Las familias destinan el 20% de sus gastos al consumo de carne

El precio de la carne influye de forma determinante en el poder adquisitivo de los hogares y en la inflación. Argentina pasó a exportar el 29% de su producción.

18 de mayo, 2021 | 05.00

El 20% del gasto promedio de las familias se destina a la compra de carne debido a los incrementos de precios sucesivos, lo que a la vez derivó en un menor consumo. Mientras se achicó el mercado interno, la exportación creció 297% desde 2015, motivado por el esquema que impuso la gestión de Cambiemos. El principal destino, por lejos, es China.

El precio de la carne influye de forma determinante en el poder adquisitivo de los hogares y en la inflación. Este guarda el 8% de la participación promedio sobre el IPC del INDEC.

Cada argentino hoy consume en promedio 15 kilos de carne menos por año que en 2015. Mientras que en 2015 la cuenta daba 58,6 kilos per cápita, la actual se redujo a 43,7 kg.

Mauricio Macri cambió las reglas del sector por completo, con la pretensión de transferir ingresos al sector, principalmente a los exportadores, para aumentar la producción y bajar los precios. La segunda parte no sólo no se dio, sino que ocurrió exactamente lo contrario: el precio promedio de venta al público del asado escaló 275,8%, de $ 77,30 a $ 290,47, de acuerdo a un reciente informe manejado por el Gobierno al que El Destape tuvo acceso.

El incremento de la producción sí se cumplió, con un alza del 4,9% del stock ganadero de 2015 a 2019 a 54 millones de animales y un 14,5% de suba en las faenas a 13,9 millones por año. No obstante, este guarismo final se vio distorsionados por una aceleración del último año del macrismo, motivada por la devaluación del segundo semestre. Si se toma el promedio de faena entre 2016 y 2019, varió nada más que 6% en relación a 2015.

¿A dónde fue a parar la producción?

El consumo local perdió 19% desde 2015, mientras que lo que creció fue la exportación y en un 297%. Argentina, que en el último año de la administración de Cristina Fernández de Kirchner destinaba al comercio internacional el 7,7% de su producción, para el fin del macrismo derivaba el 21,7% al mercado externo y hoy día el 29,1%.

El gran aumento de las exportaciones respecto a la producción explica la pérdida de consumo de carne en el país, con un impacto menor en el ingreso de divisas. El último dato no resulta menor, ya que el ingreso de dólares del sector en el período 2016-2019 equivale al 3% del total de las ventas interancionales: tan solo U$S 7.400 millones.

Para recuperar el consumo de 2015 se debería volcar al mercado interno el 70% del volumen exportado el año pasado. Se trata de 600.000 toneladas de carne.

El 15% del total exportado se dirigió a la Unión Europea, Israel y otros destinos que consumen cortes de alto valor. A estos productos se les aplican retenciones del 9%.

Los mercados tradicionales, no obstante, explican la minoría de las ventas. El 75% de las exportaciones hoy van a China, lo que equivale a 109 millones de kilos. Estas crecieron 1.138% desde 2015. Vale la pena aclarar que el precio promedio de venta local ($ 656) resulta 129% superior al de exportación ($ 286), dado se trata de cortes de menor valor.

Es por esto que si se mide en dinero, la participación del gigante asiático se reduce al 60%, aunque se mantiene en primer lugar. De este modo, el país transfiere divisas por U$S 3,34 el kilo, muy por debajo del promedio de U$S 4,20, y aún menor a los U$S 8,60 de Alemania.

Las ventas a China compiten con el consumo local. De hecho, la pérdida de consumo de las familias argentinas es prácticamente igual al volumen de exportaciones a china, que se hace a precios más bajos.

¿Por qué entonces creció tanto el volumen exportado a China si conviene más el mercado local? En primer lugar, no deben dejarse de lado las denuncias por subfacturación y fuga de divisas. Pero además se dio por la posibilidad de ubicar cortes de muy baja calidad (aunque no son todas las exportaciones), además de que mejora de costos operativos de los frigoríficos exportadores al aumentar escala y porque les plantea un objetivo de mediano y largo plazo de ganar clientes con demanda asegurada frente a vaivenes de la interna.

¿Cómo se llegó a esta situación?

De 2003 a 2015 el kirchnerismo desplegó un esquema de incentivos en el mercado de la carne con cuatro pilares. Guardó el objetivo de mantener abastecido el mercado interno a precios razonables.

En primer lugar, aplicó retenciones del 15% para desacoplar el precio internacional y desincentivar a desabastecer las góndolas, con un equilibrio de las rentabilidades relativas entre mercado local y las exportaciones.

Como segundo punto creó ROEs y cupos de exportación para administrar el comercio exterior y así evitar desajustes entre la demanda y la oferta fronteras adentro que puedan generar presiones en los precios. Además, realizó una administración del tipo de cambio para reducir la volatilidad del dólar y así minimizar impactos fuertes de la cotización en los productos.

Por último, llevó adelante una intervención y un seguimiento en los mercados locales (especialmente en Liniers) para contener presiones de costos del ganando en pie en los precios en mostrador. Esto incluyó el monitoreo de los principales actores del mercado para evitar maniobras especulativas.

El arribo de Macri implicó una patada al tablero. Se eliminaron por completo las retenciones a la carne inicialmente, aunque en 2018 se restableció una alícuota de 12% con tope de $3 por dólar, lo que representaban en 2019 un 5% efectivo. Se quitaron los ROEs y los cupos para liberalizar el comercio exterior, pero también se borraron las herramientas de control, intervención y acuerdos de precios.

Por último, la volatilidad cambiaria y las devaluaciones generaron impulsos inflacionarios. La inestabilidad del dólar y las expectativas de continuas subas terminaron de disparar los precios internos.