En sólo cuestión de semanas, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió incrementar el precio del subte y los peajes, aumentar el área de estacionamiento medido y hasta crear un impuesto para el uso de tarjetas de crédito. Todas estas medidas impactarán de lleno en la clase media, pero algunas también en la baja, que usa el transporte público e incluso una porción se encuentra bancarizada. El mandamás porteño, Horacio Rodríguez Larreta, argumentó que necesita nuevos ingresos por sufrir una baja en la coparticipación, aunque omitió que no redujo los impuestos cuando Cambiemos le cedió esa transferencia multimillonaria. En ese momento hizo todo lo contrario: los aumentó.
Desde hoy Ciudad incrementó 10% el boleto del subterráneo, lo que lo llevó de los $ 19 a los $ 21. Si bien lo apoyaron en que la tarifa había quedado desfasada respecto del costo de operación, la “tarifa técnica” que presenta el Ejecutivo cada año es cuestionada por los trabajadores por su falta de transparencia y detalle.
En el caso de las autopistas porteñas, Larreta propondrá una suba del 55% en una audiencia pública que se llevará adelante en las próximas semanas. La administración del PRO prevé que ya entre en vigencia para enero, después de las fiestas de fin de año. El Gobierno explicó que esta alza servirá para garantizar el mantenimiento y correcto funcionamiento de los servicios, un argumento común para la quita de subsidios y suba de servicios que no acostumbra redundar en mejoras o mayores inversiones.
También con espíritu recaudatorio, el Gobierno ingresó a la Legislatura un proyecto para ampliar el estacionamiento medido a todos los barrios de la Ciudad. Con esto busca separar el sistema de parquímetros del de acarreo, que tiene contratos vencidos desde hace 20 años. Además, todos los pagos pasarán a realizarse por una aplicación del celular en lugar de los medidores ubicados en la vereda.
Por último, Larreta planteó en el Legislativo porteño la creación de un nuevo impuesto del 1,2% sobre el consumo total de las tarjetas de crédito. Mientras que el Frente de Todos propuso a nivel nacional un aporte extraordinario al 0,02% de la población, tenedores de grandes fortunas, la iniciativa del PRO en la Ciudad recaudará sobre todos los hogares que intentan postergar el pago de su consumo presente. Es decir, le cobrará a las denominadas “clase media” y “baja” bancarizada. El FDT porteño fue directo al denunciar que estas medidas implican un "ajuste brutal" que "va a afectar a los que menos tienen".
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Todo esto fue justificado por el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, como una respuesta a la quita de coparticipación del Ejecutivo nacional. Ayer, ante la Legislatura, el funcionario estimó que recibirán $ 13.000 millones menos este año por este concepto.
No obstante, cuando Nación le había entregado este dinero, la Ciudad no bajó los impuestos, sino que los incrementó. De hecho, en 2020 el alumbrado, barrido y limpieza (ABL) se ajustó por inflación, luego de que en 2019 los precios escalaran 53,9%.
En rigor de la verdad, la medida de Nación se trató de una devolución de una parte del multimillonario regalo que le hizo Mauricio Macri a Larreta. Ni un mes después de haber asumido como Presidente, en enero de 2016, el fundador del PRO le había aumentado a la Ciudad de forma arbitraria e inconsulta el índice de “copa” del 1,4% al 3,75% para financiar una fuerza de seguridad propia.
Esos 2,35 puntos porcentuales entregados al gobernador de su mismo signo político y que maneja la jurisdicción con mayor PBI per cápita del país implicó una injusticia con las 24 provincias restantes. No sólo se quejaron los representantes de las que aportan mucho más de lo que reciben sino también las que dependen de Nación para sanear inequidades en la distribución, verdadera razón por la que fue creada esta herramienta.
En pos de resolver esta tropelía, Alberto Fernández le obligó a Larreta a devolver 1 punto de los 2,35 adicionales, que al año representa $ 35.000 millones, pero que descubrió excede los costos de la Policía de la Ciudad. Es decir, debió renunciar a un obsequio de Macri que no usó para su gasto específico ni había redundado en un alivio en la presión tributaria de los hogares porteños, sino que lo había sumado a la gigantesca caja porteña.