Adriana Brodsky, la "Bebota" que ahora sueña con ser actriz dramática: "Nunca fui vedette, siempre era la segunda de los capocómicos"

En un mano a mano con El Destape, la actriz Adriana Brodsky habló de su difícil infancia, por qué nunca fue vedette, su amistad con Beatriz Salomón y qué estaba haciendo cuando murió "El Negro" Olmedo.

12 de agosto, 2024 | 20.51

“Soy una de las últimas que quedan”, remarca Adriana Brodsky sobre el inicio de la entrevista con El Destape. Brodsky, para muchos "La Bebota", es actriz de teatro y televisión que brilló de la mano de figuras como Alberto Olmedo en el recordado sketch de "El Manosanta" y que cuenta con un registro de actuaciones envidiable con maestros de la comedia retro. En la actualidad es una de las figuras de Toy sin Plata, la "revista moderna" de Nito Artaza y Miguel Ángel Cherutti, en un show para el que "se auto convocó" tras ver a los capocómicos en un magazine de televisión. En un mano a mano íntimo profundizó en los desafíos que le trae su presente, en las fantasías que aspira para su futuro, recuerda a Beatriz Salomón y a "El Negro" Olmedo, y revela secretos, oscuridades y momentos de brillo y opacidad de su paso por el teatro y la televisión.

- ¿Ya habías trabajado en el pasado con Nito Artaza y Miguel Ángel Cherutti?

Nunca. La verdad es que me auto convoqué a su show y me salió bien, soy así de caradura (risas). Un día estaba mirando televisión y de repente los vi a los dos y me empecé a reír muchísimo, y cuando terminó el programa le mandé un mensaje a Nito para decirle que había sido re lindo el programa y para preguntarle cuándo iba a tener el honor de trabajar con ellos. Él, de inmediato, me puso: “ya”... Pensé que se había equivocado. A los dos segundos me llamó su productor para arreglar todo.

- El show es una suerte de combinación de la revista y el café concert. Hablemos de esa búsqueda artística…

Son cuadros muy bien estructurados, eso es lo maravilloso. El espectáculo es un music hall con pinceladas revisteriles muy chiquitas… en una revista tiene que haber una vedette y acá no la hay.

- Vos sos la vedette.

No, yo nunca fui vedette. Nunca trabajé en una revista ni me puse plumas, nunca me puse el conchero… me hubiera gustado, pero no fue lo que más quería. Sí me encanta ver revistas con grandes vedettes emplumadas. En Toy sin Plata hay grandes figuras y además están Flor Marcasoli, que ha trabajado como vedette en otras revistas, y todo un elencazo de mujeres bellísimas como Romina Uhrig y Tamara Bella. Es una mezcla maravillosa: hay canciones, humor, es un combo maravilloso de 2 horas. Es mucho tiempo, pero se pasa volando.

- Toy sin Plata, nombre del espectáculo, nos remite a la realidad social actual. Los bolsillos de los argentinos están cada vez más vacíos y desde el Estado se promulga el slogan “no hay plata”... 

Hay algo de eso y hay algo de los juguetes de la película Toy Story… lo pensaron ellos (Artaza y Cherutti) y quedó divertidísimo. El tema de la plata es algo de interés mundial y puntualmente en el teatro, parece que ahora hay un interés particular en que los títulos de muchas obras tengan la palabra “plata”.

- En las últimas semanas se habló de los exs Gran Hermano que están actuando, pero no tienen ninguna formación artística. Vos compartís elenco con Romina Uhrig, que salió de ese reality. ¿Qué opinión te merece esta polémica?

Para mí no tiene ningún sentido toda esa polémica. Que me disculpen los que piensan que Romina no puede actuar, pero yo tengo que reconocer que entré a este medio sin saber bailar, cantar ni actuar. Y lo fui aprendiendo a lo largo del tiempo. No me olvido que empecé como modelito y de ahí pasé al espectáculo. Partiendo de mi historia creo que siempre hay que respetar a los nuevos porque te pueden sorprender. También siento que Romina es una chica muy humana y muy buena compañera, llega siempre a horario, se prepara, se preocupa y eso es muy valorable. Yo no subestimo a nadie.

- Me quedé pensando en que te hubiera gustado ser vedette, ¿por qué no se te dio?, ¿tuviste algún ofrecimiento para ser vedette a lo largo de tu carrera?

Tuve ofrecimientos todo el tiempo, pero evidentemente era una fantasía porque si hubiera querido lo hubiera logrado. Me han ofrecido cosas muy importantes de productores consagrados de nuestro país, para hacer vedette, que hasta llegué a recibir una propuesta de un empresario teatral muy respetado y querido que un día me agarró y me dijo: “si vos no te querés poner las plumas, te ofrezco que subas al escenario tapada del cuello hasta el tobillo. Lo único que quiero es tu nombre”. Y no lo hice. Para mí siempre resultó estar para acompañar a los grandes cómicos y ser la segunda, la tercera o la cuarta.

- ¿Y desde la comedia?, ¿nunca te interesó ser la primera? Ahora hay muchas cómicas exitosas en Argentina.

Me encantaría hacer algo que no tenga nada que ver con mi imagen, pero todavía no lo logré. ¡Pasaron 100 años y todavía no lo logré! Lo digo de verdad. Quiero mostrar otra cara, descubrirme en otros personajes… más allá de mi deseo, veo que los productores no confían mucho en mí. Lo que más quiero en la vida es una persona que apueste por mí. Haría un drama, algo tremendo, siento que lo estaría muy bien y daría una gran sorpresa.

- Está el caso de Silvia Pérez, exchica Olmedo, que es una actriz dramática increíble…

Silvia es maravillosa, realmente maravillosa. Es una mujer que puede hacer comedia, drama, todo… evidentemente ella lo ha demostrado y yo no he podido todavía.

- ¿Quién fue o es para vos la mejor vedette de Argentina?

Antes, la vedette no era una cosa más sino un personaje que armaba la industria: tenía que saber bailar, ser hermosa y tener talento para no opacar la revista. La vedette era la columna vertebral de la revista, más allá del capocómico. Pero también sé que en mi época, aunque no la vi nunca, había una vedette que no hacía nada de eso sino que solo caminaba y la gente moría por ella. Estoy hablando de Nélida Roca. Igual, hay un montón de vedettes increíbles que siguen en la memoria de la gente, porque antes el medio se dedicaba a buscarlas y desarrollarlas. En la actualidad quedan muy pocas vedettes.

Creo que la revista no debería estar en un segundo puesto, habría que reinventarla para que esté a mano de la gente. Es algo de lo que siempre habla Carmen Barbieri, a quien le interesa mucho el tema.

"No tuve una infancia, no tengo recuerdos lindos de esos años"

- ¿Te gusta ser sujeto de deseo?

Sí, me encanta que los hombres me deseen y también vivo con la cosificación desde antes de ser famosa. De hecho las peores cosas me pasaron cuando no fui famosa. Es muy importante adquirir herramientas en la vida para defenderte y saber decir que no.

- ¿Cuál fue el primer “no” que dijiste?

¡Uy! Hace muchísimos años... muchísimos años. Ya de muy chica me di cuenta de muchas cosas, crecí muy de golpe… a veces te pasan cosas y de pronto te empezás a dar cuenta de cómo va viniendo la vida por los hechos que te van pasando cotidianamente. Entonces ahí aprendés un montón de cosas... Tuve una infancia difícil pero tampoco fue algo espantoso, si bien en ese momento pensaba que el mundo estaba en contra mía. 

- ¿Cuáles fueron los dolores de tu infancia?

Cosas que te pasan… no las voy a contar. La verdad es que ni siquiera se las cuento a otras personas. Me gusta tener un mínimo de privacidad sobre algunas cosas.

- Hablemos de tu familia entonces. ¿A qué se dedicaban tus papás?

Mi papá era joyero, boxeador y cantante. ¡Una mezcla tremenda! Y mi mamá trabajaba en una inmobiliaria. Ellos se separaron cuando yo tenía dos años y después de eso empecé a vivir con mi abuela. Éramos cuatro: mi abuela, mamá, mi hermano y yo. Estoy convencida de que no tuve una infancia, no tengo recuerdos lindos, son todos tristes. Aún así, trato de verle el lado positivo a las cosas y aprender a ser realista. Mi horrible infancia también me ayudó, fue un aprendizaje y me hizo fuerte. Tengo un aspecto que no condice con mi interior.

- ¿La carrera artística fue un escape en ese contexto?

No. En cierta forma fue lo que me salvó la vida y la de mi familia. Gracias a mi trabajo en el espectáculo pude tener dinero y ayudar a mi familia que siempre fue muy humilde. Este medio me dio todo, siempre voy a estar agradecida al público y a la prensa.

- ¿Qué hiciste con tus primeros sueldos?

Le compré un departamento a mamá y después pude invertir muy bien. La pena es que a veces uno confía mucho y eso puede llevar al desastre. Ahí se desvirtúa todo.

- ¿Te engañaron y te sacaron mucho dinero?

Sí, varias veces. El tiempo te va enseñando que no podés confiar tanto y que tenés que preservar un poco lo que es tu economía o tu trabajo… por eso, te vuelvo a repetir, hay cosas que no cuento porque uno tiene que resguardarse algunos detalles de su vida. No es por egoísmo, sino porque puede pasar cualquier cosa. Nadie está libre de nada, nadie tiene coronita.

El recuerdo de "El Negro" Olmedo, Beatriz Salomón y el rol de la mujer en el espectáculo en los '80

- ¿Quién fue tu gran maestro artístico?

Gerardo Sofovich. Empecé con él en el año ‘82, en La peluquería de Don Mateo, y aprendí mucho, mucho. Después de eso trabajé con todos los capocómicos. Eso fue un logro tremendo y tengo tantos recuerdos hermosos que espero poder llevarlos al cielo a todos. Los que se lucían eran los cómicos, una estaba ahí y servía para fusionar un sketch y que el público lo recibiera de la mejor manera. Eso bastaba porque así era la comicidad de antes. Hoy, en el espectáculo Toy sin Plata percibo un poco de eso. La mujer, por más que pasen los siglos, es algo muy especial, muy particular.

- ¿No te molesta que eso siga pasando?, ¿nunca hablaste con tus compañeras de la televisión y el teatro sobre el poco protagonismo de las mujeres en los sketches de humor?

No, yo no tenía ganas de hacer eso. Además no soy muy divertida. Trabajé toda mi vida con cómicos y no me gustan los chistes (risas). El error nuestro es siempre querer asumir que todos pensamos y sentimos lo mismo, y que todos actuamos de la misma forma. Y eso es un error garrafal.

- ¿En qué contexto conociste a Alberto Olmedo?

Una vez me llamó Hugo Sofovich, yo estaba haciendo una temporada en Carlos Paz. ¡Era un zar de la tele y me buscaba a mí! Hugo me dijo que iba a hacer un sketch que se va a llamar El Manosanta y que yo iba a entrar en escena queriendo que me tiren las cartas. "Va a ser el sketch del año”, remarcó. Pasaron cuatro décadas y sigo hablando de Olmedo (risas).

- ¿Cuál fue tu primera impresión de Olmedo?

Sorpresa total. Me encontré a un tipo maravilloso y muy serio. Pensé que iba a ser medio payaso y era normal, tranquilo, con una templanza maravillosa y con mucha calidez. Yo no entendía cómo una persona así podía ser tan divertida. En los ensayos él dormía mientras Javier Portales, Beatriz Salomón y yo dábamos la letra. Se levantaba cuando terminábamos y actuaba como si hubiese ensayado con nosotros… tenía un don, no necesitaba ensayar.

Compartimos dos años de trabajo y parece que fue toda una vida. Su vigencia, la huella que dejó, es imborrable… a mí me conocen en Miami, en Bolivia y en Uruguay por mi trabajo con “El Negro” y gracias a él. A veces pienso que soy un apéndice de Olmedo.

- ¿Nadie de su entorno veía venir su trágico final?

Su final fue muy triste. Lamento no haber sido amiga de él.  Mi vida en ese entonces se limitaba a ir a trabajar y después hacer mi vida. Ni siquiera iba a cenar con mis compañeros de elenco… lamento enormemente no haber vivido eso, me lo perdí.

- ¿Qué estabas haciendo cuando te enteraste de la muerte de Olmedo?

Estaba en Carlos Paz trabajando y fue algo que… fue muy doloroso. El país se oscureció… 

- De quien sí fuiste amiga fue de Beatriz Salomón…

Sí. En mi casa tengo una foto de Beatriz y otra de “El Negro” en un altarcito, están siempre ahí, rezo mucho por ellos y me abrazo espiritualmente a esas fotos. Con Beatriz fuimos bastante cercanas, estuve en algunos momentos importantes de su vida y en su final. Beatriz era un ser maravilloso que sufrió muchísimo la violencia mediática. Fue triste verla en su peor momento… por eso uno tiene que saber bien en dónde se mete. Estás muy expuesto si sos figura pública y tenés que estar preparado y dispuesto para enfrentar los golpes que llegan en algún momento de tu carrera. Beatriz fue una mujer muy querida. Hablábamos bastante, nos contábamos cosas muy personales. La extraño mucho.

- Entraste a los medios a finales de los ‘70, época de la última dictadura cívico militar en Argentina. ¿Tuviste miedo de ser figura pública en esos años?

No, porque siempre me aboqué a mi trabajo. Nunca me metí en cosas que me pudieran traer problemas. Eso no significa que porque te metas "en algo" vas a tener problemas, cada uno es libre de meterse donde quiera, pero siempre llevé una vida muy tranquila, casi aburrida. Eso me aisló del ruido de la pólvora. Te miento si te digo que la pasé mal. Mi vida hasta ese entonces estaba marcada por la pobreza, sufrí mucho no tener dinero y la posibilidad de trabajar me consumió por completo toda la atención. No podía estar pensando en otras cosas, solo me abocaba a trabajar y divertirme con mis amigos y mis parejas.

- Pero estabas al tanto de los horrores que ocurrían…

Sí. Nunca viví en un termo, pero yo hice una separación para no hacer una ensalada rusa en la cabeza. Por eso no estuve al tanto de todo. De todas formas, lo que no me enteraba por las noticias lo sabía por lo que hablaba con la gente. El mensaje llegaba.

Próximas funciones de Toy sin Plata en Buenos Aires

  • 31/8 Teatro Astral
  • ⁠7/9 Teatro Astral

Entradas en venta por Plateanet o en boletería del teatro.

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