Tras caer 4,1 por ciento por el arribo de la pandemia en 2020, su peor registro en 30 años, la ausencia de una política integral en Brasil derivará que este año se encamine a cerrarlo por debajo de las expectativas oficiales. El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) informó este jueves que la economía brasileña entró formalmente en recesión, tras haber arrojado en el tercer trimestre una caída de 0,1 por ciento, que se suma al retroceso de 0,4 por ciento del segundo trimestre. Cuando una economía acumula dos trimestres de caída se la considera técnicamente en recesión.
El principal motivo de la caída del Producto fue el deterioro de la actividad agropecuaria, que se desmoronó 8 por ciento en el tercer trimestre. El interrogante de este desempeño de la administración Bolsonaro será el impacto en la Argentina, dado que Brasil es su principal socio comercial. La clave será la elasticidad de la economía argentina para adaptarse a los cambios en el intercambio comercial.
Aunque se mantiene la expectativa de que la economía brasileña cierre el año con un rebote cercano a 4,7 por ciento, los analistas anticipan que será el peor desempeño entre las 20 principales países del mundo que integran el G-20 el año próximo. Por el pésimo manejo sanitario de la pandemia en su país, al que llamó "gripezinha", Bolsonaro no logró crear bases sólidas para la recuperación de este año, mientras los efectos del COVID-19 sigue impactando en la actividad económica.
De acuerdo con datos divulgados este jueves por IBGE, el PBI de Brasil se encuentra en niveles cercanos a la pre pandemia, principalmente por el fuerte rebote que se dio en el primer trimestre del 2021. Sin embargo, las exportaciones de bienes y servicios cayeron 9,8 por ciento en el tercer trimestre y no hubo una mejora de la actividad industrial. Comparado con el tercer trimestre de 2020, el PIB brasileño creció 4 por ciento y en doce meses acumula de un 3,9 por ciento.
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En lo que val del año el real lleva perdido un tercio de su valor frente al dólar y el mes pasado el Banco Central de Brasil debió vender 1000 millones de dólares en swaps cambiarios en un sólo día para evitar un salto devaluatorio. A esto se suma una suba histórica en la tasa de interés rectora del sistema financiero, que ralentiza la recuperación económica del gigante sudamericano por vía del crédito.
La inflación se disparó a más del 10 por ciento, mientras que el desempleo se mantiene cerca de niveles récord. En simultáneo, el país enfrenta una crisis política con bajos índice de aprobación que evidencia la gestión de Bolsonaro y una investigación del Senado que pide cargos criminales por su manejo de la pandemia.
El impacto en la Argentina
Este menor despegue de Brasil podría complicar la ecuación comercial con Argentina, que comienza a perder competitividad con el país vecino. Desde 2019 el tipo de cambio real multilateral del peso frente al real Brasil se apreció 47,5 por ciento, al pasar el índice de 135 a las actuales 91,50 unidades y se ubica en su menor valor desde enero de 2016.
Cada punto de crecimiento de Brasil tracciona un cuarto del PBI Argentino, según estimaciones de consultoras privadas, mientras que la economía de Bolsonaro se desmorona rápidamente y se espera que cierre con el peor desempeño de los principales países del mundo. El impacto en el país vendrá por el lado del comercio, donde aparecerán oportunidades y desafíos.
Mientras en Brasil la actividad agropecuaria arrastra a la baja el Producto, principalmente por la sequía que se está registrando en la zona, en la Argentina el sector opera en niveles récord de producción, exportación y hasta de liquidación de divisas. El problema seguirá siendo la restricción externa Argentina y la posibilidad de que el freno en Brasil impida impulsar exportaciones con valor agregado al país vecino y no primarizar las ventas.
En noviembre se aceleraron las exportaciones argentinas hacia Brasil, alcanzando el registro más elevado desde octubre de 2013. Las exportaciones al país vecino se expandieron un 99,6 por ciento interanual, al sumar 1355 millones de dólares; siendo el undécimo incremento consecutivo y el registro más elevado desde octubre de 2013, mientras que las importaciones desde aquel destino fueron de 1047 millones y mostraron un aumento del 11,5 por ciento frente a noviembre de 2020. El saldo comercial fue un superávit para la Argentina de 307 millones de dólares el mes pasado.
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Respecto al acumulado del año, en el período enero-noviembre, el flujo de comercio entre ambas economías se incrementó un 46,1 por ciento interanual, mientras que el déficit comercial de Argentina mostró una disminución de 64,8 por ciento. Este desempeño responde al crecimiento de las exportaciones de Argentina hacia Brasil (50,6 por ciento), que superó el avance de las importaciones argentinas desde Brasil (42 por ciento) en dicho período.
La suba de las exportaciones de Argentina hacia Brasil correspondió a vehículos de motor para transporte de mercancías, vehículos de turismo y trigo y centeno sin moler, mientras que el incremento en las importaciones se explicó principalmente por vehículos de turismo, piezas y accesorios de vehículos automotores y minerales de hierro y sus concentrados, según un informe de la Cámara Argentina de Comercio (CAC).
En octubre, representantes de las terminales automotrices que integran la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) se reunieron el Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina, Santiago Cafiero y su par de Relaciones Exteriores del Brasil, Carlos França, en Brasilia. El objetivo fue trabajar en la complementariedad entre la agenda interna y externa del bloque Mercosur para profundizar la integración.
El temario se concentró en los problemas de competitividad regional todavía no resueltos y en promover la generación de valor. La clave es lo que sucederá con la déficit estructural del sector. La secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca, la participación de la industria automotriz local en el total de patentamientos en la Argentina se incrementó al 54 por ciento, con una mayor integración de partes locales, lo cual había caído fuertemente en los últimos años. Si se reduce la demanda importada de Brasil, el sector automotriz podría ser uno de los más afectados.