El dólar como institución: enojarse no es buena opción

17 de septiembre, 2020 | 13.10

“De nuevo otra vez” es una película de la escritora y cineasta Romina Paula. Un buen drama, de esos cotidianos, en donde la protagonista regresa a la casa familiar después de que fue madre pero (disculpen el spoiler) luego de varias búsquedas personales se vuelve a encontrar con quien era o es su novio ¿Por qué hablar de esta película si de lo que vamos a hablar es del dólar? Porque supongo que ayer varios dijimos: “de nuevo otra vez”.

El martes 15 del corriente mes el Banco Central de la República Argentina (BCRA) señaló, en su comunicado oficial, que tomaron “medidas para promover una más eficiente asignación de las divisas; evitar operaciones disruptivas de inversores no residentes sobre los mercados financieros; favorecer el desarrollo del mercado de capitales local; sentar los lineamientos para una renegociación de la deuda privada externa compatible con el normal funcionamiento del mercado de cambios, y priorizar a las pequeñas y medianas empresas en la asignación de créditos para la prefinanciación de exportaciones”.

En primer lugar, esto implicó que se mantiene el cupo de 200 dólares para la compra que determinó la administración de Cambiemos en octubre de 2019 pero se estableció que a partir del 1 de septiembre de 2020 los pagos realizados por los consumos en moneda extranjera con tarjetas de crédito o débito se tomarán a cuenta del cupo mensual. “No habrá tope al consumo con tarjetas (débito y crédito) y cuando los gastos mensuales superen el cupo, absorben el de los meses subsiguientes”, explicaron desde la entidad monetaria.

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Por otro lado, se estableció un recargo del 35 por ciento para la compra de divisas para ahorro como para gastos con tarjetas de créditos al exterior que podrá deducirse del Impuestos a las Ganancias. Por su parte, las compras de medicamentos, libros, utilización de plataformas educativas y software con fines educativos quedaron excluidos.

En relación a la reestructuración de deudas financieras del sector privado en moneda externa se invita a que continúen con el proceso de desendeudamiento en moneda extranjera en curso. En este marco, las empresas con vencimientos mensuales superiores a 1 millón de dólares tendrán un período de gracia para el trámite de las renegociaciones con los acreedores y se les considerará la posibilidad de la cancelación de hasta el 40% de los vencimientos de capital.

Pero salgamos del comunicado que mucho no nos importa para lo que generan este tipo de medidas. 

Luego del anuncio por diferentes redes sociales, canales de televisión, programas de radio y grupos de whatsapp circularon un sinfin de comentarios. Hubo memes, videos de tik tok y hasta tendencia en twitter. Algunos se mostraron enojados con el gobierno por cercenar derechos individuales y otros con la administración anterior por decidir que el país se endeude como pocas veces en su historia. ¿Pero qué pasa con el dólar? ¿Por qué despierta tantas pasiones? Para eso vamos a ir de lleno al libro “El dólar. Historia de una moneda argentina”, de Mariana Luzzi y Ariel Wilkis, dos sociólogos especialistas en sociología económica que se propusieron analizar el proceso de popularización del dólar en la Argentina.

En primer lugar, los sociólogos indicaron que existen dos interpretaciones respecto a la preferencia argentina por el dólar. Una de ellas indica que el motivo se debe a fuertes períodos inflacionarios por lo que la divisa extranjera resulta un refugio “natural”. La otra señala que la causa principal es por las condiciones estructurales de la economía argentina: la famosa restricción externa (falta de dólares para financiar el desarrollo del país). Esto es lo que mayormente escuchamos en la televisión de parte de economistas, periodistas y aficionados. Sin embargo, según explicaron los investigadores, “sin una serie de mediaciones previas muy determinantes, jamás habría sido posible esa incorporación de la moneda norteamericana en las prácticas de ahorro, inversión, crédito y consumo de sectores y actores con escaso contacto previo con el mercado financiero y cambiario”.

A su vez, algo fundamental para entender el ¿Por qué acá? Es que ni la inflación, ni la restricción externa son exclusivas de este país por eso Luzzi y Wilkis explicaron que el proceso de popularización del dólar vincula instituciones monetarias con prácticas financieras individuales y que otorga herramientas para que nos podamos mover en el mercado cambiario ¿O acaso cuántos de ustedes que están leyendo esta nota invierten en la bolsa?

Luzzi y Wilkis explicaron que los primeros controles cambiarios datan de septiembre de 1931. Hace bastante tiempo ya. Luego vino la conferencia de las Naciones Unidas en Bretton Woods que le dio centralidad mundial a la moneda estadounidense y desde Perón hasta los militares con inflación, endeudamiento, y después hiperinflación, uno a uno, corralito y medios de comunicación hablando cada día de la cotización de la divisa extranjera no hubo un solo gobierno que no tenga un “tema” con el dólar.

En este sentido, retomando a los autores, se puede dar cuenta cómo el valor de esta moneda forma parte de nuestra cotidianidad. “Cada mañana, nos dicen, lo primero que necesitamos saber es la temperatura, el estado del tránsito y la cotización del dólar. Datos esenciales para la vida cotidiana en la gran ciudad. El dólar es ese número abstracto con que empezamos el día, pero es también un objeto, concreto y conocido”, explicaron los investigadores.

Según escribió Viviana Zelizer en “El Significado Social del Dinero” interpretar el dinero desde una óptica meramente económica es dejarlo en un mundo en el cual individuos sin trabas se comportan como participantes racionales en las transacciones de mercado, haciendo distinciones solo de precio y cantidad. Hasta ahora esas explicaciones no habrían dado cuenta de que pasa con el dólar en nuestro país.

De esta manera, y a diferencia del saber “experto”, por varios factores que no tienen que ver exclusivamente con la inflación, ni con la restricción externa, el dólar se convirtió, en palabras de Luzzi y Wilkis, en una institución política argentina. Tanto los actores políticos como el público en general observan en la cotización del dólar un indicador, pero no es cualquier indicador, es el número que permite evaluar a un gobierno, pronosticar futuro y, sobre todo, es “medio para actuar”.

¿Y entonces? ¿Qué hacer? No enojarse con una práctica instaurada puede ser un primer paso. No establecer binarismos entre buenos que apuestan a la producción y malos que ahorran en dólares otro. Que el BCRA no se puede quedar sin reservas y que endeudarse no es opción es el punto de partida pero el punto de llegada para impulsar un proyecto político que tenga como bandera la apuesta a la soberanía no pueden ser normativas. Las normativas no cambian el quehacer cotidiano. A veces todo lo contrario. 

 

*Socióloga y periodista. Maestranda en Sociología Económica.