En cuatro meses y medio de aislamiento ante al COVID-19, el sector privado incrementó su tenencia en depósitos a plazo fijo y cajas de ahorro en 1,3 billones de pesos. El Gobierno apuesta a la movilización de estos recursos hacia la economía real para reactivar el consumo interno, una pieza clave para la recuperación de la actividad económica post pandemia. La disminución de la circulación para prevenir la propagación del coronavirus congeló el consumo, no sólo de quienes vieron reducido --o eliminado-- el ingreso en el hogar sino también por parte de quienes mantuvieron el nivel de entrada de recursos.
El destino de cada uno de los pesos emitidos explica dos fenómenos durante la pandemia: la enorme cantidad de recursos volcada por el Banco Central a la economía no generaron inflación, debido a la retracción del consumo, y la capacidad de ahorro en pesos se mantuvo como opción para mantener el poder adquisitivo del bolsillo de la familias. Sobre este último punto jugó en su favor las restricciones a la compra de divisas, una acto reflejo del pequeño ahorrista argentino.
Pese a que la pandemia llevó a la mayoría de los países (o casi todos) a revolear por los aires las eternas recetas de ajuste fiscal y contracción monetaria, analistas y economistas neoliberales reiteraron como un mantra los riesgos de la emisión de pesos por parte del Banco Central volcados a la economía. No es un debate nuevo. Sí es original la coyuntura en la que buscan enmarcarse estas remanidas concepciones, obviando el principal problema, derivado de una puja por la distribución de la riqueza en toda la región.
La pandemia volvió a poner en foco la necesidad de apuntar a dos elementos clave para la recuperación y sostenibilidad de la economía: las exportaciones para la generación de divisas y el mercado interno para estimular la producción y el empleo. Desde que se decretó el aislamiento preventivo ante la pandemia, el 20 de marzo último, la base monetaria creció en 376.121 millones de pesos, equivalente a un 18,6 por ciento, hasta los actuales 2,4 billones, según las cifras del BCRA hasta el 6 de agosto. Si bien no es un número menor, cuando se compara con el comportamiento de esos fondos y el efecto multiplicador del circulante, puede observarse que el aumento del ahorro fue muy superior a este incremento.
El volumen de dinero en cajas de ahorro en estos cuatro meses y medio pasó de 1,8 billones de pesos a 2,4 billones, lo que equivale a un aumento de 560.339 millones de pesos (o 30,1 por ciento), por encima del aumento de la base monetaria (efecto multiplicador). En el caso de los depósitos a plazo del sector privado en entidades financieras, el monto se incrementó en un 33,1 por ciento, equivalente a 728.890 millones de pesos, al pasar de 2,2 billones de pesos en marzo a superar la semana pasada los 2,9 billones. Se trata de 1,3 billones de pesos en que aumentaron los ahorros de particulares (incluyendo inversiones) que podrían dirigirse al consumo.
Obviamente, el crédito al sector privado, una herramienta más que necesaria en este contexto no creció en la misma cantidad, pese a las enormes ganancias de los bancos. Las entidades financieras incrementaron en el mismo período sus préstamos al sector privado en 310.068 millones de pesos (12,2 por ciento), para totalizar un stock de 2,8 billones.
En la medida en que se vaya a una "nueva normalidad" y las familias, aquellas que puedan hacerlo, comiencen a hacer efectivos sus consumos rezagados, la actividad económica comenzará a mostrar signos de reactivación. La actividad industrial y la construcción, donde más se encuentra rezagado el consumo, evidenció en junio y julio una mejora, según las mediciones del programa de compras Ahora 12 realizadas por el Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo. La cartera que conduce que Matías Kulfas indicó que, aunque todavía no se recuperaron los niveles plenos de producción pre pandemia, hay y recursos y potencial de crecimiento para el post.