Jöel Dicker: "El control no funciona en una novela porque la ficción es libertad"

12 de julio, 2022 | 18.40

(Por Leila Torres) Jöel Dicker, escritor considerado "el Millenium suizo" en alusión a la célebre trilogía del sueco Stieg Larsson, acaba de lanzar "El caso Alaska Sanders", el último volumen de la exitosa serie sobre el escritor Marcus Goldman y el sargento Perry Gahalowood que cuenta con una estructura narrativa de ritmo trepidante, saltos en el tiempo y vueltas de tuerca para convocar a lectores y lectoras a descubrir quién es el personaje al que alude el título.

En "El caso Alaska Sanders", un mensaje es hallado en el pantalón de un cuerpo muerto encontrado al borde del lago de Mount Pleasant en una pequeña localidad de New Hampshire (Estados Unidos). De esta manera comienza este policial que reúne nuevamente al escritor Marcus Goldman y al sargento Perry Gahalwood pero en esta oportunidad, Dicker agrega un nuevo personaje al equipo: Lauren Donovan, una joven policía que no quiere dejar ni un cabo suelto.

Se trata del tercer volumen de la trilogía que el escritor y abogado de profesión, nacido en 1985 en Suecia, inició en 2012 con "La verdad sobre el caso Harry Quebert", una fusión entre las formas clásicas del relato policial con reflexiones sobre el oficio de escritor y alusiones a autores de culto de diversas disciplinas. En esa obra, Dicker hacía avanzar el relato valiéndose de un amplio abanico de recursos: la utilización de diferentes narradores, notas, evidencias policiales, artículos periodísticos, hipótesis y crónicas de sucesos. Tres años más tarde retomó la saga con "El libro de los Baltimore".

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Tanto en las precedentes como en la flamante "El caso Alaska Sanders", los personajes femeninos tienen mucha importancia en las tramas que teje Dicker. "No solo aparecen como víctimas sino que desempeñan un papel fundamental al momento de desentrañar los crímenes -destacó en autor en una conferencia de prensa realizada hoy con medios latinoamericanos-. En general las mujeres son seres más fuertes que los hombres. Seguramente porque hoy incluso las mujeres tienen que batallar más que los hombres para labrarse el porvenir", advierte el escritor de la trilogía.

"Seguimos estando en un mundo donde llegamos a la Luna, a Marte, tenemos dispositivos electrónicos fascinantes pero las mujeres siguen teniendo un sueldo más bajo que los hombres por el mismo trabajo. Cuando alguien contrata a una mujer de cierta edad, se le hace una serie de preguntas que a un hombre no se le pregunta. Todo este tipo de cuestiones, que yo conozco, incluso en Suiza donde hay mucha igualdad, y no hay corrupción", expresó Dicker. El narrador contó que tiene una amiga que trabaja junto a dos hombres, todos hacen el mismo trabajo pero "ella tiene un salario inferior a estos hombres. O sea que las mujeres tienen que batallar mucho más", apuntó.

Para el escritor, construir personajes femeninos es todo un desafío. "Cuando uno construye personajes, hace una especie de proyección. En hombres es un proceso más natural, es más sencillo para mí proyectar qué haría, qué no haría. Pero con una mujer es distinto porque siempre va a atreverse más que un personaje masculino y en ese sentido, es un desafío importante", reflexionó el novelista.

"Todos los días en Europa, a cada minuto, hay una mujer que es asesinada en cualquier lugar del continente y esto sucede porque es víctima de violencia. No es anecdótico elegir mujeres como víctimas sino que refleja tristemente la sociedad. Vivimos y experimentamos una situación insoportable de femicidios y esto es una forma de expresarlo", aseguró el escritor y acotó que "es importante en una novela el eco que tiene en los lectores".

Una actitud moralizante en la literatura, donde se indique qué se debe hacer en cada caso, para Dicker, no suele funcionar. Sin embargo, "si se mantiene un discurso que es más bien una llamada a la reflexión, y que hace que el lector se plantee cuestiones sobre temas cruciales, el eco en ese sentido es más importante. Y esa es la gran fuerza de la literatura", sostuvo el autor, para quien la literatura se vuelve un espacio "donde podemos entablar un diálogo y una conversación con nosotros mismos''.

"La literatura no depende de que lo que hagamos le guste a los demás, nos permite un diálogo íntimo con nosotros mismos", observó.

La trilogía de Dicker permite poner de relieve las tensiones alrededor del éxito a partir del personaje masculino y escritor, Marcus Goldman, a quien el reconocimiento le ha generado tantas alegrías como conflictos. "En el caso de los novelistas como yo, aunque creo que es algo general de los escritores, se trata de un éxito particular que no tiene nada que ver con el de un músico, un actor o un presentador de televisión porque es un éxito no es el de la persona, es el éxito del libro -señaló el escritor-. Es un éxito tranquilo y sereno de la obra de uno y no va encaminado a la propia persona".

Para el autor del libro "La desaparición de Stephanie Mailer", la novela policial es "probablemente el género literario que ofrece el mayor espectro de posibilidades narrativas y argumentativas".

"En una novela policial podemos hacer lo que se nos dé la gana. Tenemos casi una serie de posibilidades ilimitada. Con otros géneros, no ocurre eso. En cambio, dentro de la novela policial, te pueden preguntar: ¿es un thriller? ¿Qué es?. Yo muchas veces digo que es algo que puede abordar muchísimos campos", reflexiona el escritor suizo sobre las ventajas del género policial", precisó.

Como referentes en este estilo literario, Dicker destacó a Ken Follet, porque "ha tocado muchos campos", así como a Agatha Christie y Arthur Conan Doyle. "Crearon un mundo que gira en torno a un universo que va más allá de lo que uno escribe. Son un pretexto para contar una historia", aseguró. Y detalló: "Leemos estas historias porque queremos adentrarnos en sus ambientes, en sus personajes, en lo que cuentan. Lo que más caracteriza de la novela policiaca es los ambientes y personajes que logran crear".

En el proceso de escritura, Dicker no se obsesiona con la documentación. "No se puede controlar lo que hace uno. El control funciona prácticamente para todo pero no funciona en la novela, porque la ficción es libertad -apuntó-. Es decir, todo lo que uno quiera meter en la novela, si intenta tratar de controlarlo, entonces no va a funcionar".

"Por ejemplo si se trata de una novela histórica, donde hay una parte que es novela pero otra está basada en hechos reales, entonces es importante que una persona que lea el libro aprenda un poco de la parte histórica", indicó. En estos casos, el escritor se aboca a la documentación, a la realización de entrevistas para cerciorarse que la parte histórica sea correcta. "Pero en las demás novelas policiales, que son ficción, no hay que hacer ningún tipo de documentación porque eso va a estropearlo todo. Hay que dejarse llevar", dijo.

"Creo que si el lector conecta mucho con el libro seguramente es porque hay una veracidad en los lugares, porque son lugares que conozco y he pasado mucho tiempo allí. Hablo de experiencia en cuanto al lugar, desde ese punto de vista son muy veraces. Luego, los personajes muy humanos porque también el entorno lo es y el lector puede identificarse con esos personajes y eso le da credibilidad al libre", señaló Dicker.

Por otro lado, el escritor suizo destacó otro elemento en sus narraciones policiales. "Se trata de investigaciones que en gran medida lleva a cabo un policía pero también Marcus que no tiene ninguna formación policiaca ni tiene nada que ver con los policías. En ese sentido es una investigación que podría hacer cualquier personaje de una forma muy artesana: papel cuaderno, bolígrafo, y va a interrogando a gente -precisó-. No hay técnicas policiales de investigación. Esto lo que hace es hacer que la novela esté por encima de cualquier cosa tecnológica y hace que la novela tenga un barniz muy humano, muy de los pies en la tierra".

La figura del escritor, que aparece en la novela, tiene resonancias con la visión de Dicker sobre el oficio. Uno de los primeros párrafos describe una sensación de Marcus Goldman: "La gente me sonríe a menudo, pero no sé si me sonríe a mi o al escritor que ha leído". A propósito, el narrador aseguró: "Es uno de los párrafos donde sí hay algo que encuentra un eco en mi persona". Y se explayó: "Una de las cosas con las que más he alucinado fue cuando la gente empezó a conocerme. De repente las personas me llamaban y me encontraba con alguien que no conocía. Al principio es una sensación muy extraña. ¿Por qué me sonríe la gente? ¿Me conocen, no me conocen? ¿O es que les gusta mi trabajo como escritor?", solía reflexionar Dicker en estos primeros encuentros con lectores. Durante la conferencia, surgió la intriga si iba a volver el personaje del escritor en los próximos trabajos. "No lo sé. Quizás nunca, quizás en el futuro. Es difícil saberlo -respondió-. Por supuesto que si tuviera la intención, lo diría, y como no lo sé, no quiero hacer promesas. Esas promesas irían en contra de mi libertad como escritor".

Con información de Télam