El 2022 cerró con un récord histórico para el sector agropecuario. Gracias a la implementación del Programa Incremento Exportador I y II, las exportaciones efectivas -de los principales granos y derivados- alcanzaron guarismos alrededor de los US$ 41.500 millones, arrojando al olvido el récord del año previo de unos US $38.000 millones. De acuerdo a lo registrado por Cepa, diciembre fue el mes de mejor desempeño desde el año 2006, que se llevan los registros mensuales de divisas. El indicador creció 34% vs. 2021 y 112% en su valoración intermensual.
Pese a que el dólar soja nace como una respuesta o claudicación, depende de quien mire, del Gobierno al chantaje de parte del sector agropecuario, el resultado en materias de reservas fue favorable y le permitió al BCRA cerrar el último mes del año con intervenciones positivas en el mercado por US$ 1.987 millones.el Banco Central. Aún así, es necesario aclarar que la implementación de estos tipos de cambio especiales ponen al Gobierno a caminar por una línea delgada en 2023.
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Más allá de que otros vectores exportadores pueden reclamar el beneficio en el próximo año, será cuestión de fortalezas y debilidades que se materialice la obtención o no del subsidio a los envíos en el exterior. El dólar soja produjo un descalce entre las exportaciones efectivas y liquidación de divisas que tarde o temprano va a impactar en el desarrollo de las operaciones.
Las diferentes velocidades en torno a la exportación y la liquidación son hechos comunes en el sector y se originan cuando los productores realizan ventas de granos a fijar precio o ventas por un volumen mayor al que los exportadores despachan. Las dos ediciones del Programa Incremento Exportador propulsaron esa brecha. Es precisamente por esto, que la liquidación de divisas del agro en el 2022 llegó a los US$ 44.000 millones, quedando por encima de la exportación efectiva del año, US$ 41.450 millones. El dólar soja hace que parte de los dólares generados por lo que se va a exportar en los primeros meses del 2023 ya hayan ingresado con anterioridad.
Es aquí donde se hace presente el llamado de atención a la cartera económica conducida por Sergio Massa. La Bolsa de Comercio de Rosario, prevé que para el 2023 la liquidación de divisas del agro caiga en una magnitud mayor a la caída en las exportaciones efectivas, precisamente por los efectos de la implementación del PIE I y PIE II. Para el nuevo año se estima una liquidación de US$ 33.350 millones del sector vs. US$ 37.550 millones de exportaciones.
De todas maneras el dólar soja no es el culpable de la menor producción proyectada por la entidad rosarina. La falta de humedad producto del evento climático La Niña, que atraviesa su tercer año consecutivo, y el aumento en el costo de los fertilizantes que produce la guerra de Rusia y la OTAN en territorio ucraniano hace caer la superficie sembrada en la nueva campaña y augura la producción de granos más baja en 5 años. En lo que concierne a las oleaginosas, la superficie sembrada total registra una suba del 6%, aunque por las limitaciones a la productividad el fruto de las cosechas aumentaría apenas un 2% a 49,3 Mt. Respecto de los cereales, para la 2022/23 se prevé una caída del área sembrada del 9% pero del 20% en producción total, informa la Bolsa de Comercio.
El acierto del Gobierno
La restauración del diferencial arancelario que beneficia la exportación de derivados de soja en lugar de la exportación de grano sin procesar, esmerila que los malos augurios que se vaticinan sobre el sector no afecten a una de sus principales engranajes, el eslabón industrial. Priorizar la agregación de valor, que siempre es la mejor alternativa, trajo consigo beneficios positivos en la cadena oleaginosa y permite a la industria aceitera sostenerse relativamente en mejores niveles que los despachos de granos sin agregado de valor. La absorción destinada a la producción de aceite a partir de las semillas oleaginosas como la molinería de cereales se mantendría mayormente estable, cediendo apenas un 1%