La polémica instaurada por el aparato de medios opositores en torno a un falso proyecto para elevar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a la leche derivó en muchas aclaraciones sobre el sistema impositivo. Pero… ¿realmente sabemos qué es y cómo funciona este impuesto?
El IVA representa un importe que está presente en casi todas las operaciones de compra-venta de bienes y servicios que realizamos. Cuando vamos al kiosko, pagamos IVA; solo que al estar dentro del precio final no notamos su impacto.
Además, lo pagan los consumidores y lo recauda el Estado a través de la AFIP. Como consumidores finales, se abona dentro del precio de los productos y servicios que compramos.
Por ejemplo: si comprás una caja de fibrones a $ 200, dentro de esos $ 200 se encuentra el 21% de IVA. Es decir, si compraste por $ 200, pagaste $ 165,29 por el producto/servicio y $ 34,71 de IVA.
Cabe aclarar que el impuesto lo declaran y lo pagan los contribuyentes (empresas o personas alcanzadas por el impuesto) que deben hacer una declaración jurada mensual y registrarlo en sus libros contables. Los consumidores finales no deben presentar nada, solo lo hacen los que están registrados y dados de alta en ese impuesto.
La alícuota o porcentaje de IVA con mayor presencia y más común es la que asciende al 21%. Hay actividades que tienen menores alícuotas como el caso de las prestaciones de medicina prepaga cuyo porcentaje es del 10,5%. Y existen también algunos productos que no están sujetos al gravamen.
Dentro de la estructura general del ingreso al país, la masa coparticipable bruta se compone del 100% de lo recaudado por el impuesto a las Ganancias, el 89% del IVA y el 100% de los impuestos internos coparticipables, entre otros tributos menores. Por eso la caída del consumo impacta de lleno en la financiación de las provincias.