El director técnico y los futbolistas iraníes atribuyeron el asombroso cambio de rumbo en el Mundial al hecho de haber ganado sus propias batallas mentales, en un contexto de creciente presión pública para que se pronuncien sobre la represión de las protestas en su país.
Irán empataba 0-0 contra Gales en Rayán el viernes, pero marcó dos goles en el tiempo añadido para sellar una victoria en el último suspiro y mantener vivas sus esperanzas de alcanzar los octavos de final de la Copa del Mundo por primera vez en su historia.
Los preparativos del equipo, un gran motivo de orgullo nacional, se han visto perturbados por la crisis en su país, tras la muerte en septiembre de una joven kurdo-iraní de 22 años bajo custodia policial que desencadenó protestas que se han convertido en el mayor desafío a la legitimidad de la élite clerical iraní desde la Revolución Islámica de 1979.
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"Hablamos de los protagonistas, de sus objetivos. No tengo palabras para felicitar a mis jugadores, han estado brillantes", dijo el entrenador Carlos Queiroz en rueda de prensa.
"Hemos jugado con un carácter increíble, increíble, que es el perfil de nuestro equipo normalmente. Siempre jugamos con un sentido de unidad, de cohesión. Hoy hemos dejado muy claro que el fútbol es un juego de momentos diferentes".
Irán fue vapuleada el lunes 6-2 en su primer partido del Grupo B contra Inglaterra, tras lo cual Queiroz descargó su furia por lo que calificó de acoso y presión política sobre su equipo, que ha enfrentado críticas en su país por no pronunciarse con firmeza sobre la muerte de manifestantes.
Muchos iraníes esperaban que el equipo utilizara su alto perfil y el Mundial como plataforma para mostrar su solidaridad.
El lunes se negaron a cantar el himno nacional en una aparente muestra de apoyo, pero el viernes lo cantaron en voz baja mientras se escuchaban abucheos de los seguidores iraníes en el estadio Ahmad bin Ali.
Con información de Reuters
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