Los atletas que luchan por el oro del breaking en los Juegos Olímpicos llevarán a París un arsenal de trucos, pero la australiana Rachael Gunn puede ser la única con un doctorado en la cultura de este deporte.
Esta B-girl de 36 años conocida como "Raygun", un acrónimo de su nombre, completó una tesis en 2017 sobre la intersección de género en la escena del breaking de Sídney, mientras se entrenaba para convertirse en una de las mejores bailarinas del país.
La profesora de la Universidad Macquarie pronto hará un paréntesis en su vida académica para competir en La Plaza de la Concordia, donde el breaking hará su debut olímpico unos 50 años después de surgir de las calles del Bronx.
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El despacho de un profesor universitario puede parecer un hábitat improbable para una campeona de breaking, y Gunn se ríe al confirmar que desconoce la existencia de otros académicos en este deporte.
"La gente piensa que es genial e interesante, pero también es muy diferente de la trayectoria académica clásica", declaró a Reuters en una entrevista.
"Así que las reacciones varían en función del departamento o la facultad a la que pertenezcan. Pero en general la respuesta ha sido muy positiva".
Gunn no empezó a practicar el breaking hasta pasados los 20 años y destaca entre las adolescentes clasificadas hasta la fecha, entre las que se encuentra la campeona mundial lituana Dominika Banevic, una joven de 16 años que compite como "B-girl Nicka".
Sin embargo, Gunn dista mucho de ser una rareza, ya que su rival estadounidense Sunny Choi también se dispone a enarbolar la bandera de los breakers de treinta y tantos en París, tras abandonar una carrera empresarial.
Los bailarines compiten en batallas uno contra uno en tres "throw downs" de un minuto de duración, con la música elegida por un DJ y las actuaciones puntuadas por un jurado.
Dos medallas de oro están en juego en la competición de breaking de París, una para el mejor B-Boy y otra para la mejor B-Girl.
(Reportaje de Ian Ransom en Melbourne; Editado en español por Héctor Espinoza)