Pampero Firpo: el argentino bautizado por Jack Dempsey que brilló en México y Nueva York 

Luchó con El Santo en México,es querido por La Roca y dejó un gran legado en Estados Unidos. Quién es Pampero Firpo, el ídolo de la lucha libre argentino que fue bautizado por el boxeador Jack Dempsey.

15 de julio, 2023 | 00.05

La vida de Juan Kachmanian cambió para siempre gracias a la confusión de un superior en la colimba. “¿Usted no es luchador en el Luna Park? Tráigame unas entradas”, fue lo que le dijeron al conscripto que, a pesar de que aparentaba ser una estrella del catch por su robusto físico, estaba muy lejos de saber cómo eran los entretelones de la lucha libre. Dubitativo, pero decidido a seguir la orden impartida, Juan fue a la meca de los deportes de combate y quedó maravillado por la presencia de las estrellas del pancracio, quienes vieron potencial en él, y le hicieron la promesa de entrenarlo cuando terminara el servicio militar.

Juan nació el 6 de abril de 1930, hijo de armenios de Turquía que fueron a Argentina en búsqueda de un futuro mejor para su familia. Su padre era un prolífico boxeador, que estuvo a nada de combatir en los juegos olímpicos, y cuando colgó los guantes, don Kachmanian se convirtió en un promotor de peleas. Como todo combatiente, intentó inculcarle los valores del pugilismo a su hijo, sin embargo, no tuvo éxito. 

“Cuando mi papá tenía 19 años intentó boxear, pero no le gustó. Después de noquear a su oponente, fue corriendo a ver si estaba bien. No se sintió cómodo con la experiencia”, contó Mary, su hija y quien se encarga de mantener vivo el legado de Juan por redes sociales, en diálogo con El Destape.

No obstante, la idea de practicar lucha libre era más adecuada para él. Por todo el entrenamiento que había recibido en su hogar y en la colimba, Juan tenía un físico privilegiado que era acorde a lo que se precisaba para triunfar en el catch. El estilo distintivo de Juan, marcado por su agresividad contra los adversarios, combinado con su larga barba y su ondulada cabellera, hizo que fuera rebautizado como Iván el Terrible.

La agresión con la que Juan atacaba a sus rivales hizo que, entre estrellas como El Hombre Montaña, el Conde Nowina, Martín Karadagián y Tito Kopa, se convirtiera en unos de los grandes villanos a derrotar no sólo en Argentina, sino en toda Latinoamérica. Su fama rápidamente llegó a los oídos de Salvador Lutteroth, el padre de la lucha libre mexicana, quien le dio un lugar a Juan en 1957 para que desplegara toda su maldad ante atletas técnicos como Huracán Ramírez, Jacobo Macias y Chico Cassola.

La carrera de Juan crecía a pasos agigantados. El único argentino que gozaba de la fama de estrella casi hollywoodense para ese entonces era Antonino Rocca, quien ya acaparaba las luces de Nueva York en el Madison Square Garden. Juan idolatraba a Rocca, y seguir su rastro implicó arribar a Texas bajo el paraguas de Morris Siegel, uno de los grandes empresarios de la época que inmediatamente rivalizó a Iván el Terrible con Don Leo Jonathan, el campeón de la región.

 

“Mi papá logró ganarle el campeonato a Jonathan, quien se convirtió en uno de sus grandes amigos. Ellos viajaron a lo largo del sur estadounidense combatiendo y a principios de los 60,  tuvieron una lucha especial en la que Jack Dempsey (quien tuvo una pelea para el recuerdo con Luis Ángel Firpo) fue el árbitro. Cuando terminó la lucha, Dempsey le dijo a mi papá que debería adoptar el apellido del boxeador, porque tenía la apariencia de un toro salvaje de las pampas”, relató Mary sobre un momento clave en la carrera de Juan.

Bajo el nombre de Pampero Firpo, su segundo bautismo desde que se hizo luchador, Juan logró convertirse en uno de los combatientes predilectos de la Alianza Nacional de Lucha Libre estadounidense. Su estilo ya no era solamente agresivo, sino que había evolucionado en una carnicería que lo posicionó como uno de los innovadores de la lucha (para ese entonces) extrema. Pero Kachmanian no sólo hablaba con los puños, sino que era muy carismático a la hora de hablarle a la cámara. De hecho, tenía un latiguillo que decía “oh yeah!”, estirando la o y haciendo énfasis en la ye, que sería tan influyente en la historia de la lucha como para ser adoptada por otra gran leyenda como “Macho Man” Randy Savage.

 

 

Tras años en el circuito estadounidense, Iván el Terrible, Pampero Firpo, pero sobre todo Juan, logró llegar a Nueva York y enfrentarse a su ídolo Antonino Rocca en múltiples ocasiones. Pero ahora que había saboreado las mieles del éxito, Juan sintió la necesidad de volver a México para atender un asunto pendiente: tenía una lucha con El Santo, el máximo ídolo enmascarado (incluso hasta el día de hoy) pactada.

“Mi papá decía que El Santo era intocable, un ídolo, y que en el ring era un profesional muy respetuoso”, recordó Mary. Si bien Juan nunca pudo sobreponerse ante el Enmascarado de Plata, lo cierto es que ya se había convertido en un luchador muy querido por el público mexicano.

Juan también hizo giras por Japón y Hawai. En la isla caribeña combatió contra uno de los guerreros maoríes más queridos, Peter Maivia, sus batallas fueron tan legendarias que quedaron marcadas a flor de piel por los descendientes del isleño. Uno de sus nietos, Dwayne “The Rock” Johnson, suele recordar a Juan con cariño.

Tras una ilustre carrera como luchador, Juan se retiró del ring y decidió mantener un perfil bajo como trabajador del correo estadounidense. Sin ninguna meta que le quedara por cumplir y un enorme legado a sus espaldas, Juan falleció el 9 de enero del 2020 a los 89 años.

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