La intermediación en alimentos multiplica entre una y diez veces el precio que recibe el productor, lo que termina repercutiendo en un valores exorbitantes en la góndola e ingresos que apenas cubren los costos para pequeños y medianos productores. La posibilidad de conocer la cadena de costos del sector, una medida resistida por los empresarios del sector, con el titular de la COPAL Daniel Funes de Rioja, el nombre fuerte que suena para presidir la Unión Industrial, es vital para evitar las remarcaciones abusivas, los acuerdos leoninos de las cadenas comerciales para con los productores pyme y las injustificadas brechas.
El Gobierno se enfocó en un esquema de acuerdos sectoriales, para los distintos rubros que integran las mesas argentinas, pero la diferencia entre lo que recibe el productor y lo que se paga en la góndola es del 272 por ciento para el novillo, de 370 por ciento para la carne de cerdo, de 236 por ciento para la leche, de 114 por ciento para los huevos, de 119 por ciento para el pollo y, en el rubro frutihortícola (con alta incidencia estacional, llega hasta 1329 por ciento como el caso de la zanahoria.
Según el relevamiennto de Economías Regionales de Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), estas disparidades de precios varían de acuerdo con el producto, la región, la forma de comercialización y la época del año. Desde que salen del campo hasta que llegan al consumidor, los precios registran, como mínimo, una duplicación de su valor y esa brecha puede superar las diez veces según estacionalidad. La contracara son las enormes ganancias que el sector comercial, puntualmente las grandes cadenas de hipermercados, que monopolizan la venta de alimentos.
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En medio de la pandemia, los supermercados vieron multiplicar entre tres y siete veces sus niveles de ingresos y ganancias, de la mano de una boom de consumo de alimentos y productos de primera necesidad como respuesta a una mayor permanencia en los hogares durante las medidas de restricción a la circulación y la actividad económica.
Esa apropiación de renta extraordinaria explica las brechas entre lo que recibe el pequeño productor y lo que paga el consumidor. "En general, las diferencias se deben a un conjunto de comportamientos. Por un lado, los especulativos, adoptados por diversos actores de la cadena de valor que abusan de su posición dominante en el mercado –básicamente, los hipermercados, los galpones de empaque y cámaras de frío–. Por el otro, factores tales como la estacionalidad, que afecta a determinados productos en algunas épocas del año, las adversidades agroclimáticas, y los costos de almacenamiento/acopio y transporte, entre otros", explica el informe de CAME.
El relevamiento para elaborar el IPOD de la segunda quincena de abril refleja fuertes incrementos y diferencias. Pese a los acuerdos con el sector cárnico, la diferencia entre lo que recibe el productor por el novillo y lo que se paga en el mostrador es de 272 por ciento. En este caso juega en contra el diferencial de precios en el mercado interno y los valores exportables teóricos, que se traslada en la góndola. El Gobierno fijó este domingo procedimiento para el registro de las Declaraciones Juradas de Operaciones de Exportación de Carne (DJEC) y dispuso que la Secretaría de Comercio Interior podrá requerir documentación respaldatoria extra, con el objetivo de relevar la intermediación en el precio de la proteína animal.
En el caso del pollo y el cerdo, principales sustitutos de la proteína vacuna, las brecha por la comercialización es de 119 y 370 por ciento respectivamente. En el rubro frutihortícola, las diferencias de abril, por temas estacionales fueron todavía más abultadas que en carne, leche y huevos, aunque menos persistentes que en estas últimas. La brecha en el precio de la zanahoria es de 1329 por ciento, seguida por la calabaza (843 por ciento), el zapallito (750 por ciento), el limón (674 por ciento), la pera (454 por ciento), el morrón (433 por ciento) y el tomate (357 por ciento).
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Un informe del Instituto para el Desarrollo Económico y Social de Buenos Aires (IDESBA), vinculado a la CTA bonaerense, detalla que 15 de los 19 alimentos cuyos precios aumentaron más que el nivel genera para la región AMBA en el último año fueron "productos frescos no procesados". Los incrementos estuvieron encabezados por frutas y hortalizas (naranja, batata, limón, manzana, cebolla, papa, zapallo) y los cortes de carne vacuna, seguidos por los precios de otros productos frescos como el filet de merluza y el pollo.
Si bien las alzas estuvieron encabezadas por productos típicamente estacionales, como las frutas, de informe de IDESBA advierte que debe descartarse ese efecto en la medición al tratarse de un período anual. "La estacionalidad puede explicar subas repentinas en algunos meses del año, pero no en todo el año", indicó al respecto. Cinco alimentos (excluyentemente frutas y hortalizas) tuvieron entre marzo de 2020 y el mismo mes de 2021 incrementos en sus precios superiores al cien por ciento.
En cortes de carne vacuna se registraron incremento entre marzo de este año e igual mes de 2020 en asado (93,2 por ciento), paleta (80,8 por ciento), nalga (74,4 por ciento) y cuadril (73,7 por ciento), en tanto en el décimo lugar vuelven las hortalizas con la papa y una suba del 70,1 por ciento. Los productos elaborados quedaron relegados ante la predominancia de los frescos.