Damián González Bertolino: "El duelo es un diálogo con un fantasma"

11 de diciembre, 2022 | 12.19

(Por Emilia Racciatti) El duelo como estado de discontinuidades, indagaciones sin lógica aparente y remembranzas imprevisibles es el eje de la novela "Herodes", del escritor uruguayo Damián González Bertolino, donde además la apuesta es narrar al representante de la aristocracia argentina que se refugia en Uruguay para encarar el cuidado de su hija después de la muerte de su esposa.

Editada por Entropía, que había publicado antes la novela "El increíble Springer" de González Bertolino (Punta del Este, 1980), "Herodes" sigue los días de Montiel, viudo reciente por la muerte de su mujer Mariana en un accidente, que cuida de Pía, esa hija que está en silla de ruedas y que se va convirtiendo en un temor para él. "Noche a noche en las semanas siguientes, Montiel comenzaría a dejar la puerta más y más entornada. Era una forma de aceptar que empezaba a temer la voz de su hija cortando el silencio de la madrugada", se puede leer en el comienzo de ese proceso que se enrarece a medida que seguimos al personaje.

Desde Uruguay, en una videollamada con Télam, el escritor que también da clases a estudiantes del liceo (nivel secundario), habla de por qué le interesaba hablar del duelo, donde "las seguridades se trastocan" y "la percepción de los acontecimientos se disloca".

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"El duelo es un diálogo con un fantasma. Por eso me gusta tanto Henry James porque sus relatos son como fallos camuflados sobre lo que hacemos con la ausencia de los otros", explica sobre uno de los autores que lo acompañaron en el proceso de escritura.

-Télam: Es una novela sobre el duelo, su falta de lógica y lo discontinuo que lo caracteriza. ¿Eso era lo que te interesaba contar al comienzo de la escritura?

-Damián González Bertolino: Fue escrita en el medio de la escritura de "El origen de las palabras", que ya llevaba un tiempo, estaba en un punto ciego y decidí escribir otra cosa y en un paréntesis de un año y medio escribí "Herodes". Tenía la idea de escribir sobre un padre y una hija. Después ese padre fue un viudo. Es sobre el dolor del duelo pero ese motivo irradió en la manera de acercarse al lenguaje y la estructura del libro porque el dolor es un estado de la conciencia, del alma en el que las seguridades se trastocan, nuestra percepción de los acontecimientos se disloca. Cuando la empecé a escribir me di cuenta que el lenguaje tenía que ser refractario descomponiendo la percepción de la realidad. Me jugué entonces con una estructura que pusiera en juego al lector con una percepción de la realidad que fuera discontinua y que tiene que actualizarse porque cuando estamos en el medio del dolor, por una separación o el fallecimiento de alguien, el día a día de ese dolor es una actualización constante de nuestro mundo. Por eso también la intensidad insoportable de la vida en esos momentos. Siempre todo se siente de una manera tan potente que fastidia. Todo se compone y se recompone.

-T: En ese duelo está además la presión por tener que cuidar a alguien que también está haciendo un duelo por su madre. Pero esa idea de vivirlo solos y juntos no se puede sostener, termina necesitando a otros en ese entramado.

-D.G.B.: Esa conducta de cuidar solo a su hija entra en un estado de crisis. Se empieza a incomodar con que lo llame de madrugada, esa invocación de la hija pasa a ser algo que está más allá de su dominio y tiene que ver con esa zona perturbadora ominosa, fantasmagórica que tiene la novela en la figura de Mariana.

-T: En ese vínculo, la hija se vuelve un ser extraño y ajeno. ¿Cómo se gestó ese aspecto?

-D.G.B: Eso es algo eminentemente doméstico y ahí asoma toda una dimensión del relato que se conecta con una estética más gótica a su manera, con el relato de ese fantasma delineado. Montiel es un hombre muy de su clase también. Es un porteño, muy aristócrata, y ese vínculo con los otros está atravesado por una cuestión de clase y de poder sobre los demás, no puede traspasar cierta línea con ellos.

-T: Esos otros que lo rodean son fundamentalmente mujeres, la suegra y la cuñada que, de alguna manera, funcionan como opuestos a ese personaje que se murió, Mariana, y esa oposición ayuda a construirla.

-D.G.B.: Sí y es el relato de una masculinidad, de algún modo fracturada, y su orgullo. No exenta de algunos atributos prepotentes de sujeción, de hacer sentir el poder sobre los otros. Esa fue mi apuesta narrativa, con un personaje que, a nivel social, es absolutamente privilegiado en todo sentido: económico, sexual. Le ocurre una tragedia tremenda y la apuesta narrativa fue cómo hacer para que un lector o lectora pueda conectar con un personaje con el que a priori no estamos del todo bien avenidos, cómo hacer para que pueda dar de sí una respuesta piadosa del personaje. De entrada no tiene nada para ser simpático, empieza despidiendo a una persona. Me acuerdo lo que decía Truman Capote cuando escribió "Plegarias atendidas", que es un libro que ni siquiera terminó, que es una serie de relatos basados en gente rica y muy poderosa que él fue conociendo en la alta sociedad neoyorquina y lo tomó como un gran desafío: cómo escribir sobre los ricos. En la literatura tenemos una larga tradición de literatura que indaga en los sectores menos privilegiados de la sociedad con los que uno conecta.

-T: La imagen, la materialidad de los videos, las fotos se tornan elementos clave y necesarios en el proceso de duelo.

-G.D.B.: El tema es la alternancia y conveniencia de esa materialidad porque te puede agarrar bien o muy mal. En esa escena en la que encuentra un rollo que no había revelado recupera, a través de esas fotos, la mirada de Mariana y queda en un largo trastorno a lo largo de la novela. Es una larga reflexión sobre la viudez, la ausencia. Recuerdo "Niveles de vida", de Barnes, sobre el duelo y me pareció un libro luminoso en el que se piensa el dolor desde un lugar en el que no deja de tener su primacía pero es muy valiente porque logra encontrar una cierta luminosidad. Recuerdo reflexiones de Barnes sobre esos elementos que son pura materialidad y nos devuelven a esa persona ausente como en un relato de fantasmas. Por eso Montiel encuentra a su hija en el primer piso y ella le habla como si fuese la madre, es un indicio perturbador en la novela. Hay algo que empieza a operar más allá de los cuerpos y son las mentes. Creo que en todo duelo están los fantasmas también. El duelo es un diálogo con un fantasma. Por eso me gusta tanto Henry James porque sus relatos son como fallos camuflados sobre lo que hacemos con la ausencia de los otros.

-T: En el proceso de duelo, Montiel parece sobrevolarlo, son pocos los momentos en los que se dispone a hablar de ese estado. ¿Fue una decisión pensar a ese duelo más desde la acción?

-G.D.B.: Nada en la vida ni en su círculo social lo preparó para ser un perdedor. Se enamora de esa mujer, logra estar con ella y es una vida perfecta. Ella también viene de una familia del patriciado. En un momento le dice cuando están en La Plata "esto es perfecto" y eso es muy peligroso también. El hecho de que él no pueda lidiar con esa pérdida y de todo el tiempo manotazos de ahogados revela una individualidad que está condicionada porque viene de una educación sentimental donde no entra la concepción de la pérdida. Siempre sale ganando, por eso siempre vi a este libro como una suerte de relato contra una cierta noción del poder también.

-T: Es tu segunda novela editada en Argentina. ¿Cómo ves la circulación de la literatura latinoamericana?

-D.G.B: Uruguay tiene la particularidad de que nos cuesta mucho salir al exterior con nuestra cultura, de los últimos cuatro premios Cervantes hubo dos uruguayas: Ida Vitale y Cristina Peri Rossi. Tenemos intelectuales de referencia, cuando José Enrique Rodó publicó, a principios del siglo XX, "Ariel" se leyó en todo América Latina, ni hablar de la generación del '45, cuando Ángel Rama se convirtió en una referencia a nivel continental. Pero algo pasó después y empezó a quedarse aislado culturalmente y a los escritores nos cuesta muchísimo ser publicados en el exterior. El mercado uruguayo es muy pequeño en comparación con el argentino, el colombiano.

Con información de Télam