El inicio de la campaña de vacunación genera un halo de esperanza en que termine la crisis sanitaria, que impactó de lleno en las economías de todo el globo. Como con todo virus, si la población no se inmuniza la mutación de la cepa mantendrá al COVID-19 como un tema presente. Por eso el Gobierno argentino se apresuró por intentar dar vuelta la página lo antes posible. En caso de que lo consiga, el año próximo se convertirá en el primer de crecimiento desde la crisis de 2018.
El Ejecutivo y diversos organismos internacionales prevén que 2021 cosechará una expansión económica en torno al 5%, cifra asequible de acuerdo a los indicadores de los últimos meses. Dos años de crisis macrista y uno de pandemia profundizaron una recesión que se llevó puestas decenas de miles de empresas, puestos de trabajo y también redujo el poder adquisitivo sensiblemente.
Al momento de asumir, Alberto Fernández se proponía recomponer el salario real, que acumulaba una caída de 20% en 2018 y 2019, para de esta manera reactivar una economía que había retrocedido 4,5% en esa etapa. A la vez, tenía la difícil misión de bajar una inflación que había promediado 50% anual en el bienio anterior. Como si todo esto fuera poco, se enfrentaba con importantes restricciones fiscales con una deuda externa en default técnico.
La pandemia puso patas arriba a la economía global y local, trastocando todos los objetivos que tenía el nuevo gobierno. La economía entrará a 2021 un poco menos golpeada, con perspectivas de recuperación por el lado real. A partir del desplome del comercio mundial, las exportaciones argentinas se retrajeron 14% en 2020, por lo que la recuperación vendrá fundamentalmente del mercado interno, plantea el Departamento de Economía de la Universidad Nacional de Moreno. Estará sostenido más que nada por las políticas activas del Gobierno nacional.
La gran mayoría de los sectores mejoraron en noviembre y la producción industrial creció 2,4% interanual y más de 3% intermensual, apalancada en automotriz, cemento y acero. En los servicios empezaron a repuntar rubros muy castigados como bares y restaurantes y en los primeros días de diciembre ya estaban sólo 10% abajo de los niveles del año pasado. El turismo también experimentó un buen noviembre y se espera el repunte de diciembre.
“Continuar en este sendero de recuperación y transformarlo en crecimiento económico va a depender de la evolución de la pandemia -una variable difícil de predecir-, pero especialmente de la capacidad fiscal y la efectividad del Estado para seguir impulsando políticas de ingresos, créditos subsidiados a empresas, precios administrados, subsidios al consumo a plazo, tarifas pagables, planes de vivienda, obra pública, etcétera. Todas medidas que recompongan ingresos familiares y de las empresas. A partir de estas medidas se podrá recuperar el consumo privado y con ello sostener el empleo”, plantea el equipo de la UNM dirigido por el economista Alejandro Robba en su último informe de coyuntura. Que 2021 sea electoral colaborará en una mayor presencia estatal, como coincide en cada ocasión.
El año próximo la agenda de gobierno estará enmarcada en cerrar un acuerdo con el FMI que no atente contra el crecimiento, priorizar la lucha contra la inflación y recuperar el empleo y los ingresos. Además, pretenderá conseguir los dólares suficientes para no frenar el alto crecimiento, en un año electoral donde se pondrá en juego la solidez de la coalición gobernante para enfrentar el deterioro lógico de la gestión.
El stock de reservas internacionales netas por debajo de los USD 4.000 millones, de acuerdo a la estimación de Ecolatina, provoca incertidumbre respecto de las medidas que se sigan para reforzarlas y así poder hacer frente a la deuda externa reestructurada. Esto impactará en el sector agropecuario, del que depende la mayoría de los verdes y que observa precios internacionales en alza.
Otro de los puntos más relevantes a tener en cuenta de cara al 2021 es cómo se desenvolverá la inflación. El presidente, Alberto Fernández, lo sabe: "Vivimos un año con todos los precios congelados, y por lo tanto hay que corregir, pero con sensatez. Por eso vamos a ser cuidadosos".
En esa línea, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aseguró que el esquema de precios máximos se desactivará en “forma gradual”. Además, adelantó que negocian un acuerdo con los frigoríficos para que el año próximo se ofrezcan a precios accesibles entre diez y doce cortes de carnes.
“Hemos retirado del esquema de precios máximos unos 100.000 productos que no son centrales en la canasta básica”, señaló Kulfas a radio Continental. La desarticulación de esta medida, que se aplicó a partir de la pandemia contra el coronavirus, inició en noviembre. Allí se empezó a desbloquear el aumento de algunos productos alimenticios y de higiene.
En este sentido, el funcionario explicó que el objetivo ahora es “garantizar, en forma gradual, que en el mercado interno se pueda tener asegurada la provisión de ciertos productos, sin el traslado de precios internacionales a precios locales”.
De acuerdo al último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), la previsión de inflación para los próximos 12 meses se incrementó respecto al informe previo, ubicándose en 52,5% (+0,4 p.p. respecto de la encuesta pasada). También aumentó hasta 39,1% la inflación proyectada para los próximos 24 meses (+1,6 p.p. respecto del REM previo).
A su vez, se prevé que aumente a 50% en diciembre de 2021 (+1,8 p.p. respecto al último relevamiento) para luego descender hasta 38,0% en diciembre de 2022 (+1,1 p.p. con relación al REM previo). Además, la previsión de la inflación núcleo interanual proyectada para los próximos 24 meses se ubica en 38,9% (+3,4 p.p. respecto del REM previo).
Los privados basan su proyección por la inevitable presión al alza en los servicios públicos, combustibles, telecomunicaciones en general, en la presión salarial y en la liberalización paulatina de los precios de los principales productos de consumo masivo, alimentos y bebidas. Cabe remarcar que durante este año los fuertes controles en Precios Máximos, los congelamientos de tarifas, y las consecuencias generales de la recesión frenaron la dinámica inflacionaria de 2018 y 2019.