El crecimiento exponencial del uso de aplicaciones de citas como Tinder, Bumble o Grindr generó diversas interrogantes. ¿Cuál fue el impacto de estas herramientas en nuestro cerebro? ¿Tuvieron efectos adversos o positivos? Según el profesor Elias Aboujaoude de la Universidad de Stanford, estas aplicaciones pueden resultar adictivas, ya que brindan a los usuarios una sensación similar a la de consumir una droga cada vez que reciben un "me gusta" o un "match".
El investigado del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Stanford explicó que la adicción relacionada con la zona cerebral encargada de generar sensaciones de bienestar, la misma que nos motiva a repetir ciertas conductas, independientemente de si las mismas son o no correspondidas.
Además, los científicos afirman que esta zona del cerebro se activa no solo cuando experimentamos placer, sino también ante la mera expectativa de recibir un estímulo placentero en algún momento. Es aún más intenso cuando se trata del amor o la búsqueda romántica.
Resulta difícil determinar si alguien pudo desarrollar una adicción a obtener un "match", pero lo que sí está claro es que estamos frente a una verdadera revolución mundial en lo que respecta a la búsqueda de pareja. En España, por ejemplo, uno de cada diez personas utiliza regularmente aplicaciones de citas, y de ellos, uno de cada tres es adicto.
Pero, ¿qué sucede cuando recibimos un "un match"? Este rechazo implícito puede generar decepción, tristeza y desesperanza, dañando la imagen y la autoestima de quien lo recibe. Incluso es posible que surjan pensamientos intrusivos relacionados con el castigo y la culpa.
Si bien cada persona reaccionó de manera diferente ante estas experiencias, es importante estar conscientes de los posibles efectos que pudieron tener en nuestro bienestar. En definitiva, el uso de aplicaciones de citas se convirtió en una actividad cada vez más común en todo el mundo, y es necesario cuestionarnos qué impacto tienen en nuestra vida y si estamos preparados para enfrentar las consecuencias que pudieran surgir del uso de estas herramientas tecnológicas.
Cómo afectó Tinder en la pérdida del deseo sexual de la sociedad
En su libro La pérdida del deseo, Luigi Zoja plantea el fenómeno de la recesión sexual en nuestra era, donde parece que el mundo está renunciando al sexo. A pesar de la aparente hipersexualidad en nuestras sociedades contemporáneas, los datos estadísticos demuestran que la actividad sexual está en constante disminución, especialmente entre los más jóvenes.
El autor comienza su estudio describiendo los movimientos de liberación sexual en Occidente para relativizar sus efectos subversivos. Aunque se logró la liberación de tabúes y represiones, esto llevó a una secularización del sexo, perdiendo así su encanto y sentido sagrado. Además, el acceso universal al porno a través de las redes redujo la fantasía y la producción de imágenes interiores que alimentaron el deseo.
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La pornografía digital se convirtió en material de educación sexual para niños y adolescentes, lo que provocó una distorsión de la realidad respecto al cuerpo y el desempeño sexual. Esto llevó a la aparición de nuevas patologías sexuales y una búsqueda constante de cuerpos perfectos e inalcanzables. En este contexto, aplicaciones como Tinder y Grindr promovieron encuentros sexuales fugaces y efímeros, renunciando al galanteo y exigiendo una satisfacción inmediata.
Fue de esta forma que la sexualidad se convirtió en un objeto de consumo y un fin en sí mismo, perdiendo así su trascendentalidad y su capacidad de conexión profunda entre dos personas. La promiscuidad sexual se convirtió en sinónimo de éxito personal y social, pero se alejó del verdadero significado del Eros, la unión entre cuerpos y corazones.
Zoja, a través de la psicología, historia, sociología, antropología y estadística, plantea las contradicciones y consecuencias de esta liberación sexual. En contraste con las sociedades contemporáneas propensas al éxito inmediato, el autor nos recuerda la importancia de la ilusión, la fantasía y la promesa eternas que impulsaron el deseo y nos dieron razones para vivir.