Los ojos del mundo estaban puestos en el gimnasio Metropolitano de Tokio. Sin público alrededor, solo el silencio, las cámaras y el resto de los atletas la miraban. Simone Biles corre, salta, da un giro y falla. El estupor por ver el error de una de las mejores atletas de la actualidad aparece. Los comentarios, los dichos, el ataque y las dudas también. Dos días después la gimnasta explicó: “Tengo demonios en mi cabeza, después de la actuación tengo que centrarme en mi salud mental”.
Las aristas son múltiples. La presión, la exposición permanente y los miedos, cada uno de los problemas tiene su temor. No es solo el miedo a la victoria, es un cúmulo de cosas que aparecen en la mente de cada atleta. En el momento de abrir el tema, Simone Biles relató que tenía episodios de desorientación. En el aire, con presión y desorientada, los saltos podrían ser muy peligrosos para la salud física de la atleta. Esta situación, además, la llevó a no participar de varias pruebas en los Juegos Olímpicos de Tokio. La primera reacción de la prensa mundial fue el estupor, la segunda fue la crítica. Pero, aun así, la gimnasta expuso el problema y destapó algo que está a la vista.
“Nuestro cuerpo no funciona sin nuestra mente. Es lo que traducimos al movimiento”, dice a El Destape Carlos Wyszengrad, psicólogo de la UBA especializado en grupos y deporte. Cada movimiento tiene una carga y aun más en los atletas de alto rendimiento. Los tenistas, por ejemplo, visualizan en la previa del saque, que tipo de servicio van a hacer y que punto van a buscar. En medio de ello, además, lidian con la frustración constante. “Hay muchos deportistas, equipos o entrenadores que descuidan lo más sensible de la salud mental. Al estrés que forma parte de lo que somos y a como reaccionamos hacia ese estrés. Así como hay ciclos de entrenamiento físico. Hay ciclos de entrenamiento mental como sus momentos correspondientes de descarga mental. Muchas veces los deportistas por estar comprometidos o tener el peso de ser el campeón no respetan esos ciclos y por eso se rompen”, sostiene Wyszengrad.
Cuando un deportista falla en un momento clave, las críticas suelen ser despiadadas. Entre los deseos de los fanáticos está que, por ejemplo, todos los deportistas respondan de una manera presumiblemente adecuada en el momento indicado. Desde un basquetbolista que toma el último tiro en un partido peleado hasta un delantero en un mano a mano. “Hay muchas cosas que se forjan a lo lago del tiempo. Hay algunos que tienen cuestiones Hay algunos deportistas que tienen rasgos de personalidad innatas y otros que con trabajo y perseverancia los trabajan forjando su temperamento dirigido a sus objetivos personales ya sea de alto rendimiento o no. Y hay otras que hay que trabajar para potenciar su rendimientos, pero bajo sus propios parámetros. No bajo los parámetros que espera la sociedad”, indicó Wyszengrad.
Actualmente, según datos de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPRO) el 23% de los jugadores activos sufren trastornos del sueño, mientras que el 9% comunicó que tiene depresión mientras que el otro 7% sufre ansiedad. Las cifras aumentan un 5% en todos los rubros cuando se habla de futbolistas retirados. En este punto se suma, por ejemplo, los datos del COI. Para el Comité Olímpico Internacional, hay un 35% de atletas que experimentan ansiedad, depresión, abusos de sustancias y trastornos alimenticios.
Entre los jugadores de fútbol, la depresión y la ansiedad aparece como un tema tabú. También entre los atletas. Delfina Pignatiello fue una de las atletas argentinas que habló de la presión. “La gente es muy cruel, y por más que ignore quiero cuidar mi salud mental por sobre todas las cosas”, dijo en varias entrevistas. A nivel internacional los ejemplos también se reiteran. El documental del tenista Mardy Fish en Netflix (“Al descubierto”) marca punto a punto como tuvo que lidiar con ataques de pánico y de ansiedad. También como hizo lo posible para esconderlos, para no hablar más del tema hasta que no fue más posible.
“En ningún caso hay que bloquear lo que pasa. Hay que trabajar los pensamientos que uno tiene y expresarlo. Al individuo, muchas veces, lo convertimos en un emblema, pero hay que ver que es lo que está detrás del deportista”, sostiene Wyszengrad a este medio. Y agregó: “Hay que prestarle mucha atención a las cuestiones personales y psicológicas que están detrás de cada atleta. La persona detrás del deportista”.
Este año, más que nunca, el tema de la salud mental de los deportistas de Alto Rendimiento se puso en relieve. Eso vale más que cualquier trofeo.