Periodista, traductor, editor y ensayista, Marcos Mayer murió ayer a los 67 años en la Ciudad de Buenos Aires y dejó una obra que incluye libros como "La tecla populista", "El relato macrista", "Partidos al medio" o "John Berger y los modos de mirar", traducciones de trabajos del portugués (Jorge Amado), el inglés (Jane Austen, Thomas de Quincey y John Berger) y el francés (Pierre Bourdieu) y un proyecto colectivo nacido durante los años macristas: Socompa, un espacio digital que impulsaba "sin presiones de medios o de intereses".
Nacido el 9 de noviembre de 1953, estudiante y luego docente de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, Mayer fue un destacado periodista cultural que ejerció el oficio en las redacciones de El Porteño, Revista Ñ y espectáculos de Clarín, Debate y Tres puntos.
Desde que se conoció la noticia de su muerte, las publicaciones en las redes sociales no dejan de despedirlo: hay textos institucionales como los del ministerio de Cultura nacional, que lo definió como "un hombre destacado de la cultura" y marcó que su muerte era "una gran pérdida para nuestra cultura", hasta recuerdos más cercanos y personales como los que escribieron algunos de sus compañeros de Socompa.
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"Un notable conocedor de John Berger, al que le dedicó un libro, 'John Berger y los modos de mirar'. Un tipo que, por una cuestión generacional, perteneció a una época de cruces entre el jazz y el rock, en la escucha de ambos géneros, entre fines de los 60 y buena parte de los 70, acaso la mejor camada de melómanos de música popular en esta parte del mundo. Un profesor universitario en la UBA. Un editor respetado. Un periodista cultural como pocos. Entre mis honores, que no son muchos pero son valiosos, tengo el haberlo tratado y que me haya editado", escribió en ese medio Juan Pablo Csipka.
El periodista, escritor y editor Christian Kupchik señaló que "Marcos Mayer traducía lo que veía para sostener la integridad con que se vive. En ese sentido, era más que humano. En tantos otros, también".
"Supimos recién sobre el final qué le sucedía a Marcos con su salud. Desde hace al menos dos o tres años nos los preguntábamos incómodos. Él se le bancaba solo, estoico, sin decir nada, enigmático. Hasta hace un tiempo se hacía el boludo, o negaba, o se trataba puramente de una elección de preservar su intimidad y su dignidad. También su hermoso humor desmañado, medio humor judío gruñón y tierno a la vez. Algo sabíamos vía Horacio Paone, que lo mimó más sobre el final- por su hermano y su hijo", escribió en ese espacio Eduardo Blaustein, otros de sus socios en ese proyecto de "periodismo de frontera", como lo definían.
El escritor y periodista lo describió como "irónico, agudo, inteligente, corajudo para ser intelectualmente honesto y equilibrado. Eso los lectores lo conocen de modo que no puedo ni quiero agregar más. Excepto reiterarlo: intelectualmente honesto y escapando de todo encuadre previsible, cuadrado. De esos hay poquísimos. Odiaba como todos nosotros los periodismos dominantes, incluidos los oficialistas tontos".
"Siento mucho la muerte de Marcos Mayer, gran editor, lector, y compañero de proyectos", publicó la escritora Claudia Piñeiro en su cuenta de Twitter.
En esa red social, el SiPreBA l(Sindicato de Prensa de Buenos Aires) lamentó su fallecimiento y lo recordó como "un periodista de extensa trayectoria". "Reconocemos su permanente disposición para difundir y apoyar las voces de les trabajadores de prensa en sus conflictos y luchas", añadieron desde la organización sindical.
El periodista Federico Poore y la escritora Natalia Zito lo recordaron en su rol de editor. "Fue un gusto para mí trabajar con ustedes y ojalá al libro le vaya muy bien. Les mando un abrazo grande y quién dice que en el próximo libro también tengan que aguantarme", contó Poore que les dijo a él y a Ramón Indart después de editar su libro "El poder del juego". "No se pudo. Que la tierra te sea leve", escribió.
Por su parte la autora de "Rara" y "Agua del mismo caño" escribió: "Me puso muy triste la muerte de Marcos Mayer. Me quedo con un intercambio generoso que tuvimos y con su: está muy bien el texto, vamos a publicarlo".
En Socompa el periodista Rolly Villany también resaltó su rol de editor: "Una vez terminó de editar una nota mía y me escribió para decirme que le había gustado mucho. Muy pocos editores hacen eso. Es mucho más habitual que te escriban para putearte si algo falta o está mal. Va de suyo que, si está bien, se imprime. Él, ese enorme periodista y escritor que, la puta madre, ya no está para leerlo, me escribió para decirme que estaba muy bien. Le hice notar lo poco habitual del gesto. 'Bueno, pero que no se te haga costumbre', me dijo".
Ese rol de editor lo ejerció también al ejercer como director de la colección Postales de Paidós y Polémicas de Galerna y en la edición de libros como "Historias del Under", de Fernando Noy; "Vivir afuera" de Fogwill y "Vagabundas", de Fernanda García Lao.
Durante la gestión de Horacio González al frente de la Biblioteca Nacional, codirigió con el escritor Guillermo Saavedra la revista digital Estado Crítico y luego en 2017, estuvo a cargo también junto a Saavedra y por un tiempo breve, de Marca de Agua, una revista digital de la Biblioteca Nacional que ofrecía trabajos críticos sobre literatura, textos de escritores contemporáneos, entrevistas y un recorrido por los los hitos de la agenda cultural.
El año pasado editó junto a sus colegas y compañeros de Socompa como el libro "El violento oficio de mentir", un trabajo que recopilaba algunos de los textos que se fueron publicando desde el inicio de ese medio y en los que se desandaban operaciones de prensa, explicitaban modos de circulación de la información y formas de ejercer el periodismo durante los años macristas.
En diálogo con Télam a propósito de la salida de ese libro manifestaba su preocupación por "el imperio de la grieta", que no dudaba en definir como "un negocio periodístico" y aseveraba que el objetivo deber ser "recuperar el sentido básico de informar, opinar mucho menos".
Con información de Télam