Clare Pollard: "Estamos enamorados del progreso y olvidamos cuántas veces termina en tragedia"

16 de julio, 2023 | 13.38

(Por Ana Clara Pérez Cotten) Entre la incertidumbre y ansiedad, la dependencia de las pantallas y el adormecimiento del alcohol, la poeta y dramaturga británica Clare Pollard recrea en "Delfos" la historia de una familia durante la pandemia para dar cuenta de cómo el encierro detonó viejos problemas adormecidos y advierte que vivimos un presente signado por "la brillantez, la inteligencia y la aspiración humana que nos han llevado a un precipicio terrible".

Clare Pollard nació en Bolton en 1978 y vive en el sur de Londres con su esposo y sus dos hijos. Es Doctora en Letras, tiene una trayectoria sólida en la poesía con varios libros publicados, fue guionista de la BBC Radio y también trabajó como editora, periodista y maestra. La pandemia la convenció de que era el momento indicado para adentrarse en las aguas de la novela por primera vez y comenzó a escribir "Delfos", una historia que transcurre en el hogar de una familia de clase media de Londres.

La protagonista, una profesora y traductora de textos clásicos, junto a su esposo y su hijo de 10 años, investiga antiguos sistemas oraculares en pleno brote de COVID-19 mientras se lamenta por haber tenido que suspender unas vacaciones idílicas en Delfos por la pandemia. La presidencia de Trump (y su narrativa apocalíptica), el clima de encierro ideológico del Brexit y los estragos del virus en el sistema de salud se entrelazan con las batallas diarias, como sobrevivir a las interminables clases en línea, encargarse de las responsabilidades de cuidado de un niño y lidiar con las tensiones matrimoniales (o con el desamor). Mientras intenta acercarse a su hijo preadolescente y reservado que solo quiere jugar videojuegos, la narradora introduce al lector en distintas formas de predicción, desde la quiromancia y el tarot hasta la astrología y el I Ching. De esta forma, "Delfos" -la primera novela de la autora que fue publicada en Reino Unido por Penguin y que llegó a la Argentina editada por Caja Negra y con la traducción de Tamara Tenembaum- pone a dialogar los mitos del pasado con las noticias más urgentes y explora la dimensión emocional del confinamiento.

Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

-Télam: "Delfos" es más que una novela centrada en la pandemia Covid. Explora la idea de que momentos significativos en la historia, como lo fue la pandemia, tienen el poder de establecer conexiones entre nosotros y tanto el pasado como los aspectos universales de la experiencia humana. ¿Qué aspectos de la naturaleza humana nos recordó el coronavirus?

-Clare Pollard: Que somos frágiles, mortales y parte de la naturaleza. Durante un tiempo, en países como el Reino Unido, fue demasiado fácil pensar que las plagas eran algo que solo ocurría en los libros de historia. Pero no hay fenómeno en la historia humana que no pueda repetirse. Siempre me ha atraído mucho la concepción griega de la tragedia y siento que no ha habido suficientes tragedias modernas. Parece que hemos olvidado esa idea de que la ambición humana es peligrosa. Que el orgullo o el exceso de ambición nos llevará a caer. Estamos tan enamorados de la idea del progreso humano que olvidamos cuántas veces termina en tragedia. Creo que vivimos en un momento muy trágico de la historia: la brillantez, la inteligencia y la aspiración humana nos han llevado a un precipicio terrible. Así que quería analizar los eventos recientes a través de una lente trágica.

-T.: Internet, proponés en la novela, ha "llenado el vacío dejado por la decadencia de la religión". ¿Cuáles son los retos filosóficos que se derivan de esto? ¿Por qué encontraste inspiración en los clásicos?

-C.P.: Muchas religiones tienen un dios o dioses que pueden ver tu mente, tu corazón, tu dormitorio. De quien no puedes esconderte; que lo saben todo. Este pensamiento es un poco aterrador y obviamente la religión organizada lo usa para modificar nuestro comportamiento, pero también es reconfortante. La idea de que nada se pierde ni se olvida, que todo tiene sentido, que todo acto está siendo registrado y puntuado… Internet se comporta de una manera muy similar: estamos bajo más vigilancia que en cualquier otro momento de la historia, incluso nuestro ritmo cardíaco y nuestros pasos son monitoreados. Sin embargo, creo que a muchas personas les resulta reconfortante saber que son observados; sentirse registrados. En ambos casos permitimos que otros obtengan un gran poder sobre nuestro comportamiento porque apela a una profunda necesidad humana de ser vistos.

-T.: Durante la pandemia entrevisté a muchos autores que aseguraban que el brote de coronavirus difícilmente sería un tema o una fuente de inspiración para la ficción. Según ellos, sólo querríamos olvidarlo. Sin embargo, ha pasado el tiempo y comienzan a surgir libros que ahondan en lo sucedido durante la pandemia, explorando temas de encierro, muerte e incertidumbre. ¿Por qué decidiste escribir sobre eso? ¿Qué aspectos literarios te interpelaron de la experiencia?

-C.P.: Entiendo que mucha gente quiera olvidarlo o seguir adelante, especialmente los lectores, y creo que mi libro ha tenido una recepción mixta por eso. Pero me di cuenta muy rápido de que si estábamos viviendo un momento histórico importante para el mundo, quería capturarlo. Quería intentar dejarlo exactamente como estaba. Me alegro de haberlo hecho porque es increíble lo rápido que la gente en Inglaterra olvida: normalizan lo que pasó, lo minimizan o hablan del confinamiento como un período en el que no pasó nada. Y ante eso, siento mucho extrañamiento. Todo el país estaba bajo arresto domiciliario. Los parques infantiles fueron cerrados. Decenas de miles murieron. Todos lavaron sus compras. Era ilegal tener sexo casual o ver a tu propia madre. Todos usábamos barbijo. Los niños perdieron un año de escuela. Quiero decir, ¡todas estas cosas enormes! Desde una perspectiva literaria, siempre me gusta escribir sobre el presente, porque nadie más ha escrito sobre eso todavía. ¡Creo que es la forma más fácil de ser original!

-T. Las pantallas y el alcohol tuvieron (y tienen ahora también) un papel ¿Qué te interesó de esos hábitos de consumo?

-C.P.: El alcohol jugó un papel importante en el encierro para muchas personas que conozco. Incluso para mí. Quiero decir, como adulto se sentía como la única forma de distinguir el día de la noche, o un fin de semana de un día de la semana. En Inglaterra la automedicación con alcohol es toda una cultura. Me aburre bastante leer novelas británicas de clase media en las que casi nadie se emborracha porque todo el mundo bebe todo el tiempo. Todos tenemos amigos que se volcaron al alcoholismo en ese momento y, seguramente, trabajar desde casa hizo que fuera mucho más fácil ser un alcohólico funcional.

Lo de las pantallas fue particularmente perturbador para los que tenemos hijos. Porque constantemente nos dicen que las pantallas son realmente malas para los niños, que solo deberían ver una hora al día o algo así. De repente, tienen clases de ejercicios en las pantallas, citas para jugar y fiestas, todo su trabajo escolar, asambleas, clubes, charlas con los abuelos, están jugando juegos de computadora con sus compañeros, están en las pantallas casi todo el día. Y se nos animó a que les permitiéramos hacer eso, pero se sintió mal en un nivel muy profundo. A mí me puso muy intranquila. Ambas adicciones son distracciones, formas en las que nos permitimos distraernos de lo que realmente está sucediendo en el mundo.

-T.: En la novela mencionas los ensayos de Zadie Smith sobre la pandemia, que son quizás algunos de los textos más interesantes sobre el tema. ¿Tuviste otros interlocutores (ficticios o no ficticios) al momento de analizar la pandemia?

-C.P: ¡Releí mucha tragedia griega! Cuando escribí Delfos, no había todavía mucha literatura sobre la pandemia aparte de los ensayos de Zadie Smith que me encantaron, pero definitivamente me influyó la novela "Weather" de Jenny Offil, que se trata de una madre de mediana edad que vive en tiempos apocalípticos, y está en estos breves fragmentos poéticos. Antes de leerlo, pensé que "Delfos" sería un libro de no ficción sobre oráculos y luego algo hizo clic y me di cuenta de que podía ser una novela. La otra novela sobre los días de la pandemia que más he disfrutado es "Burncoat" de Sarah Hall.

T.:Es muy interesante el enfoque sobre la infancia, cierta desacralización. ¿Por qué tendemos a mirar a los niños y adolescentes de esa manera? ¿Qué evitamos ver?

C.P.: En el encierro, muchas familias se vieron obligadas a compartir un espacio las 24 horas del día y, sin embargo, eso no significa necesariamente que accedieron a conocerse mejor. Para algunas personas, podría haber tenido el efecto contrario y les hizo darse cuenta de lo poco que se conocían. En "Delfos", los tres miembros de la familia están muy solos, ni hablan. Todos se repliegan en sus propias formas privadas de lidiar (o no) con la pandemia, en sus propios secretos; sus propias cabezas. Tengo suerte de tener dos hijos y todavía me hablan de la mayoría de las cosas, pero sé que a medida que crezcan se volverán más recelosos de su privacidad. Tendré menos idea de lo que esté pasando dentro de ellos y sí, eso es aterrador para una madre, y particularmente para la madre de la novela, que siempre ha sido tan protectora con su hijo. ¿Cómo puede ella protegerlo de su propia mente?

Con información de Télam