La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, dijo que espera que la llama olímpica suspendida en un globo pueda permanecer en el centro de París, cerca del museo del Louvre, una vez finalizados los Juegos.
La llama -que no es una llama, sino una ilusión de fuego creada con luces- se ha convertido en un elemento fijo de los Juegos, con cientos de parisinos y turistas que acuden a contemplarla cada noche cuando se eleva al atardecer en el parque Jardín de las Tullerías, cerca del Louvre.
Hidalgo dijo que no era su decisión, ya que el Louvre y las Tullerías son propiedad del Estado, pero añadió que había escrito al presidente Emmanuel Macron, pidiendo que la llama permaneciera en su lugar y no fuera trasladada a otra ubicación.
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"Me gustaría mucho mantener este símbolo de los Juegos en este mismo lugar, porque en otro sitio no tendría el mismo significado", dijo Hidalgo en una entrevista con la cadena de televisión France 2. "Nuestro patrimonio se ha visto magnificado por estos Juegos, y creo que tenemos que añadirle algo".
El diseñador del pebetero olímpico francés, Mathieu Lehanneur, dijo que sería un honor que la atracción se convirtiera en un elemento permanente del horizonte de París, como lo fue la Torre Eiffel tras la Exposición Universal de 1889.
Desde la inauguración de los Juegos, miles de personas han reservado entradas gratuitas para ver de cerca el pebetero durante el día, antes de que se eleve sobre la capital francesa suspendido bajo un globo aerostático.
La Torre Eiffel, el monumento más conocido de París, se construyó para la Exposición Universal de 1889 y estaba destinada a ser destruida. Eso nunca ocurrió.
De momento, la llama se considera que la llama se desmantele una vez finalizados los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. Algunos han sugerido que se traslade al Parque de la Villette, al noreste de París, donde varios países, entre ellos Francia, el anfitrión, han construido centros nacionales para sus delegaciones.
(Reportaje de GV De Clercq; Editado en español por Javier Leira)
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