(Por Eva Marabotto) Pasaron justo 40 años de su primera edición y Acerca de Roderer, la primera novela de Guillermo Martínez, construida en torno de un ajedrecista tan enigmático como apasionado, vuelve a circular en una reedición conmemorativa que le otorga una sobrevida a esta historia donde, en palabras del escritor, se dirime la hipótesis de que "la razón puede ser tan quemante y abrasadora como la pasión".
La historia de la rivalidad entre dos jóvenes, uno obsesionado por encontrar un nuevo sistema filosófico y otro que se ve tanto atraído como repelido por la obsesión de su amigo y es quien narra esas trayectorias paralelas, cuenta con un prólogo de la escritora y crítica Elsa Drucaroff en la que la autora reivindica la elección existencialista del protagonista y define al texto como una novela sobre la inteligencia, sobre su exceso extremo, sobre su desarrollo más allá de todo límite.
Esa suerte de monstruosidad o desmesura es la que define la humanidad del personaje en torno del cual se construye la trama desde el comienzo. Había algo en él que parecía desanimar el menor contacto físico, describe el narrador. Aquello a veces se vuelve intolerable. Crece y lo absorbe todo, todo lo quiere para sí. Eso está bien: tiene que ser obsesionante. Pero después no hay cómo detenerlo, confiesa el protagonista sobre aquella búsqueda intelectual en la que se ha empeñado, con términos que la asemejan a una pasión amorosa.
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De esa dicotomía entre la pasión y la razón está hecha la vida y la obra de Guillermo Martínez, doctor en Matemáticas por la Universidad de Buenos Aires, becario en Oxford, ganador del premio del Fondo Nacional de las Artes por su libro de cuentos Infierno grande, del Premio Planeta por Crímenes imperceptibles y del Nadal por Los crímenes de Alicia".
Sobre la vigencia de una de sus obras tempranas y sobre las características que ésta comparte con sus libros más recientes conversó el autor, a la vez escritor y matemático, con Télam, en las vísperas de la presentación de la reedición de Acerca de Roderer, a través del sello Planeta.
-Télam: ¿Qué características tiene esta reedición?
-Guillermo Martínez: Tiene el prólogo de Elsa Drucaroff pero además, me di el gusto de elegir de todas las tapas que tuvo el libro, la que más me gusta: se trata de una pintura de Julieta Expósito de la cual tengo el original, en la que está representado Roderer de un modo bastante certero, como un ser solitario, en una postura extraña, casi acurrucado y vulnerable, con un pájaro en la cabeza.
-T.: ¿Cuál es la vigencia que tiene la historia de ese ser solitario y enigmático, preocupado por la filosofía, a 40 años de su publicación?
-G.M.: Cuando la escribí no lo estaba pensando en una época en particular. Creo que tiene algo atemporal, filosófico, independientemente de la época. Algo que se da en muchas de mis obras. Así como en La muerte lenta de Luciana B el tema es la proporción entre justicia y castigo, en Roderer es la posibilidad del conocimiento, un tema universal.
-T.: Sin embargo está presente la Guerra de Malvinas
-G.M.: Aparece como una circunstancia biográfica del narrador, como una marca fáustica, una intromisión del diablo. También en Los crímenes de Alicia hablo de un teorema de lógica matemática de 1930 pero evito dar testimonio o anclar el texto en una época concreta.
-T.: La trama gira en torno a un sistema filosófico que busca Roderer y que tanto el narrador como el lector no llegan a conocer. ¿Concebís a la mejor literatura como aquella que deja huecos?
-G.M.: El lector debe vislumbrar o imaginar algo. Doy datos suficientes, doy todas las claves. Está la página de Nietzsche,. Está esta idea de que la lógica surgió para limitar al hombre primitivo pero que existe algo más. La lógica es una herramienta que nació como simplificación y uno podría pensar en entender lo humano de modo más sutil. En Louis Lambert, Balzac incluye al final el tratado de la voluntad que obsesionaba al protagonista. Pero considero que es un poco decepcionante porque conserva las marcas del tiempo y queda anticuado.
Creo que no conviene precisar los lineamientos del sistema filosófico de Roderer. Es una manera de crear suspenso o incertidumbre. Yo quería que el lector compartiese la duda que tiene el narrador sobre la factibilidad de la búsqueda. En cambio, si presentaba el sistema concreto éste quedaba bajo la lupa del lector, que podía juzgarlo.
-T.:Nombraste a Balzac, ¿Cuáles fueron las lecturas que te influenciaron para escribir Roderer?
-G.M.: En esa época, mientras escribía, me rodeaba de Balzac. También de El gran Meaulnes de Alain Fournier. También Doctor Fausto de Thomas Mann y el Fausto de Christopher Marlowe. Y por supuesto Goethe y los hermanos Karamazov de Dostoievsky.
En su Fausto, Goethe asegura que la clave es sobrevolar todos los temas sin tocar ninguno con detalle. Al dejarlos esbozados, crece la fuerza narrativa , la maquinaria de los sentidos. Entran a jugar las expectativas del lector. Me pareció que era un buen consejo y lo tuve en cuenta en mis novelas: no demorarme en ningún tema y sobrevolarlos a todos.
-T.: En el prólogo Elsa Drucaroff lee el texto en clave de novela de iniciación y lo describe como un Bildungsroman impiadoso
-G.M.: No me preocupan mucho los géneros. No busco adecuarme a ellos y creo que dependen de la formación del que lee pero también de cada época. Espero que mi texto sea leído bajo las coordenadas en que fue producido: yo intento enfatizar la reflexión filosófica, esa oposición entre pasión y razón y la idea de que la razón puede ser tan quemante y abrasadora como la pasión.
-T.: Sin embargo, al contrario de las novelas construidas en torno de grandes personajes, el narrador no tiene una admiración ciega por Roderer. Por momentos se permite dudar de él y cuestionarlo.
-G.M.: En ese sentido, al contrario de las novelas de iniciación, deseché la narración admirativa y subyugada respecto del héroe.
-T.:¿ La lucha entre la razón y la pasión?
-G.M.: Considero que hay pasión intelectual. Hay grandes pensadores como Andrew Wiles, que se encerró siete años y se entregó para resolver el teorema de Fermat. Creo que eso es igual de heroico que embarcarse a cazar una ballena blanca. Considero que la razón también puede ser romántica. En la novela romántica no suele haber héroes intelectuales. No son muy frecuentes.
-T.: ¿Cómo se gestó Roderer?
- G.M.: Roderer surgió de mis búsquedas literarias. En general, mis novelas surgen de lecturas en conexión con mi vida, un acontecimiento vital o dramático. Roderer comenzó como un cuento y se fue convirtiendo en una novela en articulación con una idea teórica que fue pensar en un nuevo entendimiento, cuáles serían las armas del diablo en la época contemporánea.
Todas mis novelas pasan de cuento o relato largo a otra cosa cuando aparece un elemento teórico. En La muerte lenta de Luciana B fue pensar el equilibrio entre la reparación y el castigo, la necesidad de seguir adelante de la comunidad social que avanza desde la Ley del Talión, del Ojo por ojo, diente por diente que está en el Código de Hammurabi. En ese sentido creo que, si bien mis novelas tienen detalles de época, son deliberadamente anacrónicas.
-T.: ¿Ese anacronismo les da universalidad, las mantiene vigentes?
-G.M.: Eso les da un lugar fuera del tiempo. Creo que tiene que ver con mi idea de la literatura como un mundo autónomo, con sus propias leyes. Hay una magia particular de la narrativa que no se rige del todo por las leyes del mundo. Como la magia antigua, la literatura tiene leyes propias. No pertenece a este mundo, tiene leyes más sutiles. Mi metáfora de la literatura es el acto del ilusionista. Por eso desdibujo los detalles históricos. Nunca pensé una historia como testimonio.
Con información de Télam