Dormir una siesta corta puede ser una ventaja para sobrellevar el día a día y mejorar aspectos como el humor o la atención. Según científicos argentinos, hacer por un tiempo específico y en horas determinadas puede cambiar nuestro día. La respuesta de los especialistas.
Mientras que para muchas personas la siesta es algo casi religioso y sagrado, para muchas otras resulta una utopía. Este descanso no es un hábito perjudicial para las personas. Al contrario, si se realiza durante un tiempo y un horario determinado, puede favorecer la atención, el aprendizaje y el buen humor.
En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Malen Moyano, biotecnóloga de la UNQ, sostuvo: “Desde el momento que nos despertamos empieza a acumularse la presión de sueño. Para disiparla es necesario irse a dormir, lo cual sucede en el siguiente ciclo de sueño que suele ser a la noche. Es como imaginarse una curva que va creciendo y, mientras más temprano se amanece, más alto llega la curva en un horario que suele ser después del mediodía”.
Para Santiago Plano, doctor en Ciencias Básicas y Aplicadas de la UNQ, la siesta “puede servir para suplir deficiencias en el sueño nocturno y son particularmente útiles como una medida preventiva en personas que trabajan en turnos rotativos o turnos nocturnos para combatir la somnolencia diurna y aumentar el alerta, mejorar el ánimo y la performance”.
Horario ideal
Aunque no existe un momento determinado, dado que la siesta debe adecuarse al contexto de la persona, Moyano sugiere que lo mejor es realizarla entre las 13 y las 15 horas para no alterar el sueño nocturno. “Si nos vamos a dormir la siesta a las cinco de la tarde, probablemente esa noche nos cueste más conciliar el sueño”, afirmó la biotecnóloga y becaria del Conicet en el Laboratorio de sueño y de memoria del Instituto Tecnológico de Buenos Aires. Por su parte, Plano añadió que “lo ideal es siempre escuchar al cuerpo y tomar la siesta en el horario en el que lo necesitamos, cuando la presión de sueño se acumula en nuestro sistema y necesitamos dormir”.
Siestas cortas
En la población adulta, la recomendación es dormir siestas cortas que oscilen entre los 15 y los 45 minutos. Según Moyano, este descanso “favorece el rendimiento cognitivo, el estado de alerta y el estado de ánimo”.
A su vez, Santiago Plano, investigador asistente del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas, destacó que existe una modalidad de siesta denominada "Power Nap": “Consiste en siestas cortas que pueden ir de los seis hasta los 30 minutos en un entorno controlado, libre de luz y ruidos, que permite un descanso óptimo para recargar energías”.
MÁS INFO
En este sentido, una investigación de Aylin Vazquez Chenlo, bioingeniera del Laboratorio de sueño y de memoria del Instituto Tecnológico de Buenos Aires, muestra que dormir una siesta de 20 minutos después de aprender una tarea, mejora dicha memoria incluso si se la evalúa una semana después.
Cuidar el sueño
“Si sentís que estás durmiendo poco a la noche, la siesta no va a reemplazar ese sueño. El sueño no se recupera, y por eso hay que cuidarlo”, destacó Moyano. En esta línea, Plano subrayó que “no es lo mismo el descanso que se obtiene por la noche que el de la siesta. Somos animales diurnos y nuestro reloj biológico configura nuestro cuerpo para dormir de noche. El sueño nocturno es de mejor “calidad”, nos permite descansar y recuperarnos mejor. Además, existen varios procesos fisiológicos que ocurren durante la fase de sueño que solo se dan durante la noche y no durante la siesta”.