Las propuestas de la oposición, coincidentes con lo acordado por el Gobierno con el Fondo Monetario, se centran en una fuerte contracción del rojo operativo de la administración pública. Si bien es deseable reducir el déficit para evitar tener que financiar la diferencia entre lo que se recauda y lo que se gasta, lejos está de ser una herramienta decisiva a la hora de anclar la inflación, al tiempo que el frenazo a la economía que el ajuste provoca puede sumarle más problemas a las economías.
En la Argentina, la reducción drástica del nivel de gasto para disminuir el déficit primario de 1,9 por ciento previsto para este año tiene como objetivo llevarlo hasta un resultado superavitario, pero está comenzando a impactar en la actividad sin reducir las tensiones en precios. En los últimos doce meses las principales economías del mundo lograron bajar sus niveles de inflación sin avanzar en un ajuste presupuestario, a pesar de contar con elevados ratios de deuda sobre su Producto. El Monitor Fiscal de abril del FMI da cuenta de déficits cercanos a los dos dígitos y una proyección de cara a los próximos cinco años en que se mantendrán esos rojos cercanos al 4 por ciento.
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Estos países no cuentan con programas estrictos de refinanciamiento de pasivos, como los que tiene Argentina, que los obliga a ahorrar para generar un excedente con qué pagar los compromisos. Pero, además cuentan mercados de valores desarrollados y la posibilidad de colocar deuda en externa sin restricciones. En el caso argentino, el punto débil es que el déficit es financiado con emisión de dinero, lo que provoca un incremento de la cantidad de dinero en circulación y tensiona los precios y en el dólar.
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Déficit e inflación
Para la vicepresidenta Cristina Kirchner, el incremento del déficit fiscal no sería un problema, siempre que, cuando la actividad económica mejore, el Gobierno reduzca el gasto para llevarlo al mismo nivel anterior, algo que no todos los países avanzados lograron. Esto es lo que se conoce como una política fiscal ¨anticíclica¨ (se expande cuando la actividad económica entra en recesión y se contrae cuando la actividad se recupera). La mandataria remarcó el aumento de países con déficit.
Entre las principales economías del mundo, se destacan los déficit con que cerraron el año Francia (-4,9 por ciento del PIB), Alemania (-2,6 por ciento), Italia (-8 por ciento), España (-4,5 por ciento), Japón (-7,8 por ciento), Reino Unido (-6,3 por ciento), Estados Unidos (-5,5 por ciento), China (-7,5 por ciento), India (-9,6 por ciento), Rusia (-2,2 por ciento), Brasil (-4,6 por ciento), México (-4,4 por ciento), según las cifras del FMI. “Para los países respaldados por un acuerdo del FMI, las proyecciones son las del acuerdo”, señala el informe.
“En muchos países, la reducción de los déficits públicos ya comenzó en 2021, y otros países se unieron a la tendencia en 2022 con políticas monetarias y fiscales más estrictas en casi las tres cuartas partes de los países”, asegura el organismo que conduce Kristalina Georgieva. Durante la pandemia, muchos países suspendieron las reglas fiscales, activaron cláusulas de escape o modificaron los objetivos fiscales para permitir la respuesta política extraordinaria.
De todos modos, las previsiones para los próximos años no muestran la eliminación de esos déficits, sino que los mantiene en torno al 4 por ciento para la economía global. Las estimaciones para el 2028 mantienen para las economías avanzadas un déficit sobre PIB de 3,9 por ciento; los países en desarrollo, de 4,7 por ciento y para los de bajos ingresos, un rojo de 3,6 por ciento. “Ahora, la mayoría planea revisar sus reglas y marcos fiscales antes de volver a promulgarlos”, asegura el último informe del Fondo.
La contracara es un aumento de la deuda. Excluyendo a Estados Unidos y China, los índices de deuda pública en todo el mundo estarían disminuyendo, aunque lentamente, de 2023 a 2028. Para el mundo, los índices de deuda pública/ PIB cayeron drásticamente en 2021 y 2022, lo que los llevó a la mitad del aumento de alrededor de 15 puntos porcentuales del PIB en 2020. Sin embargo, en el futuro, se prevé que los índices de deuda comiencen a subir nuevamente en 2023 y seguirá aumentando alrededor de más de 1 punto porcentual por año a mediano plazo hasta 2028.
El nivel de deuda pública ahora es más elevado y se prevé que crezca más rápido de lo previsto antes de la pandemia, al mismo tiempo que el interés real las tasas también están subiendo. De acuerdo con el informe del Fondo, la deuda bruta de economías avanzadas representa el 112,4 por ciento de su PIB (el 82,5 por ciento neta); en las emergentes o en desarrollo, el 67,5 por ciento; en los países de bajos ingresos, de 48,5 por ciento y para América latina, el 68,6 por ciento.
Otro legado de la pandemia fue el rápido aumento de los precios, especialmente de los alimentos y la energía, que aumentaron al principio de la pandemia y luego se aceleraron con la invasión rusa de Ucrania. El aumento de la inflación en 2021 y 2022 ayudó a reducir los índices de endeudamiento. La dinámica de la deuda se deterioró en las economías de mercados emergentes y los países en desarrollo de bajos ingresos con una proporción considerable de deuda en moneda extranjera, ya que la depreciación de la moneda y el aumento de las tasas de interés se unieron a la inflación.
“A pesar de las múltiples oleadas de reformas fiscales en estos países, los ingresos siguen siendo obstinadamente insuficientes, 13,5 puntos porcentuales del PIB por debajo de los ingresos de las economías avanzadas. Esto exige esfuerzos renovados para aumentar la capacidad tributaria mantenerse por encima de los niveles previos a la pandemia en los próximos años. La perspectiva fiscal está sujeta a una gran incertidumbre a medida que la economía global se recupera de una serie de shocks. En los países en desarrollo de bajos ingresos, persisten las preocupaciones con respecto a la mayor vulnerabilidad de la deuda debido a los altos niveles de deuda, con 39 países que ya están en o cerca de sobre-endeudarse”, afirma el informe fiscal del Fondo. “El impacto de la inflación en las cuentas fiscales también depende de la redistribución, en este caso, entre el sector público y el sector privado”, concluye el organismo que exige ajuste a la Argentina.