Tokio entregó el domingo la bandera olímpica a la alcaldesa de París, sentando las bases para los Juegos de 2024, en una ceremonia de clausura olímpica que contó con escenas de parques en ambas ciudades haciendo hincapié en el contacto humano a pesar de la pandemia.
Momentos después de que se apagara la llama en el Estadio Olímpico, una salva de fuegos artificiales multicolores iluminó el cielo nocturno de Tokio mientras los atletas ya se dirigían a las salidas del lugar.
Los atletas tuvieron un vistazo de la vida cotidiana de Tokio, cuando la ceremonia de clausura se transformó brevemente en un parque con césped, músicos callejeros y ciclistas de BMX, en una despedida tras las semanas pasadas bajo el régimen de unos Juegos pandémicos.
Los artistas bailaron, saltaron y jugaron al fútbol, mezclándose y saludando a los atletas. Los organizadores dijeron que la escena estaba pensada para que los deportistas pudieran "experimentar Tokio", un guiño conmovedor al hecho de que muchos pasaron su tiempo en los Juegos encerrados en habitaciones o compitiendo.
Fue un cierre inusual para unos Juegos que se vieron trastornados por la pandemia y que estaban destinados a mostrar la recuperación de Japón tras el devastador terremoto, el tsunami y la crisis nuclear de 2011.
Tras ser aplazados por un año, los organizadores dijeron que los Juegos servirían como símbolo del triunfo del mundo sobre la pandemia. Celebrados sin espectadores y con las variantes del COVID-19 resurgiendo, no alcanzaron el éxito ni el rédito económico que Japón buscaba.
En su lugar, el país anfitrión tiene que cargar con gastos por 15.000 millones de dólares, el doble de lo que esperaba inicialmente, y sin un boom turístico que lo compense.
En París, miles de aficionados que ondeaban la bandera tricolor se agolparon cerca de la Torre Eiffel.
La música pop sonó mientras los medallistas de Tokio Teddy Riner y Clarisse Agbegnenou saltaban al escenario. Los planes de izar una bandera olímpica gigante desde la Torre Eiffel se abandonaron debido a los fuertes vientos que soplaron en el lugar.
Francia promete unos Juegos Olímpicos de 2024 "para el pueblo", después de una cita en Tokio sin espectadores. Sin embargo, en una señal de que esos días están lejos, la entrada del público a la zona de aficionados sólo se permitió previa presentación de un certificado de vacunación o una prueba negativa de COVID-19.
El público enojado
El enojo de la opinión pública por la respuesta a la pandemia y la lentitud en la aplicación de la vacuna han dañado gravemente la posición del primer ministro japonés, Yoshihide Suga. Las encuestas muestran que la mayoría de los japoneses se oponía a la celebración de los Juegos durante la pandemia.
En un guiño a la diversidad, se celebró por primera vez una ceremonia de entrega de medallas tanto para la prueba del maratón femenino y masculino. El himno keniano sonó dos veces el estadio, con capacidad para 68.000 espectadores, para los medallistas de oro Peres Jepchirchir y Eliud Kipchoge.
Aun así, los organizadores parecen haber evitado que los Juegos de Tokio se conviertan en un evento de superdifusión del COVID-19, algo notable si se tiene en cuenta que unas 50.000 personas se reunieron en medio de la pandemia.
En una muestra de las medidas para prevenir los contagios, los ganadores aceptaron sus premios en bandejas, poniéndose las medallas alrededor del cuello, aunque los protocolos de distanciamiento social que impedían los abrazos, por ejemplo, fueron ampliamente ignorados a lo largo de los Juegos.
Mientras que la burbuja -el conjunto de sedes y hoteles a los que se confinó a los visitantes olímpicos- parecía mantenerse, en otros lugares algunas cosas se salieron de control. Impulsadas por la variante Delta del virus, las infecciones diarias se dispararon a más de 5.000 por primera vez en Tokio, amenazando con saturar sus hospitales.
En lo estrictamente deportivo, Estados Unidos terminó a la cabeza del palmarés con 39 medallas de oro, una más que China. Japón quedó en el tercer puesto del medallero con 27 oros.
Con información de Reuters