¿Quién es Pedro Roth? Oriundo de Hungría, artista del legendario grupo "Cruz del Sur" y el colectivo "Estrella del Oriente" -junto a Daniel Santoro, el Tata Cedrón, Marcelo Céspedes y Juan Carlos Capurro- de donde salió la película "La ballena va llena", en la que proponen convertir a los migrantes ilegales en obras de arte para ingresarlos en el primer mundo, Roth ha sabido mantenerse fiel a un estilo de arte que genere una conexión con el otro.
Práctico, hizo de su cuarentena un espacio de creación e inauguró la muestra "Esencial" que puede disfrutarse en el supermercado chino Sol Oriente (Lavalleja 1386). Entre sachets de leche entera y descremada, galletitas y vinos yacen las obras de este hombre inquieto, que le hace frente al coronavirus con arte.
- ¿Cómo llegaste a Argentina?
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Nací en Budapest en el seno de una familia judía. Corría el año 1938, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Debido a la situación política terminamos en el ghetto de Budapest. Mi padre murió gaseado en Auschwitz. En esa época hacía 30° bajo cero y no había comida, la suerte quiso que con el resto de mi familia terminásemos en Transilvania, en lo de una tía. Aunque sin Drácula, ¿eh?. La única manera de salir de esa zona de Rumania era ir a Israel, en donde estuvimos cuatro años. Fue un tío segundo quien se escapó a la Argentina comprándole un pasaporte falso al cónsul en Montecarlo, en 1938. Acá lo metieron en cana pero no lo mataron. En el ’54 nos mandó unos pasajes a mi madre, mi abuela y a mí para que viniésemos al país. Y acá me quedé. En el ’81 me hice ciudadano argentino, recuerdo la pelea que tuve con quien me hizo el examen de Historia. “Usted no entiende nada”, le dije.
- ¿Qué edad tenías cuándo llegaste?
Quince años. Me tocó justo el bombardeo de Plaza de Mayo. Venía de una guerra para toparme con otro de los momentos “divertidos” del Siglo XX. Mientras estudiaba en la escuela empecé con el oficio de fotógrafo, lo que me llevó a ingresar a este mundo. Primero trabajé como periodista: fui Director de Fotografía de la revista “Confirmado”, de Jacobo Timerman e hice el número 0 de Revista Gente, con Cacho Fontana en la tapa. Por curiosidad trabé amistad con Borges, Bioy Casares y un montón de artistas de mi generación, como Marta Minujín. Soy un pieza de la historia cultural de Argentina.
- ¿Qué lectura hacés de las políticas culturales que se están impulsando desde el Gobierno de Alberto Fernández?
Quisiera tener una entrevista con Tristán Bauer para proponerle un museo con mi colección y archivo. Siento que tengo mucho para aportar a la cultura argentina. Para mí el “soberano” vive en la Villa 31 y el “servidor” vive en la Casa de Gobierno. Antes la situación era inversa. En lo particular, me gusta más el discurso humanista que el exclusivista. Por eso soy hincha de Boca.
- ¿Cómo surgió la idea de exponer en un supermercado chino?
Fue un proyecto originado por la pandemia de coronavirus. La muestra se llama “Esencial” y, como mi hijo administra el supermercado junto a su socio chino, imaginé que estaría bueno llevar un poco de arte a un espacio que nos es familiar. La experiencia es como viajar en góndola. De esta forma, la gente que vaya a comprar latas de atún y vinos se encontrará con una sorpresa inesperada en medio del recorrido. Antes la comida venía de la magia y de las imágenes creadas por los artistas. Hoy en día, la comida viene del dinero.
- Me gustaría ahondar en la relación entre el arte y la sociedad de consumo.
El recordado artista Federico Peralta Ramos decía que si su abuelo había fundado Mar del Plata, él era el responsable de “mal de plata”. De alguna manera es esa la relación entre arte y consumo. Ahora todo está reducido a las sociedades consumistas y, para entrar en el circuito el 90% de las publicidades venden la idea de lo que podés ahorrar si pagás. Lo mismo ocurre con bienes esenciales como la comida.
- De la exposición forma parte el artista Roberto Plate, ¿cómo se acopló?
Durante tres meses Roberto vivió en mi casa. Transitamos parte de la cuarentena juntos y en ese tiempo exploramos distintas expresiones artísticas: hicimos cartas para jugar, salimos en mi canal de Youtube y creamos una representación visual del coronavirus, a la que fuimos “matando” a pinceladas en cuenta regresiva. Roberto volvió a París de donde es oriundo. Ahora tenemos en mente un proyecto para el que estamos gestionando permisos con autoridades: armar e inaugurar un museo dedicado a Julio Verne. No puede ser que nos haya ganado la colonización de los “eurodisney” y no se recuerde a un exponente de la talla de Verne. Como la propuesta tiene origen en Argentina, pensamos llamarla “Faro del fin del mundo”, en referencia a su último libro escrito en 1905. Mi amigo probó llevarle la idea a Emmanuel Macron, Presidente de Francia, y no entendió nada. Macron debe tener el cerebro chiquito.
- Los elementos disruptivos atravesaron tu trayectoria. ¿Ves en la incomodidad una herramienta para potenciar la creatividad?
Sí. Con Federico Peralta Ramos, Pier Cantamessa y Juliano Borobio integramos el grupo artístico “Cruz del Sur”, del cual soy el último sobreviviente. Éramos parte del under, toda la vida trabajamos en los bordes. Recuerdo un día en que con Pier entramos al prestigioso Hotel Sheraton, y él bromeó con que nuestra presencia generaba que se cayeran las cinco estrellas que poseía el hotel. Lo íbamos a dejar con una sola. Esa fue siempre nuestra filosofía de vida. En lo personal siempre tuve problemas con el dinero porque me considero un altruista que trata de compartir su arte lo más posible. Toda la vida pensando el arte para los demás. Como con el grupo “Estrella del Oriente”, con el que realizamos la película “La ballena va llena” y ahora estamos trabajando para una gran Bienal. Porque esa es una de las maneras de hacer arte, dejar que hablen los otros de la obra de uno.
- Y democratizarlo a nuevos públicos, tal como llevarlo a un supermercado. Se abre la posibilidad de atraer a quienes no irían a un museo.
El arte es como una góndola de supermercado que te lleva a otro lado de la existencia. El artista tiene como tarea explicar su obra, no solamente hacerla. En definitiva, lograr una conexión con el público. El otro día escuché a alguien que decía que los humanos son seres emocionales que piensan y razonan, eso es fantástico para los comunicadores como yo.
- ¿Ves algún movimiento o artista contemporáneo que logre emocionarte con su impronta rupturista?
En 1962 Federico (Peralta Ramos) inventó el concepto de “albóndiga psíquica”, algo que después Zygmunt Bauman llamaría “la sociedad líquida”: cuando todos los pensamientos se mezclan como en un jugo. Creo que estamos viviendo un momento en el que, como dice el experto Adrián Gualdoni, arte y mercado del arte son dos rectas paralelas que rara vez se tocan. Nos percibimos en un tiempo sin géneros, tanto es así que hoy en el Salón Nacional podés encontrar instalaciones, cuadros y esculturas, todo junto. Esto pasa a una velocidad tan rápida que nos impide disfrutar lo que se hace. Para que pueda existir el clasicismo primero habría que poder digerir y explicar las ideas. No nos damos tiempo para descubrir al nuevo Shakespeare del mundo tecnológico, nos gana la velocidad.
"Esencial" puede visitarse en el supermercado chino "Sol Oriente" (Lavalleja 1386) todos los días de 9 a 21 horas. y los domingos de 9 a 14 horas y de 17 a 21 horas.