérdida del poder de compra de los ingresos. 

Para 1983 el salario medio era un 40% más bajo que en 1974, el desempleo pasó del 3% al 10%, y la pobreza alcanzó un piso mínimo del 20%, niveles que se sostendrán en el tiempo.

La participación en la distribución de los ingresos por parte de los trabajadores pasó de 50,8% en 1974 al 25,2% para 1977 y se mantuvo en torno al 29% en todo el período. La industria, actividad clave para la generación de puestos de trabajo, cayó de una participación en el total del PIB del 28% al 23%, y la propia generación del producto industrial se redujo más de 30 puntos. 

Estado y grupos de poder 

Uno de los puntos que resalta Shorr al ser consultado tiene que ver con la herencia que dejó la dictadura en términos del funcionamiento del Estado y la redefinición de la estructura de poder económico.

“El Estado tiene un rol central en generar una multiplicidad de transferencia de ingresos al capital financiero”, dice y agrega que la raíz del déficit fiscal en nuestro país tiene que ver con “las trasferencias de ingresos a factores de poder económico. El déficit es por transferencias de excedentes del conjunto de la sociedad a un puñado de actores económicos que después aparecen del otro lado del mostrador financiando a ese mismo Estado con una tasa de interés que les premia el negocio financiero”

El investigador considera que “desde una perspectivas de las tendencias en el tiempo, las transformaciones que impuso la dictadura se mantienen vigentes: el rol del capital financiero que trasciende la deuda, el carácter trasnacional de la mayoría de los actores de la economía argentina, una estructura económica extranjerizada, una matriz productiva cada vez más primarizada y la menor densidad industrial”. De igual modo Barranquero menciona que "cuando vuelve la democracia la carga de la deuda es enorme, y se mantiene como algo no resuelto hasta, al menos, la explosión del 2001. Luego viene el desendeudamiento desde el 2003, con el fin de bajar el peso de la deuda privada en la economía nacional, sin embargo el nuevo préstamos con el FMI en 2018, nos lleva al mismo proceso una vez más". 

Finalmente, Cavallero, militante y autora del libro Una lectura feminista de la deuda, destaca que “es necesario trazar el vínculo con esa arquitectura jurídica que heredamos de la dictadura, tenemos  leyes vigentes de esa época y muchas están relacionadas con ese modelo de valorización financiera, con un Estado permisivo para los capitales. Hay que discutir la legitimidad de esa deuda que arrastramos, porque de lo contrario no discutimos realmente la propia democracia, y qué pasa cuando está tutelada por organismos de crédito y hay poca libertad para implementar políticas públicas. A 40 años hay que discutir el origen de la deuda”