El Bolsón, cómo explorar una de las redes de refugios de montaña más extensas de Sudamérica

29 de diciembre, 2023 | 13.24

(Por Florencia Fazio) Una de las más extensas redes de refugio de montaña de Sudamérica se emplaza en las alturas de El Bolsón, el pueblo patagónico con impronta hippie que se recuesta en las laderas del imponente cerro Piltriquitrón, en Río Negro, y que además atrae a miles de personas por sus pozones de aguas cristalinas, ríos de deshielo y senderos bañados en naturaleza.

Existen varias maneras de experimentar El Bolsón, pero para quienes gustan de caminar bosques encantados, sumergirse en aguas cristalinas y revolcarse en la nieve, la mejor invitación es desde las alturas, a través de los más de 15 refugios de montaña que se sitúan dentro del área protegida Río Azul-Lago Escondido, fronterizo con Chile.

Hay dos recorridos que se adaptan especialmente a quienes ascienden a la montaña por primera vez, el del camino troncal y el del refugio del Hielo Azul, cuenta a Télam Federico Magri, autor de la popular web El Bolsón Trekking (https://elbolsontrekking.com/) y redes sociales homónimas, desde donde también imparte educación ambiental.

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El sendero troncal o del Cajón del Azul se extiende a lo largo de casi 30 kilómetros, solo de ida, es el más turístico y más sencillo de recorrer porque atraviesa ocho refugios y dos campings, uno cada hora y media de caminata.

"La amplia disponibilidad de refugios permite que cada persona pueda organizar las paradas según sus expectativas y necesidades", explica Magri, y aconseja que para principiantes lo mejor es "pensar la travesía en tres noches y pernoctar al menos en dos refugios"; entre sus preferidos están el Cajón del Azul, Casa de Campo y Los Laguitos.

El punto de partida del circuito del Cajón del Azul es la Chacra Wharton, situada a unos 15 kilómetros del centro de El Bolsón, en el camino a Mallín Ahogado, adonde se llega en colectivo de línea.

"El circuito acompaña en gran parte al río Azul, un río cristalino de hielo de montaña, en el que se forman pozones -NdR: hondonadas en el lecho, donde las aguas corren más lentas- con transparencias y varias tonalidades. Se puede descansar en lugares espectaculares", detalla Magri, de 50 años, quien disfruta de dividir su tiempo entre las finanzas y las montañas que camina desde hace cuatro décadas.

Otra ventaja que hace más disfrutable el sendero es que se recorre mayormente en sombra, dentro de bosques nativos de lenga, ciprés y alerce, que regalan, por momentos, fotografías que parecen extraídas de cuentos de hadas.

"El camino está muy bien marcado, no tiene ningún tramo técnico y hay gente recorriéndolo todo el tiempo, por lo que no es necesario ir con guía. Con unas zapatillas de trekking y una mochila con lo necesario se va muy bien", evalúa Magri, aunque advierte que "quien piense que es un simple paseo, va a sufrirlo porque es necesario tener cierto entrenamiento".

El primer parador se encuentra a seis kilómetros de Wharton, es el camping Los Pozones, poco conocido porque abrió el año pasado, y si se continúa dos kilómetros más aparece el refugio La Playita; son dos de los pocos que descansan al margen del río Azul.

"Los dos sitios tienen pozones hermosos. La gente va muy apurada a conocer los del Cajón del Azul porque son los más populares que tiene el circuito, pero no son los más lindos", confiesa Magri, quien subió a las montañas más de 100 veces y sigue eligiéndolas cada vez que necesita "sentir paz y desconectarse completamente" de lo que lo rodea.

Río arriba, a un kilómetro de La Playita, está La Tronconada, un refugio bastante rústico al que se accede tras cruzar el río por un puente colgante muy pintoresco, y a dos kilómetros más está el refugio Cajón del Azul.

"Los famosos pozones de color turquesa, donde la gente se tira y toma fotos, están media hora antes del Cajón. El camino va sobre un cañadón que se forma entre dos montañas y, si bien no hay un gran ascenso, se camina todo el tiempo en subida y bajada. Es un tramo cansador", repara.

Cerca del río, a dos paradores y unos tres kilómetros del Cajón, se erige el refugio Casa de Campo, que tiene la particularidad de ofrecer tenedor libre de asado casi todas las noches.

Se deben pasar dos instalaciones más y 13 fascinantes kilómetros de transición entre bosque andino patagónico y selva valdiviana para llegar a Los Laguitos, al margen del lago Lahuan, el último refugio del recorrido y puerta de acceso a la cumbre del Cerro Año Nuevo y a los lagos Soberanía, Montes y Escondido.

Desde Wharton también se accede al refugio del Hielo Azul, el segundo de los recomendados por Magri y bautizado así por un hermoso glaciar, lamentablemente en retroceso hace 35 años. El sendero comparte el primer tramo con el circuito troncal y, tras el desvío, bosques de ciprés y lenga escoltan el resto del camino.

Un gigante mallín de altura -humedal de montaña- y algunos espacios donde se acumula nieve, apta para revolcarse, dan la bienvenida tras 10 kilómetros de marcha al refugio Laguna Natación, el más alto del circuito, con 1.450 metros sobre el nivel del mar.

Desde allí se puede acceder al anfiteatro, al sendero y miradores de la laguna, y a la cumbre del cerro Hielo Azul, con asombrosas vistas al glaciar, a los volcanes Osorno y Puntiagudo y a los cerros Tres Picos y el Tronador. El refugio Hielo Azul, el último, está tras 40 minutos más de caminata y es la puerta al glaciar tras dos horas de marcha.

Existen dos alternativas para la vuelta, una es mediante el sendero de 13 kilómetros que dirige al acceso Doña Rosa -un camping que ya no existe-, y la otra es regresando a Lago Natación y allí hilvanar con el Cajón del Azul, para retomar el circuito troncal.

Con información de Télam

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