La Virgen de Luján, patrona de Argentina, es celebrada cada 8 de mayo por la Iglesia Católica. Su historia se remonta a su llegada a las cercanías del río Luján, en Buenos Aires, después de tres días. La imagen de la Virgen fue trasladada en una carreta por troperos, pero los animales no pudieron arrastrarla.
Sin embargo, una vez que la caja fue bajada, los bueyes la transportaron sin problemas. Esta escena hizo que se interpretara que la madre de Jesús quería quedarse en ese lugar. Así, la imagen fue trasladada a la casa de una familia local, quienes la recibieron con alegría y devoción.
La noticia se extendió rápidamente y la gente comenzó a acercarse al lugar, primero por curiosidad y luego con devoción, para pedir o agradecer a la Virgen favores y milagros. Pronto se decidió construir una gruta donde colocar la imagen para que pudiera ser venerada correctamente. Así la Virgen de Luján se convirtió en el corazón del pueblo argentino.
En 1887 se realizó la coronación canónica de su imagen y años después se construyó una basílica en el lugar, el Santuario de la Virgen de Luján. El papa Francisco, quien profesa una especial devoción hacia ella, recordó en una audiencia en 2013 a la Virgen de Luján y le encomendó las alegrías y preocupaciones de los argentinos.
En esta ocasión, en su día, los fieles elevan sus plegarias a la Virgen de Luján, pidiendo por Argentina y por el pueblo. Se pide que ilumine al país con justicia y amor fraterno, que extinga el odio y las ambiciones desmedidas, que derrame la semilla de la humildad y la comprensión. Se suplica que se ahogue la mala hierba de la soberbia y que ningún acto violento manche las calles argentinas.
Además, cada 1 de octubre se realiza la multitudinaria peregrinación a la Basílica de Luján, que parte del Santuario de San Cayetano en Liniers.
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Oración de la Virgen de Luján
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí... Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos...
Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.
Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.
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Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.
Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA!