Riquelme era el rey del tiempo; ya no

El juego de su Boca jamás ha logrado acercarse siquiera al del Román-crack mientras busca alternativas para hacer que el equipo mejore.

21 de octubre, 2024 | 00.05

Ya ni siquiera le sirve el tiempismo del mate. Ese que, tras escuchar la pregunta, Juan Román Riquelme, usaba de pausa para responder siempre en su propio tiempo, como cuando ponía la pelota debajo de la suela, esquivaba rivales y, en el momento exacto, lanzaba el pase perfecto. Pero ya no sirven el mate ni la suela. El Román-dirigente exhibe algunos títulos, en fútbol y en varios deportes más. Algunas buenas obras. Y números aparentemente en gran forma. Pero el juego de su Boca jamás ha logrado acercarse siquiera al del Román-crack. 

Y no solo es la deuda eterna de la Libertadores que él mismo, cuando era oposición, dijo que equivalía “a diez torneos locales”. Es jugar bien. No se dice “gustar, ganar y golear”, la famosa triple G del fútbol. No. Decimos jugar bien. Su Boca de cuando él jugaba, en rigor, tampoco era un equipo exactamente vistoso, excepto cuando la pelota pasaba por sus pies. Luego, era un equipo rocoso, que dominaba sicológicamente al rival y se agrandaba hasta parecer imbatible, en el tiempo reglamentario o en los penales. Pero aquel Boca de Bianchi es pasado. Como también lo es el Román-crack. El tema es este Boca. 

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En tiempos dorados, sabemos, la camiseta de Boca cotiza como casi ninguna otra. La idolatría, los medios, la vidriera internacional, etc, etc. Pero en tiempos difíciles, como los actuales, esa camiseta pesa toneladas. Lo sufren los jugadores del Boca actual. Y lo sufrió el DT Fernando Gago en su debut del sábado, exagerado 0-3 contra Tigre. Sin gol rápido tras una buena presión inicial, Boca se fue haciendo monótono, predecible y luego impreciso. La reacción del segundo tiempo, lógica, terminó consumida por los nervios y eso quitó lucidez. Tigre lo goleó casi sin propónerselo. Mandíbula de cristal hasta para los más experimentados, desde el arquero Chiquito Romero a Marcos Rojo (¿seguirán como titulares?). Y también el uruguayo Edinson Cavani, que el sábado estuvo errático como el VAR, que un día dice blanco y al otro negro (Boca no liga tampoco allí).   

El juego de elaboración del nuevo DT (Gago es un técnico intervencionista, su Racing fue el mejor equipo argentino de ese momento, aunque le haya faltado el gran título) requiere paciencia. Pero eso es justamente lo que Boca menos tiene. Porque el miércoles estará jugando en Rosario un partido decisivo contra Gimnasia por un puesto a la semifinal de la Copa Argentina que mantendría viva la chance de volver a la Libertadores (aunque Vélez, hipotético rival siguiente, hoy es completamente superior). Y, si no hay Copa Argentina, Boca no podrá darse el lujo de seguir perdiendo puntos en la Liga. Se quedaría por segundo año seguido afuera de la Libertadores, objetivo de mínima de un club que antes aspiraba solo a sumar trofeos, no boletos. 

Por eso la prisa. Diego Martínez había tenido un inicio alentador, sin títulos, pero jugando acaso mejor que sus predecesores. La fuerte debacle de final de ciclo precipitó su salida. Ahora, pasada la espuma del ex crack que vuelve “a casa”, contra Tigre se desnudó el riesgo inevitable que puede implicar cambiar de caballo a mitad del río. Porque Gago ni nadie es mago. Y porque hace falta más tiempo para que un equipo funcione según los requerimientos distintos del nuevo DT. No es mago el DT, no hay magos dentro de la cancha y, ya lo hemos visto, tampoco es mago el Román-dirigente. 

La bandera del Boca-Asociación Civil y defensa de la Bombonera (todavía sin anuncios de reforma concreta) sirvió en elecciones para fortalecer identidad y derrotar hasta a la alianza del poder político (Milei-Macri), una batalla despareja en el aparato mediático y, aun así, vencida a fuerza de pertenencia e idolatría bien ganada. Pero luego hay que jugar. Y el Boca de Riquelme-dirigente sigue en deuda. Gana poco y gusta menos. Y los plazos, inevitable, se le hacen cada vez más cortos. Y mañana martes, además, River comenzará a jugarse su pase a una nueva final de Libertadores.