(Por Carlos Aletto). A los 92 años el director de cine Héctor Olivera, reconocido por obras como "La Patagonia rebelde" y "No habrá más penas ni olvido", publica su primera novela, "La Conquista de la Carmen y de 15.000 leguas", donde ofrece un relato apasionado sobre el amor imposible entre una cautiva y un capitán del ejército nacional, que se desarrolla en el convulsionado escenario de Argentina de la década de 1870, un período caracterizado por la peste, la lucha contra los pueblos originarios y la construcción de la nación bajo el liderazgo militar del general Roca.
En "La Conquista de la Carmen y de 15.000 leguas", Olivera (Olivos, 1931) proporciona una perspectiva única de la historia argentina, centrándose en gran parte en la década de 1870. A pesar de enfrentar desafíos visuales como una doble maculopatía y fotofobia a sus 92 años, lo que puede resultar especialmente incómodo para un cineasta, Olivera tomó la decisión de escribir y publicar su primera novela.
Desde su refugio en un campo ubicado junto al arroyo Videla, en el Partido de Azul, Olivera teje una narrativa en torno a una cautiva llamada "La Carmen" y el capitán Martín Cabral. Esta cautiva y el capitán comparten una historia de amor secreta.
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En su libro anterior, "Fabricante de sueño", Olivera se sumerge en su propia vida y comparte detalles íntimos, incluyendo su relación amorosa con su amigo y socio, Fernando Ayala. En su última novela, Olivera continúa siendo sincero y pone de relieve la figura controvertida del general Roca.
Se trata de un testimonio de un siglo con paradigmas que resultan difíciles de comprender desde la perspectiva del siglo XIX. La obra de Olivera en el cine, incluyendo películas como "La Patagonia Rebelde" y "El muerto", dejó una marca en la industria cinematográfica argentina. También incursionó exitosamente en la televisión, dirigiendo series como "El evangelio según Marcos" y "Nueve lunas".
-Télam: ¿Cómo fue la decisión de publicar está primera novela?
-Héctor Olivera: En una ocasión, mientras leía una entrevista a Arturo Pérez-Reverte, me llamó la atención una pregunta sobre cómo lograba escribir una novela al año. Su respuesta fue sencilla y directa: "Escribo historias donde suceden cosas". Esto me hizo reflexionar sobre mi propio camino como escritor. A los 17 años, comencé escribiendo guiones que, en retrospectiva, resultaban algo pretenciosos. Sin embargo, a lo largo de mi carrera como productor y director de películas, así como mi experiencia como autor y coautor de numerosos guiones, mi mente se moldeó en el ámbito de la narración cinematográfica. En ese contexto, no era necesario detallar cada acontecimiento, ya que el público lo percibía a través de las expresiones de los actores.
Cuando decidí aventurarme en la escritura de una novela, descubrí que poseía las herramientas necesarias y la determinación para llevarlo a cabo. Fue un cambio de enfoque, ya que en la escritura de guiones se prioriza la visualización de la trama, mientras que en la novela se pueden explorar los pensamientos y emociones de los personajes de manera más profunda. Sin embargo, esta transición me permitió aplicar mi experiencia en contar historias de una manera nueva y apasionante.
-T.: ¿Cómo es su relación con la literatura como lector y las dificultades que enfrentó al escribir su novela?
-H.O.: Hasta hace un año, que fue un año realmente productivo en cuanto a lectura, tengo una colección de aproximadamente 20 libros que están relacionados con el tema que abordé en mi novela. Estos libros incluyen tanto clásicos literarios como obras del indigenista Carlos Martínez Sarasola. Esta lectura me proporcionó una valiosa fuente de información acerca de los indígenas y su historia. Además, me sumergí en la obra de Félix Luna, a quien dedico parte de mi gratitud, ya que su conocimiento y perspectiva iluminaron mi comprensión del personaje de Roca. En ese momento, estaba bastante frustrado, ya que cada vez que alguien mostraba inclinaciones hacia la izquierda, parecía alinearse en contra de Roca.
-T.: ¿Pero la figura de Roca no está con los crímenes de los pueblos originarios?
-H.O.: No fue un genocidio. No hubo fusilamientos en masa ni cámaras de gas ni nada de eso. Lo que ocurrió fue el desmembramiento de las familias indígenas. Los líderes, como los caciques o capitanejos, a menudo terminaban en la isla de Martín García, mientras que otros eran enviados a cárceles en Buenos Aires. Las mujeres, conocidas como "sirvientas" en ese entonces, eran destinadas a Rosario, Córdoba o Buenos Aires, la ciudad de ciudades. Los jóvenes indígenas, de unos ocho o diez años, eran enviados a estancias para convertirse en gauchitos o criollitos. Es cierto que esto también puede considerarse una forma de erradicar una cultura, pero no se puede equiparar con el término "genocidio".
Roca ni siquiera participó en esa etapa de la conquista del desierto. Cuando llegó al río Negro, la "proeza" ya estaba hecha y su columna, con dos mil hombres, no se enfrentó a nadie, porque los comandantes de zona, como Villegas y Winter, habían previamente controlado la situación. Según Roca, la orden era "barrer" a los indígenas hasta el río Negro, pero esta "barrida" ya se había realizado al menos hasta lo que hoy es la provincia de Neuquén antes de su llegada. No hubo una sola batalla en la historia de la conquista del desierto desde 1888, solo enfrentamientos menores y escaramuzas. En la novela, se ahonda más en el tema de Roca.
-T.: ¿Cómo siente tener que sostener esta mirada del General Roca habiendo dirigido películas emblemáticas sobre los derechos humanos como "La Patagonia Rebelde" y "La Noche de los Lápices"?
-H.O.: A lo largo de mi vida, he contado historias tan diversas en las películas que he realizado. Incluso ideológicamente, algunos se han preguntado cómo alguien que hizo "La Patagonia Rebelde" y "La Noche de los Lápices" podría escribir un libro que parece elogiar a un genocida. Sin embargo, quiero aclarar que no realicé las películas desde una perspectiva de izquierda ni porque tenga una afinidad particular con la guerrilla. En el contexto argentino, era algo absurdo que unos 20.000 jóvenes idealistas se enfrentaran a una fuerza de 200.000 hombres armados, incluyendo las tres fuerzas armadas, la Policía Federal y las policías provinciales, que compartían una mentalidad similar, salvo algunas excepciones. Personalmente, fui cercano a David Viñas, autor de "El Jefe", nuestra primera película. Viñas tenía un hijo y una hija que regresaron de Brasil y, en Corrientes, fueron detenidos en un autobús de pasajeros y nunca se supo más de ellos. Esa experiencia me marcó profundamente, y siento mucho dolor hacia temas como el de los desaparecidos.
No quería que "La Noche de los Lápices" retratara a la guerrilla como la parte buena de la historia, porque consideraba que era irresponsable enfrentarse a una fuerza tan abrumadora. Sin embargo, mi perspectiva cambió cuando leí el testimonio de Pablo Díaz en el suplemento de La Nación, el periódico en el que aprendí a leer y sigo leyendo. Cuando leí su testimonio, supe que tenía que hacer la película. Fue un proceso doloroso, pero necesario. Cada vez que veo la película, no puedo evitar sentir un nudo en la garganta. Me uní mucho a la causa de los jóvenes que luchaban por el boleto estudiantil secundario y terminaron siendo masacrados. En cada uno de ellos, veo el alma de quienes creían en una causa.
-T.: ¿Cómo logró reconstruir el mundo femenino en medio de esta narrativa centrada en la lucha masculina?
-H.O.: Al comenzar a escribir esta novela, me encontraba en el campo, ya que mi esposa heredó un campo y pasé gran parte de la pandemia allí. Fue un escenario inspirador donde pude reunir información y dejar volar mi imaginación. La creación de una obra de ficción implica no solo tomar fragmentos de aquí y allá, sino también poseer la capacidad de imaginar y dar vida a personajes que son esenciales para la historia. Uno de estos personajes es Doña Dolores, en parte inspirado en mi esposa, quien comparte su nombre. A través de la novela, se busca reivindicar el papel de las mujeres en un contexto dominado por la narrativa masculina.
-T.: De alguna manera, el personaje de Carmen posee ciertos rasgos heroicos similares a los de María en "La cautiva" de Esteban Echeverría...
-H.O.: Sin duda, "La cautiva" fue una de mis primeras lecturas. Pero permíteme ser sincero, no puedo decir que tomé elementos específicos de Echeverría o de Félix Luna y los "robé" para mi novela. En el caso de Luna, su obra fue una especie de autobiografía ficticia de Roca, basada en la extensa correspondencia del general.
-T.: Su novela parece enfocarse mucho en la descripción visual. ¿Cree que esto está relacionado con sus trabajos anteriores en el cine?
-H.O.: Definitivamente el cine me influyó de manera positiva en este aspecto. En ocasiones, nos parecía que estábamos frente a una pantalla de cine con la riqueza de descripciones en la novela. Esto se debe a que la narración visual siempre ha sido una parte natural de mi vida, ya que he trabajado en el cine durante décadas.
-T.: ¿Cuál es la diferencia entre la respuesta de un espectador de cine y un lector de su obra?
-H.O.: Tengo que admitir que nunca conocí personalmente a un lector de mis libros. Siempre estuve en contacto con el público como espectador debido a mis más de 50 años en el cine. En muchas ocasiones, al hablar de mis libros, solía decir "en la película", y luego me corregían para recordarme que se trataba de una novela.
Participé activamente en menos de 50 películas, dirigiendo 25 de ellas, y otras 25 fueron dirigidas por respetados cineastas. Además, tuve el honor de ser el presidente de Aries, la productora detrás de las 36 películas protagonizadas por Porcel y Olmedo. Fue una experiencia asombrosa. No me involucraba mucho en ese entonces porque contábamos con productores como Luis Osvaldo Repetto y Nicolás Carreras, así como directores como Hugo Moser, Enrique Carreras y Gerardo Sofovich. Además, nos aventuramos en la televisión con éxitos como "Nueve Lunas" y "De Poeta y de Loco", que obtuvieron altos índices de audiencia y fueron grandes éxitos de negocio. En definitiva, construimos un pequeño estudio de grabación de televisión en Palermo Hollywood, un logro del cual estoy muy orgulloso.
Con información de Télam