Entre los casos policiales que escribieron la historia argentina se encuentra el de la trágicamente famosa Yiya Murano, quien fue presa por ser considerada una estafadora y la mujer que envenenó a tres de sus amigas. Todo esto ocurrió en 1979, y años después su hijo dejó al descubierto detalles impactantes sobre los crímenes cometidos por su madre en aquella década.
Martín Murano reveló que el cianuro utilizado para envenenar a dos amigas y a una prima no estaba en las masas, como se creía popularmente, sino en el té. Esta revelación sacudió nuevamente a la opinión pública argentina, pues durante años se mantuvo la creencia de que el veneno se encontraba en las masas.
Los tremendos detalles
Cada 26 de abril se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Yiya, ocurrido en el 2014, y a raíz de la subasta del juego de tazas que se usaron para envenenar a sus amigas, Martín Murano explicó que esta decisión se basa en transformar un hecho macabro en algo bueno, que permita mejorar la calidad de vida de animales necesitados, ya que el dinero sería donado.
Entre las confesiones, Martín reveló que una de las tazas fue utilizada para envenenar a Nilda Gamba, una de las víctimas de su madre. Según él, Nilda también amaba a los animales, por lo que considera que donar el dinero recaudado en la subasta en su memoria es el mejor homenaje que puede hacer.
El intento de envenenamiento
En una impactante revelación, Martín contó que su madre intentó envenenarlo cuando él tenía apenas 10 años. Este hecho deja en evidencia la peligrosidad de Yiya Murano, quien incluso estuvo dispuesta a atentar contra la vida de su propio hijo.
"Ella me quiso envenenar cuando tenía diez años", relató el hijo de Yiya y recordó: "Cuando te invitan a cenar lo mínimo que hacemos es llevar un postre y a los que le gusta el alcohol un vino o algo así. Yiya compró una torta. Obviamente viene envuelta, generalmente eso se pone en la heladera y cuando llega la hora de la cena la retirás y la llevás. Yiya la abrió y la dejó arriba de la mesa. Yo de chiquito me gustaba comer mucho, era gordo. Ella vio cuando corté la torta, ella estaba sentada en el comedor y me miraba a través de la puerta de la cocina".
Durante su relato, explicó que cortó "un pedazo y cuando me la llevé a la boca, me la sacó de la mano. La puso arriba de la torta que quedaba, la aplastó y tiró la torta completa en el incinerador. No me dejó comerlo y después me enteré, por uno de los amantes de ella, muchos años después, que otro de los amantes le había dicho que era mejor que yo no estuviera más".