3 dic - Cada día, Nidia Montenegro revisa su teléfono celular esperando que le llegue una ansiada cita para acceder a asilo en Estados Unidos. Pero si eso no ocurre antes de que Donald Trump asuma el poder el 20 de enero, ella dejará México para ir a casa por temor a volver a caer en manos del crimen organizado.
La migrante venezolana de 52 años narró que fue secuestrada, junto con dos sobrinos y decenas de personas, entre ellos niños, el mismo día que llegó al sur de México hace dos meses, desde Guatemala. Dos días después, el grupo logró escapar.
Hoy ella vive encerrada en un albergue en el sureño estado Chiapas porque teme que delincuentes que merodean la zona vuelvan a secuestrarla, en un país donde poco más de 30,000 personas son asesinadas cada año y con más de 119,000 desaparecidos, de acuerdo a datos oficiales.
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La delincuencia organizada ha tejido una extensa red en torno a los migrantes que, en muchos casos, son extorsionados, golpeados, violados, obligados a cometer delitos y hasta asesinados. Migrantes, activistas y expertos en el tema aseguran que hay funcionarios de diversa índole involucrados. Un puñado de casos ha sido admitidos por autoridades.
"Yo me quedé traumada. Si no me sale la cita me voy a devolver", dijo Montenegro visiblemente decepcionada. "Siempre existe la amenaza de cárteles que nos están secuestrando", agregó la mujer quien dice no tener dinero para volver casa.
La angustia crece mientras se acerca la fecha para que Trump cristalice amenazas como: deportar a un número récord de inmigrantes ilegales e imponer un 25% de aranceles a productos procedentes de sus aliados comerciales Canadá y México para presionarlos a combatir la migraciones irregular y el tráfico de drogas, especialmente de fentanilo.
Una decena de migrantes entrevistados por Reuters dijeron que preferirían volver a sus países enfrentando: pobreza, desempleo, inseguridad y crisis política, antes que quedarse en México donde temen caer en manos de violentos grupos criminales.
Saben de antemano que si Trump cumple su amenaza de imponer mano dura contra la migración indocumentada no será fácil llegar legalmente a Estados Unidos.
"Llegando a México los migrantes quedan en manos del crimen organizado, con rutas muy peligrosas, además de militarizadas, donde han ocurrido masacres", afirmó Julio López, secretario ejecutivo de Movilidad Humana en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) de la iglesia católica, a cargo de la mayoría de casas a donde llegan miles de migrantes cada año en México.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dijo a Reuters que en los últimos siete años ha ayudado a retornar voluntariamente desde México a varios miles de migrantes -especialmente centroamericanos- hacia sus naciones, entre ellos víctimas de inseguridad. Pero declinó a dar cifras.
"Yo todos los días lloro y le pido a Dios que me devuelvan, no quiero estar más aquí (...) esto es horrible", dijo Yuleidi Moreno, una migrante venezolana que teme quedarse en México. Aunque no dio detalles, dijo entre lágrimas que fue víctima de violencia.
Un funcionario venezolano enterado de temas migratorios dijo que actualmente cada semana entre 50 y 100 connacionales piden el llamado "retorno voluntario", ya sea asumiendo los costos o con ayuda del Estado. "Hay casos de calamidades serias como secuestros, explotación sexual, cualquier cantidad de cosas, y algunos quieren regresar ya".
Pero a pesar de los riesgos otros persistirán, ya sea en caravanas, pagando a un traficante de personas o aferrándose a una cita de CBP One.
"Confío en llegar antes que el señor Trump (asuma)", dijo Johana, una joven migrante venezolana que espera cruzar la frontera de Guatemala a México esta semana. "Si no es con cita, siempre uno encuentra camino", agregó.
Con información de Reuters