La visita del ministro de Economía a China fue más allá de la situación coyuntural que atraviesa la economía argentina, y si bien las negociaciones tienen un fuerte impacto en el nudo nacional actual, los intercambios con el gigante asiático marcan y seguirán profundizando un nuevo esquema de poder global.
Argentina acumula un saldo comercial negativo crónico con la potencia asiática, sin ir más lejos en el primer cuatrimestre del año el déficit comercial fue de 2.597 millones de dólares, guarismos que con alguna que otra alteración signan las relaciones bilaterales entre los dos países. En definitiva, ese déficit se origina en las particulares canasta de bienes y servicios que cada país ofrece, Argentina provee bienes primarios y China industriales.
Ahora bien, en este marco cabe realizar dos preguntas fundamentales: ¿Las importaciones desde China compiten con la oferta local de producción nacional? y ¿las exportaciones chinas modifican la relación con nuestros socios comerciales? La respuesta permite vislumbrar el destino del desarrollo industrial argentino y establecer lineamientos de comportamientos estratégicos hacia el futuro.
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Competencia por la oferta local
La industria Argentina tiene como principal y casi único cliente a los consumidores argentinos, las importaciones chinas representan entre el 15 y el 20 por ciento del total de bienes y servicios que el país recibe del mundo, por lo tanto, el análisis de la composición de estas importaciones puede responder a la primera pregunta.
De acuerdo a estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el desplazamiento de la producción industrial argentina por parte de las importaciones de origen chino es un fenómeno acotado a sectores específicos.
El más notorio es el sector de maquinaria de oficina e informática, en el que China acaparó casi la totalidad del crecimiento del consumo interno. Otros sectores en los que las importaciones chinas alcanzaron relevancia son el de la Maquinaria y Equipo y el de los Aparatos Eléctricos.
En informática, el gigante asiatico se volvió imbatible a nivel global y desde el principios de los 2000 no hizo más que reemplazar a la Unión Europea (UE) y a los Estados Unidos del mercado local. Por lo tanto el salto exportador chino nunca compite con las industrias locales que fueron y son prácticamente inexistentes sino con los proveedores alternativos de otras latitudes.
Como sostiene la Cepal, a pesar de que China se haya convertido en el principal productor mundial de vehículos, su producción se vuelca casi en su totalidad a su mercado interno. Esto supone que sus empresas están aún poco globalizadas y que no tiene gran injerencia en el sector automotriz local que se encuentra bajo un régimen de alta regionalización fruto de los acuerdos del Mercosur con Brasil.
Donde el impacto importador resulta más pernicioso es en el de equipos electrónicos donde los asiáticos descollan por su productividad y variedad de productos y desplazan poco a poco a las producciones de Tierra del Fuego, que posee un régimen de incentivos que no ha logrado consolidar las capacidades productivas y tecnológicas del sector, que se orienta principalmente al ensamblado de productos para el mercado interno e importa los componentes de mayor valor agregado.
Desplazamiento en otros mercados
Al hablar de terceros mercados a los que Argentina exporta valor agregado, se indica fundamentalmente al mercado brasileño. Aquí es donde el punto crecimiento Chino muestra su peor cara para los industriales locales.
El comercio entre el Brasil y China creció con un empuje especial en los últimos 30 años. Ese impulso convirtió al gigante asiatico en el principal socio comercial del país vecino vecino desplazando a los Estados Unidos y la Argentina de aquel podio. Como demuestran los estudios de la Cepal en 2004, las importaciones industriales brasileñas provenientes de la Argentina superan a las provenientes de China. Sin embargo, debido a su crecimiento acelerado, las importaciones chinas pasaron de representar el 7% del mercado brasileño en 2004 a acaparar el 23% en 2022.
Pero la pérdida de relevancia de las exportaciones nacionales a Brasil se fundamentan en el acelerado crecimiento que experimentó el país vecino en las últimas décadas. Ese crecimiento permitió ampliar el comercio de Brasil e importar una mayor cantidad de bienes y servicios. Argentina, salvo en el caso de la industria automotriz, no participó de esa gran expansión del mercado brasileño. En cambio, en esta misma etapa, China cuadruplicó sus exportaciones al Brasil.
Reinsertar la oferta industrial de Argentina en Brasil es un gran desafío local. En términos de productividad y capacidad manufacturera, Argentina se encuentra a años luz de la potencialidad China, por lo que la participación nacional en el mercado vecino se verá circunscripta a logros políticos en el marco del Mercosur y en una mayor complementariedad del entramado industrial que permita la elaboración conjunta de piezas y productos con destino común imitando los logros del sector automotriz.
Los nuevos acuerdos sellados por el ministro en su visita a China, estabilizarán el frente externo y darán mayor aire al manejo de la delicada situación local, pero estos deben conferir una plataforma que permita disolver los nudos futuros e implementar las nuevas estrategia de inserción productiva nacional.
Si bien las importaciones de origen chino tienen efecto un limitado en lo que se refiere a al desplazamiento de la producción industrial argentina en su mercado interno, el desplazamiento que el gigante asiático lleva a cabo sobre otros proveedores nacionales amenaza con agravar la relación deficitaria.
Aquí es donde el alineamiento político debe cristalizar una estrategia de agregación de valor local para que las relaciones bilaterales tienden a disminuir la negatividad crónica de la balanza comercial y que permitan potenciar la inserción de productos nacionales en países vecinos para obtener de otros lo que no se puede tener de China.