La tragedia fatal del 24 de junio de 1935 en Medellín truncó todos los proyectos que el histórico cantor de tango Carlos Gardel tenía planeados para su futuro y que le había confiado a su cercano administrador. Sus admiradores y el mundo entero se privaron de las múltiples obras que el “Zorzal Criollo” pensaba para brillar en Argentina, tras su salto a la fama con las películas que grabó en Nueva York.
Cuando a finales de 1933, en medio de su éxito rotundo, Carlos Gardel llegó a la ciudad estadounidense para cumplir con varias presentaciones radiales en la famosa NBC, todavía no había logrado equilibrar sus finanzas personales. Tampoco disponía de grandes ahorros, algo que le preocupaba mucho, sobre todo pensando en su madre, Berta Gardés. Sin embargo, el hombre que había nacido el 11 de diciembre de 1890 recibió el gran ofrecimiento de la empresa productora Paramount y alcanzó uno de sus grandes objetivos artísticos y económicos.
En una carta para Armando Defino, su organizador de sus bienes, fechada el 21 de marzo de 1934, el cantor le reveló: “Y ahora la noticia bomba, que como yo siempre digo: ¡No hay mal que dure cien años! Acabo de firmar contrato con la Paramount con excelentes condiciones…”. Además, había acordado que las películas se produjeran a través de su propia productora, la flamante “The Exito Productions INC”. Esto le otorgaba el control total del guion, la producción y la contratación de los actores.
Esa faceta empresaria se potenció tras el exitoso estreno de “Cuesta abajo”, la primera película americana de Gardel, con un éxito que jamás hubiese imaginado y que impactó profundamente sobre su vida personal. Así convenció a los directivos de la Paramount de que con él podían generar mucho dinero, como bien recuerda el director Ejecutivo de la Fundación Internacional Carlos Gardel, Walter Santoro, en un artículo publicado en Infobae.
La gran capacidad de Gardel fue tan importante que la Paramount accedió a todos sus pedidos en cuanto a tiempos de filmación y mejora del reparto. Incluso se dejó abierta la posibilidad de filmar otras dos películas más después tras la gira proyectada por Hispanoamérica. En otra misiva para Defino, del 16 de octubre de ese año, el Zorzal Criollo le comentó: “Claro que esta gente quiere hacer películas conmigo hasta el año 2000, si siguen dando dinero…”.
Los planes inconclusos de Carlos Gardel para realizar en Argentina
Gardel nunca dejó de entusiasmarse por el éxito de sus producciones y, aunque no aprendió inglés como le habían sugerido, empezó a planificar proyectos cinematográficos, pero para la Argentina. Pensó en sus colaboradores más cercanos: Alfredo Le Pera y Terig Tucci. “Los proyectos que tenemos para Buenos Aires son grandiosos, inmensos, apocalípticos. Construiremos estudios cinematográficos que llevarán el pomposo título: Estudios Cinematográficos Carlos Gardel...”, le escribió a Defino el 5 de octubre de 1934.
De esta manera queda muy claro que El Zorzal sabía que su futuro estaba era con el cine, una industria que generaba grandes ingresos y que disfrutaba mucho. Así lo detalló en una entrevista que brindó y que cita el libro “Gardel en New York”, de Tergi Tucci: “Pienso dedicarme completamente al cine. Es lo que más me agrada y me divierte. Y me halaga singularmente crear algunas películas con asuntos de mi tierra, con temas gauchos...”.
“Mi porvenir económico está en el cine y lo compruebo cada vez más al ir visitando estos países donde mis películas han batido todos los récords...”, fue otra de las frases más contundentes que le reveló a Defino el 4 de junio de 1935, veinte días antes de fallecer en Colombia.
Durante esa gira que terminó con su vida, Gardel proyectaba la posibilidad de finalizar su contrato con la Paramount y avanzar con su propio proyecto cinematográfico independiente. En otra misiva al mismo receptor, enviada desde Barranquilla el 20 de junio, escribió: “Sobre mis proyectos de cine... es hora de que no se queden con todo lo que mis películas producen...”.
Gardel planeaba regresar a Nueva York para cumplir con compromisos de filmación de dos nuevas películas, luego viajar a Toulouse a buscar a su madre Berta y volver a Buenos Aires para una serie de audiciones radiales, patrocinadas por la farmacéutica Cafiaspirina, y que le permitirían cobrar un altísimo caché, inédito en la radiofonía argentina.
Además, tenía en mente crear una nueva productora en la Argentina, en sociedad con el músico y empresario Francisco Canaro, para realizar filmes en español, creando un estudio de filmación similar al de la Paramount. Juntos habían planificado la creación de una entidad de protección de derechos de autor, tanto para la música como para las películas. Eso derivaría, poco después, en la creación de SADAIC en 1936, siendo su primer presidente el propio Canaro.