(Por Emilia Racciatti). La vida de Rodolfo Galimberti (1947-2002) incluye militancia guerrillera, exilio, 16 años de clandestinidad y temporadas de celebración y negocios con empresarios poderosos, lo que lo convirtió en una figura gravitante para analizar la escena política de un período de la Argentina, desafío que asumieron Marcelo Larraquy y Roberto Caballero al escribir su biografía, una trabajo periodístico que se publicó hace más de dos décadas y ahora vuelve en una versión actualizada.
En un bar de Belgrano, 23 años después de la publicación original, los autores conversan con Télam sobre este libro que diseñaron mientras trabajaban en la revista Noticias y les llevó tres años y medio de investigación, que incluyeron entrevistas y trabajo de archivo, en un momento en el que no había celulares y el acceso a internet era limitado.
Para organizar los objetivos de cada semana se reunían los domingos y diseñaban el material a repasar o las entrevistas a concretar. El editor a cargo era el escritor Daniel Guebel, a quien en la primera edición le agradecen por no haberlos escuchado. Lo que no escuchaba Guebel era el pedido de más tiempo pero eso, reconocen hoy, les permitió avanzar y llegar a encontrar el punto final de la obra. Cuando el libro ya estaba en imprenta, Galimberti aportó una carpeta con fotos, y lograron que la editorial Norma aceptara parar ese proceso e incorporarlas.
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Sobre ese proyecto, "Galimberti. De Perón a Susana, de Montoneros a la CIA", que hoy Sudamericana repone en librerías, hablaron los dos periodistas, quienes después de este libro produjeron otros como "López Rega, el peronismo y la Triple A" o "La guerra invisible. El último secreto de Malvinas", en el caso de Larraquy, y "El nieto" (con María Seoane) y "Macri, el año perdido", en el de Caballero.
-Télam: ¿Cómo fue la idea de la reedición?
-Marcelo Larraquy: Siempre estuvo latente y durante 4 o 5 años el libro estuvo fuera del circuito de editoriales y cuando se estaban por cumplir 20 años de la publicación original apareció una buena excusa para reversionar la tapa y el epílogo. Era también una buena manera de darle un cierre a nuestra historia con el libro. Salió en pandemia, de hecho primero salió en e-book.
-Roberto Caballero: Nos sorprende que haya gente que colecciona todas las ediciones. Se las intercambian, siguen las actualizaciones del libro. Por supuesto que tiene mucha vigencia porque hay personajes que hoy disputan la presidencia del país, otros son hijos de la generación diezmada de la que habla el libro también. El libro onomástico era una especie de guía telefónica y ahora es gente que aparece en los medios.
-M.L.: Cubre 60 años de la política argentina. De hecho, en esta edición las notas al pie fueron actualizadas con el después de aquellos personajes. Es un quién fue quién en una etapa en la Argentina. La gente que estaba en los negocios siguió en los negocios, la de la política siguió en la política.
-T: En la primera edición hay dos dedicatorias que se destacan más allá de las personales: Susana Giménez y Daniel Guebel.
-M.L: Susana porque, a partir de su divorcio con Roviralta, pone a Galimberti en la superficie, ya que Jorge Rodríguez, su novio, era socio de Galimberti.
-R.C: Es una gran ironía porque lo dividimos en tragedia y comedia pero estábamos en 1997 y a esa historia entramos por lo grotesco de un juicio en el que aparecían secuestrado-secuestrador, otro que le mandaba rosas amarillas a Susana. Desde ahí nos metimos en el corazón de la Argentina turbulenta de los 70 con un personaje que había sido clave. La idea se le ocurre a Marcelo por una nota que estaba haciendo para la revista Noticias.
-M.L: Me tocó la nota como le podría haber tocado a cualquiera de la sección información general. Me dijeron "che, fijate que en la separación de Susana, hay un tipo Galimberti...". Siempre digo que me dieron esa nota porque era 2 de enero y había llegado temprano.
-T: En el epílogo de esta reedición cuentan las condiciones de trabajo: la falta de internet o de celulares. ¿Cómo impactaron esas condiciones en la investigación?
-R.C: Una sola máquina tenía acceso a internet, entonces para usarla había que hacer fila. Por otro lado, el 90% de la información no estaba en internet, había que ir a buscarla al boletín oficial, a los archivos. Aplicamos técnicas de investigación periodística a la historia. Cada frase pasó por el chequeo de al menos tres fuentes que nos diesen una versión parecida. Los momentos de ir a chequear eran tensos. A veces no se acordaban, fue un ejercicio de mucho periodismo. Después seguimos haciendo otras cosas pero libros así, nada.
-M.L: Nos decían "eso pasó en el 67, 68, 69". La entrevista oral era muy buena pero requería un chequeo muy consistente. Era ir a buscar a los diarios, Panorama, Primera Plana, Clarín, cuándo había sido tal o cual cosa y después volvíamos a hablar con el tipo para decirle "no, mirá fue así, porque vos dijiste que había sido así". Íbamos a cerrar los detalles. Me planteaba mucho si había que ir suelto sin saber nada o había que ir a sabiendo un montón y que no te sorprendieran.
-R.C: Entrar a la memoria de la generación del 70 es una suerte de caja fuerte, exige una combinación precisa, que te tomes en serio esa historia. El volumen de información con el que caíamos a la mesa, desde biblioratos, fotocopias, generaba piedad, después compasión y después llegábamos a cierto grado de familiaridad. En un punto, después querían leerse.
-T: ¿Cómo recuerdan esos encuentros con Galimberti?
-M.L: Hacer el prólogo fue una puesta a punto de todo lo que había pasado. Recuerdo muy patente un encuentro en una parrilla en Intendente Bullrich y Juan B. Justo. Hacía un frío bárbaro, eran las 3 de la mañana, vinieron unos pibes y Rodolfo le dijo al guardaespaldas: "sacá el arma". Yo pensaba o esto es un show o nos van a tirar en la nuca. Esa entrevista había empezado a las 4 de la tarde y duró hasta la madrugada. En un momento paró el grabador, lo rompió. Esa fue una de las últimas.
-R.C.: Apenas salió, el libro se empezó a vender y el boca en boca funcionó. Se convirtió en bestseller a los 3, 4 meses. Si no hubiera funcionado así, hubiéramos corrido riesgo de vida porque él no nos hubiera perdonado que, después de todos esos años de trabajo, el libro no funcionara.
-M.L: Sí, nos perdonó por el éxito. Fue un libro muy poderoso cuando salió porque no había libros así. Solamente "La Voluntad" pero era más testimonial.
-R.C: Podían leerlo los militantes, como los que leían "La Voluntad", pero además quienes no habían militado en los '70. Tenía que ver con una mirada muy desprejuiciada que teníamos nosotros al no pertenecer a esa época, nos pudimos meter con mucha libertad, los otros tenían una serie de códigos que eran muy difíciles. Fue muy importante el periodismo para narrarlo porque nos obligaba a buscar la verdad, no a maquillarla.
-T: ¿Hubo alguna de las fuentes consultadas con quien les haya costado especialmente hablar?
-M.L: Hubo gente que tardó en hablar y después hubo otra que con el tema de las causas judiciales tenía temor, la ley podía cambiar.
-R.C: Muchos cargaban con sus miedos, incluso hoy hay una candidata que niega su participación y eso tiene que ver con el costo que tiene haber participado de Montoneros porque se ha demonizado la experiencia. En ese momento había un indulto sobre la experiencia genocida y para la experiencia guerrillera.
-T: ¿Qué cuenta Galimberti de la política argentina para seguir siendo una figura sobre la que se quiere leer?
-M.L: Si hacés una traducción literal de los 70 a los 2020 no la vas a encontrar. Los 70 era un modo de hacer política violenta pero a nivel de rosca política los mecanismos son muy parecidos, dentro y fuera del peronismo. Las luchas entre grupos y facciones políticas está contada descarnadamente en el libro. Hoy no vemos la violencia armada pero el trato de negociación política es muy parecido.
-R.C.: Hay algo de la parábola de Galimberti que, al fin de cuentas, es la del país, que tiene más pasado que futuro, quizás por eso la gente se psicoanaliza tanto. Cuesta construir un futuro. Galimberti es un tipo que desafió eso. La política en la Argentina tiene dosis de idealismo y de crueldad que están reflejadas en el libro. A Galimberti le tocó vivir en una sociedad que no perdona el futuro. Eso es un problema político en la Argentina.
-M.L: El pasado sigue siendo un campo de batalla constante aun frente a las nuevas generaciones que no lo conocen. Siempre hay grupos, nuevas generaciones que se interesan, discuten.
-T: ¿Qué pasó con él cuando salió el libro?
-R.C: Al principio hubo un silencio que nos preocupó porque uno no sabe cómo puede reaccionar un personaje así, habituado al uso de armas. Creo que ayudó que el libro funcionara.
-M.L: Nos dijo que recuperó muchos amigos. Creo que ese fue el valor que le dio. Alguna vez me dijo "así que estuvieron en Rosario hablando mal de mí", le dije que no, que contamos lo que dice el libro. No hizo negocios con esto. Muchos personajes sacan un libro para posicionarse en el partido o en algún grupo político para conseguir algo. A él lo complicamos bastante con Hard Communication. Se bancó con respeto la historia de los 70 que valoraba. Pegaba en los 70, los 90, los negocios. En el resumen final se bancó el libro con mucha hidalguía.
-R.C.: Cuando salió el libro, no era lo más conveniente para él. Era un momento de blanqueo con ciertos sectores del establishment y había gente que iba a leer su historia. De la manera que llega a Montoneros habla de que tenía una historia previa también y cuando se va es una historia empresaria. Siempre me encargo de aclarar que no resume la historia de la organización Montoneros, ni la identidad montonera. Eso es más amplio, más diverso.
Con información de Télam