Existe un enorme depósito llamado la Bóveda del Juicio Final en el que distintos países del mundo guardan provisiones en caso de que caiga un meteorito sobre la Tierra, que aparezca otra pandemia, que haya una guerra o que surja otra catástrofe natural que genere un apocalipsis.
Actualmente cuenta con 1.125.000 muestras de semillas con 5500 especies y 89 bancos de genes. Este Banco Mundial de las Semillas está ubicado en la isla de Spitsbergen, Svalbard, en Noruega, y sus puertas se abren dos o tres veces al año. El pasado 14 de febrero se volvieron a abrir para recibir 22 mil nueves muestras provenientes de distintos países y se cree que volverá a abrirse en junio y fines de octubre de este año.
Este “Arca de Noé” vegetal fue creado en febrero de 2008 por el Ministerio Noruego de Agricultura y Alimentos en pleno Ártico y es administrado por el Gobierno de Noruega, más específicamente por la organización internacional Crop Trust y el Centro Nórdico de Recursos Genéticos. Además de funcionar como un banco de reservas también sirve como centro de investigación científica para la mejora y el desarrollo de nuevos cultivos.
Para asegurarse de proteger la biodiversidad agrícola de todo el planeta, los científicos almacenan todo el material genético de estas semillas congeladas en este edificio apocalíptico, uno de los lugares con menor actividad sísmica en todo el mundo. Además, las temperaturas inferiores a 18 grados son fundamentales para conservar estas semillas sin necesidad de electricidad. Para garantizar que el suelo esté seco, esta bóveda fue construida a 130 metros sobre el nivel del mar.
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¿Por qué abrió sus puertas la Bóveda del Juicio Final?
En determinadas situaciones límite, los países solicitan que se abra la bóveda. Por los daños ocasionados tras la guerra en Siria, se tuvieron que retirar semillas entre los años 2015 y 2019. El pasado 14 de febrero los bancos de genes de Uganda, Nueva Zelanda, Alemania, Australia, Sudán y el Líbano solicitaron la apertura de la bóveda para renovar sus propias colecciones de semillas, como trigo, mijo y sorgo.
“El hecho de que la colección de semillas destruidas en Siria durante la guerra civil se haya reconstruido sistemáticamente demuestra que la bóveda funciona como un seguro para el suministro actual y futuro de alimentos y para la seguridad alimentaria local”, expresó Anne Beathe Tvinnereim, ministra de Desarrollo Internacional de Noruega.