“Sin curiosidad no se puede ser actor”, repite Arturo Bonín a lo largo de la entrevista. Una curiosidad que lo llevó a afrontar numerosos desafíos actorales. Con la biblioteca de su esposa la actriz Susana Cart rodeándolo, Bonín reflexiona sobre el presente, tortuoso para el sector artístico, y rememora su larga trayectoria de éxitos, entre los que se encuentra “Otra historia de amor” (1985), uno de los filmes más significativos de la cultura de cine queer nacional.
Actualmente forma parte de “La Compañía”, un proyecto de radioteatro cooperativo que se emite en Radio Gráfica y en el que personifica a un fletero con deseos de convertirse en actor. “Es una experiencia mágica. El radioteatro volvió para quedarse”, afirma convencido, mientras sonríe a la pantalla del Zoom.
- ¿Cómo estás llevando la cuarentena?
Con mi mujer, los dos solitos. Hace más de cien días que no vemos a nuestros hijos y nietos, aunque al menos podemos encontrarnos por Zoom. Yo estoy mucho en mi casa, así que desde ese lado de la cuarentena estoy acostumbrado. Lo que sí, estoy experimentando cosas nuevas: aprobé “Lavarropas 3” y estoy aprovechando para cocinar más, que me encanta. Hago buenas pastas y asados. De hecho, los sábados cocino asado para seis, aunque solo comamos con Susana. Lo que sobra lo freezo y tenemos para toda la semana.
- Mencionaste la plataforma Zoom como lugar de encuentro con tu familia, ¿te está costando amoldarte al sistema virtual?
Básicamente lo utilizo para relacionarme con la gente que quiero y para grabar un radioteatro que se emite por Radio Gráfica. Es mágico el trabajo que hizo Julián Pelliza, operador técnico, para unificar nuestros audios y compactarlo en lo que se escucha en la radio. Es magia, yo quedé alucinado cuando escuché los capítulos.
- ¿Cuán difícil es transmitir emociones solo con la voz?
Es complicado hasta que le tomás el gusto, ya que no es lo mismo grabar en un estudio que desde tu casa. Este domingo retomamos las grabaciones, estamos muy ansiosos por la buena repercusión que tuvo. Se está transmitiendo en más de 30 radios de todo el país, es un fenómeno increíble.
- Ante la imposibilidad de asistir al teatro, el radioteatro tomó ese lugar de comunión entre actores y oyentes.
El radioteatro me acompañó desde que estaba en la panza de mi madre. Con la radio tengo un vínculo afectivo, nací escuchándola. Era lo primero que se encendía en mi casa. Si bien el avance de la televisión y el cine, lo corrió del centro, ahora resurgió. El radioteatro siempre estuvo latente y creo que ahora vuelve para quedarse. Te abre la cabeza. En el radioteatro que estamos haciendo tenemos una consigna: no hablar de la pandemia. Nuestro mayor objetivo es lograr que el formato se vuelva federal, en ese aspecto he trabajado con actores de varias provincias y todo vía Zoom. Es maravilloso.
- ¿Cómo es tu personaje?
Es un fletero que se pasó la mayor parte de su vida recorriendo el país en camioneta, llevando historias. Llega a un punto de su vida en donde se cansa de su rutina diaria y se lanza hacía su pasión: el teatro. Admira a Lito Cruz, de quien fue compañero de curso y alumno, y lo lleva presente a cada lugar que va. Decidido, arranca una gira nacional con un elenco muy particular, un grupo humano variopinto, con el que emprende una búsqueda para seguir conociendo. Yo siempre digo que sin curiosidad no podés ser actor. Y este tipo es un gran curioso. Cada uno de los personajes tiene un secreto, el de mi personaje se va desentrañando con el correr de los episodios.
Una de las cosas más interesantes del radioteatro “La Compañía” es la posibilidad de visibilizar algunas problemáticas locales como los incendios forestales en Córdoba o el fracking.
Comparto muchas características en común con este fletero. En 2002 hice una gira por toda la Argentina junto a mi esposa. Una tarde que estábamos en Salta, en un hotel muy lindo, y luego de instalarnos, fuimos a ver el espacio en donde íbamos a estrenar. Una vez que llegamos ahí encontramos a seis personas tomando whisky y mirando la televisión, impactados: había un piquete en la 9 de julio. A diez cuadras de ahí había una olla popular y eso no les importaba. Estaban colonizados mentalmente. Eso nos llevó a pensar en por qué no se movilizaban por las problemáticas que tenían cerca más allá de estar absortos con el televisor y la crisis nacional. Es un mentido federalismo.
- Una fachada que puede ser aplicable a la actualidad, con quienes salen a tomar una cerveza por Palermo, mientras a pocas cuadras la gente se muere de COVID-19
Sí. Todo alimentado por los medios que des-piezan, como dice Jorge Alemán. Sos pensando por los medios y actuás en consecuencia.
La curiosidad de los actores y el boom de "Otra historia de amor"
- Pertenecés a un grupo de actores afín a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, ¿te disminuyeron las propuestas laborales por tu compromiso político?
No puedo decirte que me hayan prohibido, las listas negras fueron durante la última dictadura cívico militar. Lo que sí, he laburado mucho menos. A veces, visibilizar tu compromiso con un proyecto social implica rechazo en cierto sector.
Ante la falta de llamados, te volvés autogestivo. Es doloroso y forzado, pero es una salida. Como en el radioteatro en el que estoy involucrado, somos una cooperativa y no tenemos a nadie que nos pague un sueldo rentado. Por fortuna, continuidad laboral no me ha faltado.
Últimamente el panorama es duro, no hay cine ni ficción nacional con la llegada de la pandemia. Un problema que se originó durante el macrismo. En este momento las series que se grabaron hace años atrás son las que más miden en el rating, eso es sinónimo de que la gente quiere ver series argentinas. Pasa que desde los canales no quieren reponer ficciones para tener que pagarles a los actores y ayudarlos a sobrellevar esta crisis.
- Y en esta lucha por lograr que los poderosos sean solidarios estás involucrado en una campaña de firmas, impulsada por actores y actrices, en apoyo a la Ley de Aporte Solidario y Extraordinario de las grandes fortunas,
Me interesa que se dé esta discusión y que los que la levantaron en pala hagan un aporte mínimo para ayudar a superar este período de crisis. Como dijo un exfuncionario (Alfonso Prat-Gay), sería un precio equivalente a “dos pizzas”.
- Dijiste que sin curiosidad no se puede ser actor, ¿cómo se despierta la tuya?, ¿qué te impulsó a estudiar teatro?
La posibilidad de conocer chicas. Eso fue lo primero que me impulsó a estudiar teatro. Una pulsión infra umbilical. Después, el poder entender que le pasa a un tipo en el 1640 mientras está parado al borde un camino: ¿cómo llegó hasta ahí?, ¿qué ropa usaba?, ¿qué comía?, ¿quién era?
Esa curiosidad te lleva a encontrarte con la lectura, disparador que surgió en mi infancia. Siempre me interesó la historia, al punto que una vez terminado sexto grado me topé con un libro que le dedicaba solo cuatro renglones a Juan Manuel de Rosas. Lo destrozaban. Pasó el tiempo hasta que un día, a los 16 años, iba caminando por la Avenida Corrientes y veo una pila de libros gordos de José Giovanonni, “Juan Manuel de Rosas: El ilustre restaurador de las leyes”. Ahí me hizo el click. ¿Cómo puede ser que en un manual le dediquen cuatro líneas a este señor y otra persona le dedique un libro? Lo compré y empecé a leerlo. Eso es la curiosidad para mí, un disparador para la transformación y exploración.
- En las entrevistas mencionas el impacto negativo que tuvo tu vocación en tus papás, ¿pudiste hacer las paces con ellos?
Fundamentalmente con mi vieja. Mi viejo nunca entendió que me pagasen por actuar, y tuvo la posibilidad de verme bien establecido en el oficio. Creo se debió a un problema de formación, a los once años ya había ido en cana tres veces por trabajar. Laburaba en un frigorífico. Tuvo que salir a trabajar para darle de comer a su papá, un boludo grande que fue padre por última vez a los 73 años. Un inconsciente total mi abuelo. Recuerdo que cuando se lo dije a mi viejo se enojó mucho. Creo que jamás pudo superar los prejuicios que tenía con respecto a la actuación.
Cuando estrenamos “Otra historia de amor” llevé a mi papá a verla. Cuando termina lo acompaño hasta el auto que tenía mi hermana, se sienta atrás y me dedica una mirada larga sin palabras. “Me hiciste llorar en un momento”, dijo. Quedé duro. Fue lo máximo que llegó a reconocerme.
- Y con qué película, un ícono del cine LGBTIQ+ nacional. Recordemos que en la década de los ’80 los diarios titulaban que el SIDA era una “peste rosa”.
Ese período fue muy duro para mí. Lamentablemente nuestro director, Américo Ortiz de Zárate, falleció por complicaciones que le trajo el SIDA. Con Mario Pasik íbamos a verlo al Hospital Muñiz. Un amigo, fue muy duro perderlo. Por suerte, esos años oscuros pasaron con rapidez, ya no es la “peste rosa” que titulaban los diarios y se comprendió que no solo ataca a la población homosexual.
- Es cierto. Igualmente persisten algunos personajes en los medios, que contribuyeron al odio estigmatizador. Pienso en Mirtha Legrand.
Por cada Mirtha Legrand, tenemos un Pedro Cahn. Un tipazo, lo conocí en la Fundación Huésped donde estuve colaborando durante un tiempo. En un reconocimiento me regalaron una hoja de parra hermosa. Fuimos varios los actores que nos involucramos en apoyo a la comunidad.
- ¿Sentís que “Otra historia de amor” haya ayudado a cuestionar prejuicios contra los homosexuales?
Hoy, la siento una película naif. En ese momento fue muy resentida. Recuerdo haber asistido a la Primera Marcha del Orgullo y como todos me miraban, pensando que era gay. Estaban Carlos y Roberto Jáuregui, Cesar Cigliutti, a quien perdimos hace muy poquito, también estaba. Gente respetable, luchadora y querida. Algunos marchaban con máscaras.
Marchamos con Mario Pasik ese día. Haciéndole una broma le dije que nuestras caras iban a aparecer en los escudos de las banderas gay. “¡No!”, contestó Mario, poniendo cara de sorpresa. Éramos actores emblema gracias a “Otra historia de amor”. La historia sirvió para mostrar esas vidas invisibilizadas.
- ¿Te considerás deconstruido?
Soy una persona que trabaja para deconstruirse. Eso fue lo que me estimuló a hacer “Otra historia de amor”, tener parejas de amigos que convivían desde hacía muchos años y eran gente querible, lejos del formateo contradictorio que impulsaban algunos medios. Me enoja cada vez que en una obra de teatro, una película o un chiste describen a los homosexuales como estereotipos alegres que andan toda la vida en los baños de las estaciones. Siempre quise ser testigo de mi época.
Todos los episodios del radioteatro "La Compañía" pueden escucharse en Radiocut.