El Gobierno ha afrontado la pandemia con un Estado quebrado por el sobreendeudamiento que legó el macrismo. No obstante, logró impedir un colapso del sistema de salud y una oleada de hambre por las restricciones que el virus le impone a la actividad. Trabajosamente, ha logrado inocular más de 17 millones de dosis y pronostica un avance más veloz en la cobertura de la totalidad de la población en los próximos meses.
Las perspectivas para la primavera son de superación del impacto que provocó la “segunda ola” del Covid-19 y la recuperación firme de la economía por la normalización de la producción y el consumo.
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La posibilidad cierta que el Gobierno supere la tragedia del virus global y clausure además la crisis autoinfligida por la gestión de Macri, ha disparado el aumento de la virulencia, ya intensa, de la oposición.
Sin embargo, se advierte cierto desplazamiento desde el terreno político-sanitario hacia la economía.
La designación, no sin tensiones, de Daniel Funes de Rioja al frente de la Unión Industrial Argentina no perfila una señal conciliadora hacia el Gobierno, en un marco de cierta tensión inflacionaria. Funes de Rioja es el actual presidente de la Coordinadora de Productores de Alimentos (CopAl), rubro que más ha incidido en la suba de precios desde que asumió el gobierno de la coalición peronista, tal como lo refleja el cuadro siguiente:
La Canasta Básica Alimentaria aumentó un 46% durante el 2020 y acumula un incremento del 21% en lo que va del 2021. Desde el inicio del Gobierno la suba llegó al 76%. No parece ser el mejor referente empresario para alcanzar un consenso sobre la estabilidad de precios de los alimentos.
Numerosos analistas ligados a los agentes económicos más poderosos han comenzado a reclamar con énfasis un acuerdo inmediato con el FMI que dote a la Argentina de “previsibilidad económica y permita normalizar la Cuenta Capital del balance de pagos”.
El pedido de “normalización” de la Cuenta Capital del Balance de Pagos encubre una presión para ofertar reservas internacionales atesoradas en el BCRA en los mercados cambiarios alternativos como el “dólar contado con liquidación” y viabilizar la salida de capitales.
De hecho, se pronunciaron reclamos explícitos en ese sentido, advirtiendo que una ampliación de la brecha entre la cotización del dólar mayorista oficial y la del dólar contado con liquidación podría producir desequilibrios graves en la economía.
En esta columna y desde los informes de coyuntura del equipo político-técnico del Senado bonaerense se señaló la importancia de que el BCRA acumule reservas en el marco de la bonanza de los precios internacionales.
En los últimos meses esto ha venido ocurriendo. El BCRA incrementó sus reservas brutas a lo largo del 2021 en u$s 3.333 millones. El grueso de este mayor atesoramiento ocurrió desde el mes de abril hasta el presente. En ese mismo lapso la cotización del dólar contado con liquidación comenzó a subir ampliando la brecha con del dólar mayorista oficial.
El cuadro que continúa revela cómo se ensancha la brecha cambiaria en tanto comienzan a acumularse más reservas en el BCRA:
La fortaleza del Banco Central expresada en un mayor volumen de reservas internacionales debiera ser un signo claro de tranquilidad cambiaria. No obstante, la suba de la cotización del dólar contado con liquidación marca un contrasentido técnico y pareciera convalidar el reclamo de entregar los dólares comprados por el Ente Rector monetario y cambiario.
La economía muestra señales de recuperación firmes, el avance del programa de vacunación promete un horizonte de libre circulación de bienes y personas en la primavera, hay capacidad ociosa industrial y disponibilidad de mano de obra y energía a costos accesibles. En consecuencia, están dadas las condiciones para una recuperación vigorosa de la economía en lo que resta del año.
Turbulencias inflacionarias y cambiarias, reclamos empresariales de reducción de impuestos y mayor flexibilización laboral, sólo se explican por razones políticas, no de contexto económico.
No deja de sorprender que se dispare una presión de requerimientos de orden económico cuando la nación está intentando dejar atrás una catástrofe acumulada de macrismo+virus, que el último lustro contrajo a la economía en un -13,5%. Y cuando en el horizonte aparece una posibilidad cierta de dar vuelta esa página nefasta.