Ricardo Strafacce, el escritor que le ganó un juicio a Kodama, lanzó El galpón su nueva novela

El Destape dialogó con Ricardo Strafacce, autor de El galpón, sobre los mecanismos narrativos que lo llevaron a crear su nueva novela.

07 de julio, 2021 | 20.31

“Leonardo abre la puerta de su departamento y su vida cambia para siempre”; así arranca El galpón, la nueva novela de Ricardo Strafacce editada por el sello Blatt & Ríos. Con buena pulsión narrativa el autor crea un mundo alucinante, onírico, para encapsularlo en una trama que se consume a un ritmo adictivo. En diálogo con El Destape, Strafacce reflexiona en torno a los mecanismos narrativos que lo llevaron a escribir su obra.

- ¿Cuál fue el disparador para crear El galpón?

En el año 2009 tuve una operación muy grande, y a fines de noviembre me dieron el alta después de tres meses internado y salí con dos prohibiciones absolutas: el tabaco y el alcohol. Para mí la vida misma. Lo primero que me di cuenta es que no podía escribir sin fumar y sin beber, así que el primer disparador fue hacer mi primera novela abstemio, con el consuelo de que fuera la última mala. Esa es la explicación existencial. En la novela hay alguna escena en la que se sublima esa falta de alcohol.

Desde el punto de vista de los procedimientos, muchas veces leo a autores que dicen que escribieron a partir de un tema que les interesó, y yo nunca tuve temas sino escenas. En este caso son dos: alguien que llega a su casa y encuentra algo terrible, pero al mismo tiempo extravagante y las cosas tan opuestas que ocurren en la planta baja y el primer piso de un edificio. Ambas escenas corresponden al inicio y final de El galpón, respectivamente.

- Mientras leía El galpón imaginaba que podría ser una excelente película. ¿Fantaseas con ver adaptadas tus obras al cine?

Mis dos hijas se dedican al cine y como lo primero que quiero es agradarles a ellas (risas) es posible que mis novelas últimamente tengan esa impronta. De todos modos, en esta novela es posible esa mirada más cinematográfica.

- Es una gran obra del absurdo, ¿qué cosas te seducen de este lenguaje?

En casi todo lo que escribo hay una presencia muy notable de Kafka. En esta más que en otras. Creo que ahí está lo que podría llamarse seducción hacía el absurdo.

- ¿Sentís que la fantasía sigue estando mal vista por el canon de la literatura?

Hay quien todavía cuestiona a Aira por estas razones y están también los que siguen escribiendo novelas del Siglo XIX. Es un tema que dejó planteado Borges en el prólogo de El informe de Brodie, cuando dice muy resignadamente “mis cuentos son realistas según la denominación en boga de la que pronto nos cansaremos o ya estaremos cansados”. El realismo siempre está en el medio de todo.

- Lo mencionaste a Cesar Aira y, en una entrevista reciente, declaraste que “si te apuran un poco” dirías que Aira es mucho mejor escritor que Jorge Luis Borges. ¿Seguís creyéndolo?, ¿por qué?

Porque Aira ya leyó a Borges. No sabemos qué hubiese pasado si Borges lo leía a Aira. Quiero decir, el post Borges -escritores geniales como Aira, Saer, Fogwill- se armó a partir de él. Hubo quién quiso escribir en contra de Borges, concretamente Piglia.

- De lo que no solés hablar en entrevistas es de cuando defendiste como abogado al escritor Pablo Katchadjian por el juicio que le inició María Kodama, acusándolo de plagiar el emblemático cuento El Aleph. ¿Qué imaginás que hubiese pensado Borges de esta situación?

Depende de qué Borges. El qué se casó con Kodama, seguro le habría dado la razón.