(Por Walter Vargas).- El desenlace de los cruces de cuartos de final sugiere cautela en torno de quiénes serán los finalistas de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol (LPF) y ni hablar de quién podría dar la vuelta olímpica, pero hecha esa salvedad asoma más fuerte la hipótesis de que en el mano a mano de Racing y Boca se cifrará bastante de lo que una semana después pasará en el Mario Alberto Kempes de Córdoba.
¿Será el fútbol la dinámica de lo impensado?
Bueno, ese célebre sentencia del legendario periodista Dante Panzeri goza de cierta veneración entre buena parte de la cofradía de la pelota número 5 (profesionales del periodismo, o no), pero lo cierto es que se trata de una verdad a medias. Seductora, vigorosa, hasta poética, pero a medias.
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Con el debido respeto a Panzeri: más bien el fútbol es una mixtura de lo pensado y de lo impensado.
Si el fútbol fuera meramente impensado, por ejemplo, los Mundiales no los ganarían solo Brasil, Alemania, Italia, Argentina, Francia, sino que cada tanto lo ganaría, por decir algo, Irlanda, o Venezuela, o México o Burkina Faso.
Pensemos en lo siguiente: ¿era impensado que Racing diera cuenta de Aldosivi?
Racing, acaso el mejor equipo argentino del momento, que no pierde un partido de competencia loca hace más de cinco meses y de la mano de Fernando Gago ha logrado aunar estructura, fluidez, contundencia y (de yapa) alardes de estética.
Del otro lado, un Aldosivi de nombres módicos a los que Martín Palermo supo sacarles el jugo para llegar a una clasificación ajustada en plena curva descendente.
¿Era impensado que Boca resolviera el compromiso ante un Defensa y Justicia de plantel reducido, desgastado por la alternancia de competiciones y obligado a jugar 48 después de su partido versus Patronato?
¿Era impensado que Estudiantes y Argentinos Juniors hicieran 90 minutos relativamente parejos? Desde que dirige al Pincha el Ruso Zielinski había enfrentado tres veces al Argentinos de Gabriel Milito. Y jamás le había ganado.
Lo más impensado, deberá admitirse, es que Tigre eliminara a River en el Monumental. He ahí el tropiezo de un gran candidato a coronar y he ahí la epopeya de equipo, el de Victoria, que se ha presentado en el certamen con un plantel bastante similar al que había
logrado el ascenso.
Claro que, desde cierta perspectiva, incluso en el Monumental talló la argamasa pensado/impensado.
Cuando regalás 45 minutos (Enzo Pérez dixit) y un gol en un momento clave (impropio de un profesional de elite el error de Paulo Díaz) ante un oponente juramentado, rodado y nada negado como el muy buen Tigre de Diego Martínez, lo más factible es que pierdas. Seas River, Palmeiras o Manchester City.
En fin: nos esperan semifinales atrayentes de diverso cuño, de la cual surgirá un finalista fuera de catálogo y otro en cuyo inconsciente, si así pudiera deducirse, pulsará la fantasía de que la segunda victoria caerá de madura si se consumara la primera.
Por cierto: Racing es el de regularidad virtuosa y eso le confiere una ventaja comparativa, pero en todo caso será una deducción tan válida como la de que el Boca de Sebastián Battaglia viene de inaugurar una versión que se las trae: compacto, comprometido y con una circulación de la pelota de la que se hacen cargo todos y en la sintonía adecuada.
Con información de Télam