La icónica casa galería de arte Tacheles de Berlín, antiguo almacén y centro de detención nazi ocupado por artistas, tras la caída del Muro en los años 90 sobre la idea de resistencia, se ha convertido ahora, tras perder una batalla inmobiliria en 2012, en símbolo de la creciente gentrificación de la capital alemana, y desde el próximo jueves albergará al centro Fotografiska, un reconocido museo sueco de fotografía contemporánea con sede en Estocolmo, Nueva York y Tallin.
El Fotografiska abrirá sus puertas en el mismo lugar donde un grupo de artistas había instalado sus talleres ocupando una antigua galería comercial construida en 1908, devenida hoy en un gran complejo inmobiliario con 265 departamentos de 25 a 360 metros cuadrados y oficinas listas para entrar en funcionamiento a finales de 2024, donde Netflix y Pfizer ya han previsto instalarse, informó la agencia francesa de noticias AFP.
El emplazamiento de Fotografiska en la capital alemana está cargado de simbolismo: a fin de evidenciar los múltiples trabajos de demolición y renovación que atravesaron al edificio a los largo de la historia alemana, algunos sectores se mantendrán intactos, de hecho, los vestigios de los daños causados durante la Segunda Guerra Mundial se conservarán, rehabilitándose únicamente la fachada y algunos espacios interiores.
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El Kunsthaus Tacheles "está catalogado como patrimonio cultural" y, por lo tanto, "se ha decidido, en estrecha consulta con las autoridades responsables, que sólo se intervendrá el frente y algunos espacios específicos del edificio" y que "se conservarán, e incluso se harán más visibles, los daños causados por la guerra, así como las decisiones artísticas adoptadas en los últimos 80 años", aseguraron voceros de Fotografika.
"En estos tiempos difíciles, en los que muchos buscamos orientación, queremos ser un lugar en el que se celebre especialmente la vida y al mismo tiempo se inspire el cambio", dijo a la agencia alemana de noticias DPA Yousef Hammoudah, fundador del museo que en Berlín será dirigido por Yoram Roth, quien también llevó Fotografiska a Nueva York y dirige el histórico salón berlinés de baile Clärchens Ballhaus.
El enorme edificio pareciera seguir la lógica de acompañar el espíritu de los tiempos, el "zeitgeist" alemán, ese concepto que refiere al espíritu de época, el espíritu (Geist) del tiempo (Zeit), en cuanto al clima intelectual y cultural de una era.
El renovado espacio ya no remite a aquel enorme edificio comercial de principio del siglo XX, reflejo de un mundo reconfigurado tras la Revolución Industrial; ni al centro de detención nazi que hablaba del ascenso del nazismo, ni a las ruinas en que quedó tras la Segunda Guerra.
Tampoco remite a la okupación de esas ruinas "okupadas" que impidió su demolición para convertirlo en símbolo del ímpetu creativo y desenfadado del Berlín reunificado. Ni a los desalojos posteriores, dos décadas más tarde, coletazo de crisis habitacional y la Burbuja inmobiliaria.
Ahora, el edificio tendrá también un bar y un restorán y es sede del Fotografiska, el museo internacional que pretende emplazarse en breve en Shanghái; un "zeitgeist" con impulso de cambio, en un momento del capital capaz de deglutir y asimilar contenidos aparentemente irreconciliables en su lógica de hiper consumo y producción que contempla, en palabras de los responsables de museo, mantener las obras de la época okupa (pintadas murales) y catalogarlas para que "cada artista tenga acceso" a ellas.
Con información de Télam