Los desafíos del movimiento obrero, vistos desde el pie

En "¿A dónde vamos los trabajadores?" el delegado de base de la UOM, Agustín Piraña Colovos, reflexiona sobre coincidencias históricas, disidencias presentes e interrogantes futuros del movimiento popular.

10 de julio, 2022 | 00.05

La última intervención editorial del historiador Norberto Galasso es el epílogo del libro ¿A dónde van los trabajadores? (Ed. Jauretche, 2022). Allí escribe que “acabo la lectura y quedo entusiasmado porque revela el alto nivel de conciencia política que proviene del movimiento obrero”. Galasso añade que “generalmente se publican versiones desde afuera de la clase, con la mejor intención seguramente, pero no impregnados de la propia experiencia adquirida en las fábricas”, añadiendo que son muchos los libros sobre la clase trabajadora, que hablan “de los obreros y de los desocupados, pero no hablan directamente ellos mismos, los obreros y desocupados, generando conclusiones de sus propias vivencias”.

Galasso se refiere a Agustín “Piraña” Colovos, quien en su libro se define como delegado de la fábrica “Envases del Plata” desde hace más de una década, y parte de la lista opositora de la conducción de la UOM Morón, quien vivió la mayor parte de sus 43 años en el oeste del conurbano bonaerense.   
En el libro de Colovos aparecen nombres tan dísimiles como Mao Tse Tung Michel Foucault, Toni Negri, Raul Gonzalez Tuñon, Baruj Spinoza, el Indio Solari, Diego Maradona, Roberto Arlt, Felipe Vallese, John William Cooke, o Envar El Kadri, unidos por una línea que intenta respaldar sus argumentos

 Colovos se describe a sí mismo como un producto de los noventa, década en la que estaban desamparados y pauperizados, con una típica familia “que se rompió durante aquellos años”, y con el año 1992 como el de sus últimas vacaciones.

Por esos tiempos, afirma, la política era el menemismo, el peronismo mala palabra, y el enemigo el Estado, donde los espacios de recorrido no eran las Unidades Básicas ni los Comités, sino los recitales o las ferias de fanzines. En ese contexto, agrega. “lo que me forma, en el sentido más riguroso del término, es Galasso. Con Galasso conozco todo, la izquierda nacional y los pensadores nacionales. Galasso nos salvó la vida, como el punk rock”.

Luego, señala que pasó por todos los estamentos de la clase trabajadora, en negro primero, por “agencia” luego, hasta ingresar al establecimiento metalúrgico Envases del Plata en la sección de rectificación de cilindros de goma. Allí, afirma, sus compañeros venían de toda la época de desocupación, y había miedo de organizarse, pero poco a poco empiezan a hacerlo, lo que lo lleva a concluir que “ese poder obrero, más que la duplicación del salario, fue lo que los patrones no le perdonaron al kirchnerismo. Y de ahí el revanchismo macrista-patronal”.

Desde su punto de vista, el 2008 y la crisis del campo fueron un punto de inflexión, con una “derrota táctica” pero desde la que comenzó "un proceso interesante de toma de conciencia del gobierno y de amplios sectores del pueblo". Los momentos más tensos, de todas formas, señaln que se dan con la llegada del macrismo, donde Unilever decide unilateralmente dejar de comprar aerosoles a Envases del Plata y comienza a importarlos de Brasil, que había llevado adelante una reforma laboral, con lo que la producción de envases descendió de 30 a 5 millones, y las líneas funcionales de producción bajaron de siete a entre dos y tres, con el resultado de 200 trabajadores despedidos. “Nunca olvidaremos las asambleas, resalta Colovos, los llantos de impotencia, los abrazos y sobre todo la dignidad de mis compañeros, peleando hasta el final con la cabeza en alto. Esto es la clase obrera argentina”.

Más cerca en el tiempo, rememora que durante el Covid, desde su agrupación metalúrgica “José Ignacio Rucci” comenzaron a enviar viandas a los trabajadores afectados por Covid, pero  la demanda comenzó a venir de muchos otros trabajadores, algo que Colovos entiende que en el pasado hubiera sido impensado en el marco de una fábrica de trabajadores metalúrgicos registrados, pero entendible para un momento en donde el salario se encontraba un 5 por ciento por debajo de la canasta de pobreza fijada por el Indec.   

Definiciones políticas

Tras enumerar el desafío que representan las empresas monopólicas y oligopólicas, a las que enumera en su operatoria en la Argentina, señala que con el actual gobierno se está retrocediendo por un "desarrollismo que es hegemónico en un sector importante del Frente de Todos". Colovos señala que la teoría desarrollista, con la idea de qué a más inversión de las empresas trasnacionales, más crecimiento económico y por ende más trabajo y producción, “es una teoría perversa del derrame encubierta”, pues, agrega, esto ya fue estudiado por los grandes del pensamiento nacional como Scalabrini Ortiz, Jauretche, Hernandez Arregui y demás patriotas, y ejecutada a la inversa en los gobiernos del General Perón. “O desarrollismo o economías nacional”, concluye.



Pero las críticas al actual gobierno no se reducen en la orientación ideológica de algunos de los principales funcionarios, sino también a la propia conformación del gobierno. En este sentido, Colovos plantea que en la actualidad, Felipe Vallese estaría marginado de la conducción del Frente de Todos, “como lo estamos miles y miles de compañeros hoy”, pero, añade, la militancia del peronismo de abajo "no se resigna a conchabarse para ser empleados de una elite política que no debate sino que busca perpetuarse en ese limbo que son los cargos por los mismos cargos, con honrosas excepciones". En el mismo sentido, cuestiona la profesionalización de la política y la militancia, donde los trabajadores tienen cada vez menos peso en lo que, él también, denomina la “clase política”, la que ve hegemonizada política y culturalmente por sectores de la clase media argentina.

Al mismo tiempo, señala que Cristina Kirchner, a la que define como “el mejor cuadro de la ‘clase política’ y nuestra líder sentimental”, notó que la mayoría de los funcionarios actuales son impotentes, cómodos y no están a la altura de las tareas que tenemos por delante, pero luego de expresar hacia ella “amor y agradecimiento profundo”, cuestiona su carta de 2021, sobre la que señala que “es todo individual y estado céntrico, sin mención ni convocatoria a las organizaciones del pueblo”. Colovos plantea que por el contrario, para cambiar las políticas hay que “llenar el gobierno de pueblo, de compañeros con representación sindical, barrial estudiantil, religiosa, etc., no solo con políticos profesionales cómodos en ese statu quo”, agregando que “hay equipo, no merecemos estar todos colgados del travesaño”.

El libro fue también su testamento. Lo pudo llegar a presentar a comienzos de año, estando ya enfermo, y falleció meses después, en abril de este año.

Piraña, exponente de una generación

Por Carlos Javier Avondoglio - Centro de Estudios para el Movimiento Obrero – Especial para El Destape

Algunos días atrás se cumplieron 20 años del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, a cuya memoria está dedicado el libro ¿A dónde vamos los trabajadores?; el autor y coordinador de esta obra, Agustín “Piraña” Colovos, fue –al igual que Darío y Maxi- uno de los miles de jóvenes que a finales de los años noventa y en los tempranos dos mil se organizaron en los Movimientos de Trabajadores Desocupados y resistieron al neoliberalismo en las calles. Como a gran parte de esos jóvenes, la reactivación capitaneada por Néstor Kirchner le abrió a Piraña las puertas de la fábrica y del sindicato. En aquellos ámbitos, su sensibilidad, su talento y su lucidez -germinadas entre piquetes, asambleas y libros- hallaron un lugar donde florecer, haciendo de aquel artesano de lo social uno de los militantes político-sindicales más completos de su generación, un verdadero militante integral de la clase trabajadora, quien junto a un grupo de delegadas y delegados comprometidos con el destino del país –esa valla de contención anónima que desde hace décadas resiste los angurrientos planes de la oligarquía-, recuperó la seccional Morón de la Unión Obrera Metalúrgica para reintroducirla en la mejor tradición de nuestro movimiento obrero organizado. El libro que se presenta por estos días, publicado pocos meses antes de su temprana partida, refleja muchas de las inquietudes y los anhelos de Piraña. Es, de algún modo, su legado. Pero además, como insistía una y otra vez Agustín, es una herramienta para el debate, un instrumento que pretende habilitar razonamientos colectivos, incentivar estrategias comunes. En otros términos, contribuir a la activación de ese cráter dormido que es el pueblo. La preocupación que recorre sus líneas es la crisis política e ideológica por la que atraviesa el movimiento nacional. Pero cuidado, esto no debe confundirse con las internas –de a ratos inverosímiles- que desgarran al actual gobierno; éstas son, apenas, el destello de algo más profundo. Algo que, con excesiva concisión, podríamos pensar como el extravío de una misión, aquella que define la razón de ser de un movimiento nacional; nos referimos, por supuesto, a la ruptura de la dependencia y a la construcción de un país regido por los principios de la justicia social. Es ante este drama que Piraña nos invita a no permanecer en silencio. En efecto, la tesis (que es a la vez un itinerario) que hilvana los textos y diálogos que componen el libro consiste en señalar que nuestro movimiento debe proponerse ser algo más que un frente electoral o político, o dicho de otro modo, que nuestro movimiento debe volver a conformarse como un gran frente de liberación nacional. Esto, desde luego, supone releer tanto el pasado reciente (cuyos acontecimientos nos depositaron en este escenario ripioso) como el peronismo histórico. Para quienes participamos de esta iniciativa editorial y militante coordinada por Agustín Colovos, el peronismo, además de un nacionalismo popular defensivo o un movimiento de liberación que instrumenta sus políticas a través del Estado, es una formidable experiencia política del pueblo trabajador. Ninguna de sus hazañas puede ser explicada si se ignora el papel desempeñado por las organizaciones libres del pueblo –cuyo núcleo es el movimiento obrero-, no sólo en las urnas y en las plazas, sino también en la confección y ejecución de un programa de liberación nacional y social. Sin menospreciar el rol que, en tanto intérpretes y orientadores -es decir en tanto cauce-, han ejercido los diferentes liderazgos que nuestro pueblo se ha dado a lo largo de su historia, el presente reclama un nuevo ciclo de protagonismo popular que saque al proyecto nacional de las oficinas y las planillas y –asumiendo los conflictos que haya que asumir- lo devuelva al terreno de las realizaciones. Si nos encontráramos faltos de inspiración, valentía o creatividad para afrontar semejante desafío, quizás podría ayudarnos volver a las primeras líneas de este apunte. Evocar a Darío, Maxi, Néstor y Piraña, nombres que urden una época y que nos convocan a seguir luchando por la Patria liberada.