Fueron tres en uno. El 2022 tuvo tres puntos de quiebre en los cuales la economía debió recalcular la senda, aunque nunca se llegó a resetear el destino ni a cambiar la estrategia. El acuerdo con el Fondo Monetario que se firmó a principio de año marcaría el camino de la economía durante todo el ejercicio y, seguramente, durante las próximas décadas. No obstante, hubo dos hechos que dividieron en tres al año económico: la guerra entre Rusia y Ucrania y la salida abrupta e irresponsable de Martín Guzmán del Ministerio de Economía que generó dos meses de fuerte incertidumbre financiera.
La volatilidad financiera impactó de forma directa en los precios y los principales perjudicados fueron los ingresos de los hogares, con un nuevo recorte en su poder adquisitivo. Una fuerte mejora en el empleo, con niveles récord de creación de puestos; un segundo año de crecimiento de la actividad económica que consolida el despegue de 2021; un aumento histórico en los niveles de inversión y un ingreso extraordinario del complejo exportador caracterizaron el resultado del año, aunque no llegaron a hacerse palpable en una mejora para la mayoría de la población.
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El balance punta a punta muestra una mayor apropiación de la riqueza por parte de las empresas y una menor participación de los salarios.
Tres momentos
Luego de varios meses de negociación, en enero el Gobierno anuncia un acuerdo con el FMI para refinanciar con otro préstamo el empréstito pactado por el macrismo por 44.500 millones de dólares. Ante la inminencia del vencimiento de unos 20.000 millones de dólares con el organismo y la imposibilidad de pagarse bajo cualquier proyección realista, el equipo económico a cargo entonces de Guzmán, decidió ir por el arreglo y no entrar en mora con el FMI. El acuerdo contempló una serie de recortes en materia de gasto público, de emisión de pesos y financiamiento el Tesoro. El programa tiene un componente inflacionario, el cual está vinculado con la indexación de la economía (especialmente del tipo de cambio) con la inflación pasada.
Las mieles no duraron mucho. La invasión de Rusia en Ucrania reconfiguró el escenario global. "El estallido de la guerra Rusia-Ucrania a finales de febrero, que generó mayores presiones inflacionaria a nivel global vía un salto en los precios de la energía y los alimentos y más elevados costos de transporte, impulsó la inflación a nivel local a un pico de 6,5 por ciento promedio en marzo-abril, alterando el escenario nominal hacia un escalón más alto y poniendo en tensión los objetivos del acuerdo", señala el informe de Ecolatina.
La consultora fundada por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna y el economista y funcionario de Cambiemos Ricardo Delgado reconoce que "persistió la mejora de la economía real: el PIB acumuló un crecimiento de 6,5 por ciento en el primer semestre, con un consumo privado que se vio dinamizado por la aceleración de la inflación, paritarias que favorecieron una recomposición del salario real del sector formal y políticas de ingresos que posibilitaron una mejora de los ingresos de la base de la pirámide".
Pese a que se amenazó en varias oportunidades, el cambio en el escenario global a semanas de cerrar un acuerdo cono metas por más de un década con el FMI no quiso ser utilizado por el equipo económico entonces para reiniciar las conversaciones y modificar la hoja de ruta. La estrategia, como suele ser en este tipo de acuerdos, en la posibilidad de conseguir dinero fresco para financiar la reducción del déficit. En ese contexto, las declaraciones de ex funcionarios del macrismo azuzando sobre un incumplimiento de la deuda en moneda doméstica tensionó al mercado.
En medio de esas tensiones, Guzmán renuncia por Twitter un sábado de fin de semana largo. Siguieron dos meses donde hubo que sortear el vendaval, sin dejar de atender los caprichos del FMI. Silvina Batakis fue hasta Washington a asegurar que el país continuaría cumpliendo con lo pautado. A su regreso ya había sido designado Sergio Massa como nuevo ministro al frente del Palacio de Hacienda. El ex presidente del Diputados reconfiguró las distintas carteras para centralizar el poder de decisión, algo que el Fondo celebró y buena parte del establishment también.
En ese momento la brecha cambiaria superaba el 150 por ciento entre el blue y el dólar oficial y en dos semanas, la diferencia se redujo hasta el actual (y aún elevado) 100 por ciento. Cerró acuerdos de precios amplios y le otorgó al complejo sojeros en dos oportunidades un tipo de cambio diferencial, lo que le permitió al Banco Central absorber unos 10.000 millones de dólares que estaban en silobolsas. Desde la autoridad monetaria que conduce Miguel Pesce se profundizó la suba de tasas de interés para enfriar la circulación de pesos, al tiempo que aceleró la devaluación del peso para que no pierda competitividad frente a la inflación.
Lo destacado
Según el Estimador Mensual de Actividad Económica, en octubre la actividad económica creció 4,5 por ciento frente al mismo mes de 2021 y 3,7 por ciento contra 2019. Tras cinco meses de subas consecutivas intermensuales, la actividad disminuyó por segundo mes consecutivo un 0,3 por ciento en octubre comparado con el mes anterior sin estacionalidad. Para el cierre del año se espera un crecimiento superior al 5 por ciento. De enero a octubre, la economía acumula un crecimiento del 6,1 por ciento respecto igual período de 2021 y del 4,1 por ciento contra. 2019.
La balanza comercial, cuando aun restan los datos de diciembre, acumula un superávit de 5800 millones de dólares, la menor cifra en cuatro años. Comparado con 2021, cuando el superávit del mismo período había sido de 14.379 millones de dólares, se trata de una merma de 8579 millones de la balanza comercial, explicado principalmente por la fuerte demanda de divisas para el pago de energía. El cuidado de las reservas que a cuentagotas ingresaban al Central fue parte vital de la estrategia del último trimestre del año.
La inversión fue uno de los componentes de la demanda que más está traccionando la actividad económica. En el tercer trimestre creció 14 por ciento frente al mismo periodo del año pasado y 25,2 por ciento respecto del mismo periodo de 2019. Tras registrar en el segundo trimestre del corriente año, el tercer mayor nivel desde por lo menos 2004 (sin estacionalidad), en el tercer trimestre registró una baja de 0,8 por ciento pero se mantiene en niveles históricamente altos. En el acumulado superó la inversión de 2021 y 2019 en un 14,7 y 27,3 por ciento respectivamente.
Estas mejoras no llegaron a los hogares. En septiembre el empleo registrado totalizó 12,87 millones de personas, 52.300 más que en agosto. Esto representó un incremento del 4,9 por ciento en comparación con el mismo periodo del año pasado y de 6,3 por ciento respecto de diciembre de la prepandemia. La remuneración mediana en el empleo asalariado privado (en base a SIPA), alcanzó los 141.442 pesos, con un alza 82,9 por ciento en términos nominales en comparación con septiembre de 2021 frente a una variación anual del IPC del período de 83 por ciento.
En el tercer trimestre del año se profundizó esa transferencia de recursos del trabajo al capital. Si se considera el salario de octubre (con la última información sobre el IPC), se refleja una reducción del poder adquisitivo de 9,3 por ciento. Recién en noviembre la inflación se desaceleró y marcó un 4,9 por ciento respecto de octubre, cuando había sido del 6,3 por ciento. De tal manera, la inflación cerrará el año en la zona del 95 por ciento, mientras que el tipo de cambio oficial se ubicará cerca del 70 por ciento.
Con el objetivo de mantener una alta competitividad exportadora del tipo de cambio ante la fuerte suba de precios internos, el Banco Central aceleró en la última parte del año de forma drástica el ritmo de devaluación del peso. En noviembre el ritmo promedio de alza del dólar fue de 6,6 por ciento, sextuplicando la suba registrada en igual mes del año pasado (1,1 por ciento), según cifras del último informe de Política Monetaria. El ritmo de devaluación de noviembre en incluso estuvo por encima de la inflación de ese mismo mes (4,9 por ciento); una mejora que se vincula con una marcada desaceleración de los precios internos.
Previsiones 2023
La atención seguirá puesta en la acumulación de divisas y, como acto reflejo, en la situación de la producción agropecuaria. El 2022 comenzó con una fase del fenómeno La Niña, establecida a finales del 2021 que se mantiene activa hasta la actualidad, lo que lo convierte en el tercer episodio consecutivo con esta condición climática adversa. Esto ocurrió sólo en dos ocasiones desde 1950. Esto implica una menor estimación de divisas por menor rinde de los principales cultivos exportables.
En materia de actividad, el 2023 comienza con un arrastre de 1 punto porcentual, frente a los 3 que tenía asegurados de piso este año, una trayectoria de consolidación fiscal en marcha , u perfil de vencimientos en pesos desafiante y un nivel de reservas netas algo más abultado que a fin de 2021. La contracara, según detalla Ecolatina, es "un mayor piso inflacionario (en el último trimestre la inflación promediaría más de 5 por ciento mensual, frente a poco más de 3 en el último trimestre de 2021).
Otro desafío será cómo pueda acompañar el sistema financiero la ampliación productiva. De acuerdo con el último relevamiento del BCRA, "el desempeño de actividad de intermediación financiera se mantiene como otra potencial fuente de vulnerabilidad para el conjunto de entidades"; es decir, muy bajo nivel de crédito.
"De cara a 2023, existe margen para que la actividad intermediación con el sector privado recobre impulso, a partir de los mayores niveles observados de ahorro en moneda nacional, especialmente por el dinamismo de los depósitos a plazo fijo tradicionales y aquellos denominados en UVA", señala el Central. Por último, la aceleración devaluatoria también le pondrá un piso elevado a la inflación, parte de las exigencias a discutir con las autoridades del Fondo Monetario.