De Marcos Montes -actor versátil, músico, figura recurrente en los elencos de obras del Complejo Teatral Buenos Aires, menor de cinco hermanos y casi veterinario- uno puede esperar personajes extremos, que destacan por sus rasgos complejos o inusuales para el ojo curioso. En Carnicera, un thriller de ciencia ficción distópico (hasta ahí nomás) creado por Javier Daulte, interpreta a un hombre de propósitos engañosos y retorcidos que se presenta para alterar el orden de una matarife. La obra que se presenta en el Teatro Regio imagina un mundo de bandos y conspiraciones donde el valor de la otredad queda descartado y rige la ley de la jungla; un coqueteo de trazo fino con la realidad y el futuro planteado por quienes se dicen leones y no son más que hienas.
“Las similitudes que el planteo de la obra pueda tener con lo que pasa hace un buen tiempo en nuestra sociedad es lamentable. Los binarismos, el ‘son ellos o nosotros’, me parecen atroces en cualquier aspecto que tenga que ver con la vida social, pero entiendo que particularmente en el político es el que más daño nos hace”, afirma el intérprete en una entrevista con El Destape.
- ¿La ciencia ficción es un género que te atrae?
La verdad es que sí aunque me parece difícil de hacer en teatro tanto como el terror, que también me gusta mucho. Siempre pienso qué posibilidad pueden tener de llevarse a un escenario sabiendo que en televisión y en cine funcionan muy bien porque el aparato de diseño lo posibilita mucho más. Involucrarse en un proyecto así siempre es una aventura y más bajo el estilo que Javier domina con gran talento y que propone una mezcla de cuestiones de la ciencia ficción e inspiración en las series televisivas de la década del ‘70.
- ¿Cómo definirías a tu personaje?
Sin entrar en spoilers lo definiría como un hombre que tiene muchas capas. Su personalidad es muy ambigua y sus intereses también lo son.
- ¿Qué sentís que los directores ven en vos cuándo te eligen para roles tan extremos?
Al principio impresión, porque en muchos casos me cuesta imaginarme en personajes así, tan extremos. Hice mujeres, presos, asesinos, robots, algo debo tener de atractivo para quienes me llaman para estos roles. Y yo agradezco mucho estas oportunidades porque es una increíble oportunidad para experimentar. La última vez que me sucedió algo así fue con la obra Happyland, de Alfredo Arias: en un principio iba a ser el obispo hasta que Alfredo me llamó y me dijo ‘no, vos vas a ser Lucrecia’. ¡Una mujer!
- Sos músico y actor pero también estudiaste para ser veterinario, un camino que nada tiene que ver con la cultura
Amo los animales, me despiertan muchísima curiosidad y placer. Las plantas también. La vida en la naturaleza y la biología me interesan muchísimo. Tuve un hermano más grande, que murió, era veterinario aunque nunca ejerció y fue una influencia en mi decisión de seguir el mismo camino.
Los cambios grandes conllevan mucha fricción y un período de una gran inestabilidad e imprevisión, y esa es la parte más dura. Hasta los 22 años viví sin ninguna sombra de duda, jamás imaginé que yo fuera a ser otra cosa más que veterinario, hasta que de repente me di cuenta que no iba a ser eso y no sabés muy bien cómo va a ser lo que viene. Es un proceso muy raro.
- ¿Y cómo te encontraste con tu vocación?
A la vez que hacía la carrera de Veterinaria empecé a estudiar música, pero como expansión del conocimiento, y durante unos años convivieron los dos estudios. Como en Veterinaria me iba bien no me animaba a dejar hasta que eventualmente me di cuenta que era mucho más feliz cuando me conectaba con la música. A la actuación llegué a través de la música, por una amiga que me propuso que estudiemos comedia musical para complementar. No estaba interesado pero lo hice y con el tiempo descubrí capacidades mías que no sabía que tenía.
No fue algo que busqué. Siempre me pongo místico cuando hablo de mi historia con la actuación porque siento que fue un lugar que estaba ahí para mí sin yo saberlo hasta que recibí una especie de llamada.
- ¿Antes de eso ningún contacto con la actuación?
Mis padres iban mucho al teatro pero no nos llevaban de chicos y no vengo de una familia de artistas. Siempre pienso que si hubiese tenido un tío escritor o una tía cantante habría tenido una introducción más temprana a ese mundo y a mi vocación. Pero al no estar empapado en ese entorno…
Pienso en la película De eso no se habla, de María Luisa Bemberg, y en todo lo que hacen para que la enana no se entere que es enana: le hacen tener toda una vida de persona alta hasta que llega al circo del pueblo y se da cuenta que la realidad de quienes son como ella es muy diferente. Más allá de la incorrección política de su historia me parece un ejemplo muy ajustado a lo que me pasó a mí hasta encontrarme con la vocación.
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Su amistad con Norma Aleandro, el día que conoció a Anthony Hopkins y el desafío de ponerse en la piel de Bela Lugosi
- Tu registro de trabajos es amplio pero quizás uno de los más curiosos sea la participación en The City of your Final Destination, con Norma Aleandro y Anthony Hopkins. ¿Cómo llegás a esa película?
Ese trabajo se lo debo a Norma Aleandro, una persona que quiero mucho. La aventura empezó en el año 1996, después de haber ido con unos amigos actores al estreno de Sol de otoño. Recuerdo que cuando salimos del cine encantados, estábamos fascinados con Norma. Nosotros recién arrancábamos en la profesión y nos preguntábamos si nos tocaría al menos una vez trabajar junto a ella. ‘Si me toca una escena ya estoy satisfecho’, decía. Bueno, nunca habría imaginado que iba a compartir obras de teatro, vacaciones, una amistad. Me devolvió con creces mi deseo.
La película de James Ivory coincidió con unos años en que costaba muy barato hacer películas extranjeras acá. De repente nos enteramos que venía este cineasta a Argentina para filmar y Norma, que ya había estado trabajando en Hollywood, iba a estar en la película. Ella necesitaba practicar para preparar las escenas y me pidió si no la podía ayudar acompañándola al set de filmación. Le dije que sí y se armó un encuentro con James Ivory en el Sheraton, y fue muy lindo. Él ahí me ofreció si no quería estar en las escenas con Norma ‘siendo un amigo de ella’. No estaba planeado. Después nos enteramos que para una de las escenas iba a venir Anthony Hopkins a filmar con Norma y estábamos muy entusiasmados. Ellos ya habían coincidido en la película La guerra de un solo hombre. Fue un encuentro de mucha alegría el de ellos dos.
- ¿Cómo es él?
Anthony Hopkins es un hombre encantador, tiene una gran simpatía y una manera muy real de mirar y comunicarse con el otro. Teníamos una escena al costado de una ruta y estaba todo lleno de extras camioneros, el escenario era una parrilla, y cuando terminamos la jornada había un montón de gente de ahí que lo estaba esperando para pedirle autógrafos. Él, en un momento de toda esa secuencia, empezó a preguntar por mí porque se quería despedir. Me pareció un gesto de mucha nobleza suya como persona. Cuando me encontró me dijo: “me enteré que estás haciendo teatro con Norma. Que fortuna tenés de trabajar con una persona así. Consideralo una de las grandes cosas de la vida”.
- Estás vinculado a la RAE, ¿esto es así?
Sí. Siempre estuve estudiando cosas, idiomas y cuestiones relacionadas a las Letras. En 2019 hice una Maestría de Lexicografía en la Real Academia y estuve cuatro meses y medio en Madrid. Hace un año y medio me escribieron de nuevo para invitarme a un proyecto muy interesante, la redacción del nuevo diccionario de la lengua española.
- ¿En el nuevo diccionario de la RAE hay espacio para las palabras del lenguaje popular?
Sí. El diccionario histórico es un proyecto super ambicioso porque la cantidad de colonias que tuvo España hicieron que el idioma español se expandiera de una manera increíble. Cada país aporta sus palabras y el diccionario histórico pretende incluirlas todas. Obviamente es un proyecto que no resiste el papel, solo puede hacerse digital.
- ¿Qué opinión tenés de la frase ‘lo que profesa la RAE ha quedado antiguo’?
No sé si la gente que critica lee realmente las cuestiones de la RAE. Me parece que la RAE es un lugar de profundo estudio del funcionamiento de la lengua y las raíces etimológicas y defienden no una lengua pura, sino el concepto de sobre los cuales se armó y van viendo hasta donde eso va teniendo posibilidad de expansión sin violentar las estructuras.
Hace poco se generó un debate en torno a la palabra ‘Almóndiga’, aceptada por la RAE e incluida en el diccionario. Si uno va al término puede leer que dice ‘vulgarismo por albóndiga’. Esas palabras, producto de una torpeza de la lengua o de una incapacidad fonética terminan entrando porque es evidente que la gente las usa. El diccionario histórico lo que plantea es hacer un rastreo de la historia de cada palabra. Todos pueden acceder, verlo e investigar.
- Por último, me enteré que vas a ser Bela Lugosi en una obra de teatro…
Es una obra que se tendría que haber estrenado en febrero de este año, pero determinadas cosas hicieron que se retrase y recién va a llegar en febrero del año que viene en el teatro El Extranjero. Es una especie de disparate ficticio, pergeñado por Alfredo Arias, acerca de la voluntad que tenía Bela Lugosi de morir. Alfredo hace varios años viene muy interesado en los atardeceres de las grandes estrellas de Hollywood. Lo interesante que pasó con Bela Lugosi fue que a pesar de ser un gran actor, después de haber hecho Drácula quedó tan marcado por el personaje solo lo llamaban para repetir su personaje en producciones mucho peores. La historia que plantea la obra de Alfredo gira en torno a las ganas de morir de Bela Lugosi y a las consultas que hace con una psicoanalista para que lo ayude a suicidarse.