Una de las más grandes mentiras que se ha sostenido a lo largo del tiempo con respecto al fútbol es que "el fútbol y la política" no se mezclan. Esa falacia -término tan usado en la actualidad- se cae a cada momento. Tan solo vale observar lo que ocurre en los clubes, en las instituciones o mismo en el contexto nacional. Una vez caída esta versión, los que sostienen estos dichos apuntan al "eso es ahora, antes no pasaba. Antes eran dos cosas diferentes". Eso tampoco es real y existen otros cientos de argumentos y situaciones para tirar por tierra esas palabras.
En este tiempo la llegada de Juan Román Riquelme a la dirigencia de Boca Juniors se convirtió en una de las principales razones por la cual las elecciones en el conjunto xeneize tomaron un valor más preponderante, incluso, en la política nacional. Si bien su enfrentamiento con Mauricio Macri es histórico y apareció hace más de 20 años, lo cierto es que en este último tiempo -en Boca- el cruce está más claro que nunca. El deseo del ex-Presidente argentino de volver a la política de sus club y el apoyo a Andrés Ibarra para tratar de vencer, justamente, al ídolo más grande de la institución (qué todavía no sabe en que lugar de la lsita ira) es uno de los temas que se llevan la agenda deportiva para los próximos meses.
La agenda deportiva, de esta forma, tiene para las próximas semanas una discusión de preponderancia que, entre otras cosas, también necesita un resultado futbolístico: la final de la Copa Libertadores del 4 de noviembre es clave para lo que pueda ocurrir más adelante. Así esta entremezcla entre política y fútbol argentino tiene un capítulo más de un largo recorrido en la historia del país y que, lejos de ser un fenómeno reciente, tiene sus inicios mucho más profundos de lo que parece. En 1931, por ejemplo, hubo manifestaciones de futbolistas, clubes y entidades para pedir la profesionalización del deporte. En medio del Estado de Sitio dictado por el presidente de facto Felix de Uriburu, que entre otras cosas no permitía la huelga obrera, el propio mandatario entendió la necesidad (desde su uso) para darle lugar a este pedido y hasta los recibió en su despacho.
Los entrecruces entre deporte y política siguieron, desde ya, a lo largo de la historia. En las últimas semanas, el periodista Ariel Borenstein publicó un libro que cuenta a la perfección un momento histórico que marcó un punto clave en estos caminos. "Los muchachos futbolistas", editorial Aguilar, muestra la lucha gremial de los jugadores en medio de los problemas con la Asociación del Fútbol Argentino. Incluso, responde a la pregunta clave de por qué se generaron desencuentros entre dos movimientos populares: el fútbol y el peronismo.
El surgimiento de Futbolistas Argentinos Agremiados estuvo de la mano del crecimiento del peronismo. Había un clima de lucha general entre los trabajadores y, desde ya, el fútbol no fue la excepción. Uno de los que estuvo al frente fue uno de los mejores jugadores argentinos de toda la historia: Don Adolfo Pedernera -cerebro de La Máquina de River- que fue vicepresidente en la primera comisión directiva. Con detalles marcados y precisos, en el libro se hace referencia a la necesidad de los futbolistas de enfrentarse con los dirigentes de los clubes que, entre otras cosas, decidieron de facto volver a un formato amateur a fines de 1947. Esta decisión llevó a una huelga histórica en la que los futbolistas estuvieron varios meses sin jugar discutiendo con los dirigentes de los clubes, pero con el apoyo del gobierno de Perón y parte de la AFA.
Toda esa injerencia de los futbolistas llevó a que, entre otras cosas, el fútbol nacional decayera porque muchos de los buenos futbolistas decidieron irse a otras ligas para poder ganar dinero en el llamado "éxodo del fútbol argentino". Esos momentos históricos que fueron claves en la formación del fútbol argentino son retratados con las causas y las consecuencias, incluso, dentro de los hinchas. Esos años gloriosos en los que Argentina contaba con varios de los mejores jugadores del mundo son difíciles de cuantificar e títulos por los sucesos históricos durante la década del '40: la segunda guerra Mundial (que duró hasta 1945) que impidió que se jugasen Copas del Mundo, los problemas nacionales con las Ligas y, sobre todo, las peleas de la AFA con la FIFA por las cuales, entre otras cosas, las Selecciones no viajaron a los Mundiales de 1950 y 1954.
Aún así, más allá de la actividad futbolística, lo cierto es que ese período dejó marcado a fuego algo que -con el paso de los años- se hizo indivisible: la unión de la política y el fútbol. Ya sea por los dirigentes o por lo más importante: sus futbolistas.