Hace una semana el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció la puesta en marcha de un nuevo mecanismo de incentivo para la liquidación de la soja. ¿Cuáles son sus principales ventajas y desventajas?
En primer lugar hay que entender a qué responde. Busca hacer frente a la necesidad de resolver la sangría de reservas del Banco Central (BCRA), uno de los problemas más urgentes que enfrenta la economía hoy. En ese escenario, ¿hay dólares dónde buscar? Sí, aquellos retenidos en el sector agropecuario, particularmente en soja.
Por lo tanto, la estrategia se encaminó a implementar alguna medida para acceder a esos dólares que, además, logre mejores efectos que su predecesora de magros resultados, mucho más compleja de implementar y que ofrecía un menor margen de ganancia.
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Dicho lo anterior, ¿qué implica este mecanismo? Se trata de una clara mejora en la rentabilidad del sector, con una suba a $200 (desde $140) por cada dólar exportado, lo que implica una mejora del 45%. En otras palabras, se paga un porcentaje similar a las retenciones, pero –y esto no es menor- sin eliminar esta herramienta como tal, y sin incorporar un tipo de cambio diferente en términos operativos.
En tercer lugar, la duda lógica es ¿puede funcionar? Si se mira qué pasó en las primeras 72hs, tiempo de referencia marcado por el propio ministro, se observa que funcionó bien y movió el volumen que se prometía: USD1.075 millones entre lunes y miércoles cumpliendo con el acuerdo de USD1.000 millones, lo que representa 3,1 millones de toneladas en tres días.
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En relación, el efecto en el mercado cambiario parece positivo en tanto los dólares financieros muestran una tendencia a la baja. Habrá que ver si ello se mantiene y si se logra en el mes que efectivamente se terminan de liquidar los stocks acopiados.
Ahora bien, y en un nuevo orden de análisis, ¿qué desventajas tiene la medida? No se puede desconocer que se trata de una rentabilidad extra para un sector que ya tiene ganancias extraordinarias, que se ve favorecido por los movimientos del tipo de cambio, y que ahora también tendrá un dólar más que interesante. En el marco de las dificultades ya mencionadas para acumular dólares y con el fuerte impacto de las corridas de mitad de año y las presiones para una devaluación brusca, este sector con poder relativo frente al gobierno por ser propietario de commodities de exportación, presionó al máximo para obtener mayores rendimientos.
Se agrega a lo anterior y como efectos no deseados a tener presente, la posibilidad de que se vea afectada la propia cadena agropecuaria si se traslada el nuevo valor a insumos. Es decir, un problema lateral podría tener que ver con que buena parte de los insumos están dolarizados, por ejemplo los fertilizantes, y si llegan a reordenar sus precios a partir de este “dólar soja”, ello puede distorsionar los distintos eslabones de la producción.
Se suma también el impacto que puede tener en el precio de los combustibles habida cuenta del corte que se debe hacer en el biodiesel, así como un posible efecto de retención de otros cereales, como maíz, que derive en tensiones al alza que puedan afectar cadenas como la de carne vacuna, aviar y láctea. Todas variables que exigen prestar atención a lo que vaya sucediendo este mes.
Aparece luego un aspecto sobre el que se hizo poca referencia pública pese a que suele estar en el eje discursivo de medios de comunicación, referentes de la oposición y sectores empresariales, y que tiene que ver con la emisión que conlleva esta medida.
Sí, para poder pagar el diferencial y asegurar este beneficio extraordinario habrá que emitir. ¿Cuánto? Hay que considerar que para comprar los USD 5.000 millones (compromiso a septiembre) el BCRA debería emitir 1 billón de pesos brutos. Si solo consideramos el incremental extra por el tipo de cambio a $200, la emisión producto de esta medida serían unos $300 mil millones.
Cabe señalar en este punto que ingresarán adicionalmente unos $100 mil millones como resultado del incremento de la recaudación por retenciones (que se aplican ahora sobre valor 200 c/ dólar), que además tendrán fines concretos: fortalecer las economías regionales, y financiar un refuerzo de ingresos –se estima un bono de $16mil por tres meses- para la población más vulnerable y que no cuenta con ayuda estatal.
Para cerrar, el desafío será también implementar los mecanismos de esterilización que eviten presiones al alza por la mayor circulación de dinero en la economía. Al respecto, las LELIQS son una vía rápida para morigerar buena parte de los efectos de esa mayor emisión. Si se esteriliza rápido y el BCRA empieza a acumular reservas, sumado a los compromisos de desembolsos de organismos internacionales, puede que los impactos se absorban sin mayores problemas, se descomprima el frente externo y mejoren las expectativas.