El efecto negativo del dólar soja que beneficia a un sector del campo

La molienda de soja para aceite y harina se encuentra estancada desde 2015, pese a los incentivos fiscales para su industrialización.

29 de noviembre, 2022 | 11.20

Junto con el restablecimiento del Programa de Incentivo a la Exportación para el sector agropecuario, conocido como dólar soja, conlleva una medida adicional (por omisión) que le otorga un beneficio extra a la actividad. Además de ofrecerle un dólar hasta fin de año con un precio diferencial de 230 pesos por unidad, se le da fin a la suba de dos puntos en la retenciones (de 31 a 33 por ciento) y vuelve al 31 por ciento para subproductos industrializados de la oleaginosa; básicamente aceite y harina, con el objetivo de estimular la molienda local y, con ello, la agregación de valor.

Las cifras que releva de la propia cámara empresarial que nuclea a las principales aceiteras y cerealeras del país reconoce que la primera edición del dólar sojero solo profundizó la primarización de las exportaciones, disparándose la venta externa del poroto sin procesar en desmedro de la comercialización de aceites y harinas, las cuales se encuentran estancadas desde 2015.

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El diferencial de dos puntos entre la alícuota del derecho de exportación sobre el grano, que paga el 33 por ciento, y sus derivados, que vuelven al 31 por ciento, lo mantuvo el Gobierno con el objetivo de estimular la tecnificación de la industria molinera. A mediados de año se eliminó esa gap para financiar con los dos puntos extra en harinas y aceites un fideicomiso que tenía como destinos subsidiar la bolsa de harina de trigo (lo que se conoce como subsidios privados cruzados). Desde la industria molinera pusieron el grito en el cielo, asegurando que se revertiría la industrialización del sector.

Lo que sucedió desde entonces fue un sistemático retaceo en la liquidación y venta de granos en el mercado oficial, presionando sobre el tipo de cambio. Finalmente, en septiembre el equipo económico que comanda el ministro Sergio Massa convalidó un dólar a 200 pesos para estimular la venta de granos de los productores. La industria aseguraba que mejoraría la utilización de la capacidad instalada, porque ante la falta de insumos no estaban pudiendo llevar a cabo la molienda. Lo que sucedió fue lo contrario: “hubo una mayor primarización de las exportaciones”.

“Durante septiembre  hubo un fuerte aumento en las exportaciones de poroto de soja, mientras bajaban las exportaciones de aceite y harina”, destaca el monitor comercial de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA-CEC). Durante septiembre se exportaron 1.164.000 toneladas de poroto de soja, con un aumento de 252 por ciento con respecto al mes previo (331.000 toneladas). Por su parte, las exportaciones de aceite de soja perdieron 122.000 toneladas (el 28,4 por ciento) y las de harina de soja se redujeron en 91.000 toneladas (el 5 por ciento).

En la nueva edición del dólar sojero, a 230 pesos por billete verde, no se renovó la suba de la alícuota diferencial para harina y aceite de soja, respondiendo “al pedido del sector”. Sin embargo, la primarización de las ventas externas del sector agroexportador ya acumula siete años, incluyendo los cuatro años de macrismo con eliminación total de las reteciones a casi todos los granos.

“La molienda de soja en Argentina se encuentra congelada desde 2015”, advierte el informe del Ciara. De acuerdo con la cámara empresaria, esto derivó en que se redujera la capacidad de utilización de molienda de soja, del 56 al 49 por ciento y en consecuencia aumento la capacidad ociosa. En septiembre pasado, en pleno dólar sojero, la capacidad ociosa llegó a superar el 55 por ciento. Para el año próximo, se prevé que la molienda de soja en Argentina ascienda a 41 millones de toneladas, “un aumento poco significativo del 1 por ciento (270.000 toneladas) con respecto del 2015”, señala el Ciara.