El deseo de Novak Djokovic de jugar el Abierto de Australia sin estar vacunado contra el COVID-19 fue uno de los temas deportivos más abordados. La lucha del serbio, las negativas del gobierno australiano y su desenlace tuvo un seguimiento prácticamente de minuto a minuto. Fue un tema mundial y así el tenista, aunque él diga que no lo es, se convirtió en un símbolo para movimiento antivacuna. Esta semana, en una entrevista, fue un paso adelante y disparó que esta decisión “va más allá de ganar cualquier título”.
El serbio es uno de los mejores jugadores de tenis de la historia. Las cifras lo acompañan. Tiene 20 torneos de Grand Slam, solo uno por debajo de Rafael Nadal y empata al ya legendario Roger Federer. Si bien le faltan cuatro para alcanzar los 24 de Margaret Court, lo cierto es que dentro del tenis masculino el poderío del “Big three” es indiscutible. También lo es la competitividad entre ellos. Este trío ganó 61 de los últimos 75 Grand Slam que se disputaron. Con estas cifras demoledoras y, en plena vigencia, Djokovic decidió sacrificar torneos y ser el más ganador con tal de no vacunarse. “Es el precio que estoy dispuesto a pagar”, dijo.
Con un ferviente movimiento antivacuna, al dia de hoy, según Our World In Data, Serbia tiene menos del 50% de su población con la vacunación completa. Argentina y Australia, por ejemplo, rondan el 80% y Alemania el 75%. El país balcánico está muy por debajo del promedio de Europa en general. Tras la deportación, Djokovic fue recibido en su país como un ídolo, a pesar de su posición, agradeció el apoyo del presidente, Aleksandar Vucic. A todo esto, vale recordar que el ismo Novak Djokovic organizó un torneo en junio de 2020, en plena explosión de pandemia de COVID que terminó cancelado porque la gran mayoría de sus jugadores dio positivo. Él también.
Ahora, un mes y medio después de lo ocurrido en Australia, Novak Djokovic volvió a la carga al decir que su “libertad” está por encima de sus títulos. Y que está “dispuesto” a perderse Grand Slams y otros torneos cuando, en realidad, en el país oceánico quiso pasar por encima de la ley. Luchó para quedarse y poder jugar el Abierto. Un país, se sabe, tiene el derecho de prohibirle la visa a una persona si así lo considera. De hecho, Estados Unidos le negó sistemáticamente la visa a Diego Maradona desde 1994. Fue producto del fatídico partido con Nigeria en el que se tuvo que ir de la cancha de la mano de una enfermera. El Diez no estuvo involucrado nunca en casos de venta o tráfico. Si fue “consumidor”. Pero lo llamativo es que en esa oportunidad, tampoco se debía a su adicción con la cocaína sino que fue por la suspensión que obtuvo tras habérsele detectado efedrina. Sustancia que, ahora, es legal.
La creciente indignación selectiva de distintos medios mundiales por no dejar entrar a Djokovic a Australia, por el contrario hizo caso omiso a una situación que ocurrió en la misma semana en la que el serbio habló con la BBC. En la Copa de Campeones de la CONCACAF, el equipo estadounidense New England Revolution pasó de ronda sin haber disputado la serie ante el AS Cavaly de Haití. El equipo haitiano tuvo que retirarse de la competición (y ahora puede ser sancionado) porque Estados Unidos no le otorgó la visa a ninguno de los jugadores del equipo. Es decir, por más que fueran a competir en un torneo internacional, la visa fue denegada. Aunque, en este caso, la situación no tendría que ver con la salud sino con la posibilidad de deserción de algunos futbolistas haitianos. La FIFA que suele condenar la "involucración política" en partidos o dentro de una confederaciones no dijo una palabra.
Más allá de sus frases, la decisión de Djokovic de aparecer en una entrevista y reafirmar “sus valores” también apunta a otra situación. El COVID-19 está en retirada y, la mayoría de los países, cambiaron sus políticas para recibir personas del exterior. Hasta hoy, Djokovic podría competir en Roland Garros por haber tenido coronavirus y también Wimbledon. De no mediar modificaciones, eso si, se perdería el torneo de Indian Wells y Miami en ambos son campeonatos de menor valía que un Grand Slam.
Con este futuro en sus manos, es posible que el serbio pueda llegar a ser el mejor jugador de tenis en la historia. Las estadísticas, así lo demostrarían. Pero son estadísticas.