El paisaje invernal en torno a los profundos y azules lagos montañosos de Band-e-Amir, en la provincia central afgana de Bamiyán, presenta un espectáculo fascinante sin gente, pero la ausencia de visitantes está costando caro a los lugareños.
Tras dos décadas de guerra y de enfrentarse a su peor crisis económica, el colapso de la vestigial industria turística de Afganistán podría pasar casi desapercibido.
Pero Band-e-Amir, a unos 3.000 metros sobre el nivel del mar y a un par de horas en automóvil de los lugares budistas de Bamiyán, suele atraer a miles de visitantes al año que buscan un respiro del conflicto.
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Todo eso cambió el año pasado, cuando los talibanes arrasaron una provincia tras otra, culminando con el sorprendente derrocamiento en agosto del gobierno de Kabul, respaldado por Occidente, sumiendo la economía en una crisis al agotarse la ayuda extranjera.
"Antes era muy bueno, había programas de esquí y competiciones en invierno", dijo Sayed Reza, un guía turístico que también alquila habitaciones a los visitantes.
"Solía haber muchos turistas en invierno y primavera, pero desde que llegaron los talibanes, en los últimos cuatro meses no hemos visto ningún turista en Band-e-Amir", dijo.
La provincia de Bamiyán fue uno de los pocos lugares que permanecieron al abrigo del conflicto que desgarró gran parte de Afganistán en los últimos 20 años. Desarrolló una cultura relativamente liberal en la que los deportes de montaña desempeñaban un papel importante.
Esquiadores y ciclistas de montaña y ruta, así como los miles de excursionistas y visitantes que disfrutaban de la belleza natural, ofrecían una visión de paz despreocupada que contrastaba con la violencia de otros lugares.
"Band-e-Amir es un lugar turístico; tiene hermosos lagos y un clima puro. La gente disfruta pasando el tiempo aquí", dijo Reza.
La zona fue declarada parque nacional en 2009 y, aunque Bamiyán en su conjunto sigue siendo en general pobre y subdesarrollada, el turismo que continuó durante los años de guerra ha dejado claros signos de prosperidad en el pequeño pueblo junto al lago.
(Escrito por James Mackenzie; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)